La Real Academia Española (RAE) define la palabra "bordar" como aquello que es elaborado "con arte y primor", pero Lúa Mosquetera, creadora del Club de Bordado de A Coruña, le añade dos extras: pasión y creatividad por doquier. Los aficionados a esta disciplina artística en la ciudad herculina tienen la suerte de contar con un espacio para compartir técnicas (e historias de vida) desde hace casi diez años gracias al proyecto que esta joven natural de Miño (A Coruña) creó en 2016.

"Con el paso de los años me di cuenta que no valía la pena vender este tipo de arte, ya que requiere demasiadas horas y trabajo, por lo que pensé que era mejor compartir mis conocimientos con otras personas que sintiesen la misma pasión que yo", explica Lúa Mosquetera a Quincemil, quien añade que "cogí la idea de los clubes de bordado que existen en diversos países de Latinoamérica, como México o Argentina, donde una serie de personas se reúnen de forma semanal para compartir trucos y experiencias".

Bordados en bastidores de madera.

Así, esta emprendedora y escritora de obras, como Aunque seas rara y seas pájaro y ¡Yo Vivo!, dio el pistoletazo de salida este proyecto en 2016. "Al principio no sabía si iba a funcionar este tipo de dinámica, ya que pensé que la gente vendría para aprender aquellas técnicas que no conociesen y no volverían más, pero a la vista está que me equivoqué por completo". Y es que en el transcurso de todos estos años, el Club de Bordado ha contado nada más y nada menos que con 300 alumnas.

Lúa recuerda con mucho cariño a su primera alumna Raquel – a la que ella apodó de forma cariñosa como ‘La gafas’. "La gran mayoría de las personas no vienen solo para bordar, sino también para conversar y conocer a otras personas que comparten una misma afición. De hecho, muchas de mis amigas más cercanas las conocí en este espacio, que también funciona como una vía de escape de la rutina del día a día".

Cada clase es un nuevo comienzo

Aunque el Club inició su andadura en 2016, Lúa Mosquetera asegura a Quincemil que "cada clase es un nuevo comienzo", ya que "siempre hay nuevos alumnos que aterrizan en el Club de Bordado". "Todo el mundo llega a su primera clase con cierto temor porque creen que no saben hacer nada, pero al no ser un taller al uso en el que se enseña con unas pautas muy marcas, se llevan una sorpresa, ya que se encuentran un grupo de personas que van a hacer algo más que bordar: charlar y reír".

Actualmente, las personas interesadas pueden asistir en tres horarios diferentes: los jueves de 19:00 a 21:00 horas y los domingos de 12:00 a 14:00 horas y de 19:00 a 21:00 horas. Además, aquellos que residan en Santiago de Compostela también tienen la posibilidad de disfrutar de estos encuentros, que suelen celebrarse cada 15 días. Estos talleres – que se imparten en La Mapache (en el número 2 de la calle Cuesta de San Agustín de A Coruña y en el número 18 de la calle de Santiago de Chile en Santiago de Compostela) – tienen un precio de 10 euros y no hay compromiso de permanencia. Todos los lunes se abren nuevas plazas para los interesados, por lo que solo se paga la cuota si se reserva.

Alumnos en unos de los talleres del Club de Bordado.

Para todos los niveles

La creadora del Club asegura que "no es necesario saber bordar, ya que la atención es completamente personalizada" al tiempo que añade que "tengo alumnos que no han cogido una aguja en su vida, mientras que otros llevan toda la vida bordando y utilizan estos pequeños ratos para compartir espacio y experiencias".

En su gran mayoría, las personas que pasan por este Club son mujeres, pero Lúa explica – muy orgullosa – que algunos hombres también se animan a probar esta disciplina artística. "Es muy enriquecedor ver como compartimos un mismo espacio durante dos horas personas que van desde los 18 hasta los 70 años, aproximadamente". De hecho, algunos de sus alumnos más jóvenes ayudan a aquellos de edades más avanzadas a navegar por Google para encontrar vídeos que expliquen nuevos puntos.

Un espacio donde renacer

El bordado es una disciplina artística que requiere mucha concentración, motivo por el que profesionales del campo de la salud mental lo recomiendan a personas con diferentes trastornos, como la depresión. "Te obliga a socializar y a compartir los problemas del día a día, pero también te ayuda a meditar porque focalizas la atención en entrar y sacar la aguja y ver como va avanzando el proyectos", puntualiza Lúa Mosquetero, quien asegura que "hoy en día, es más importante que nunca dedicar tiempo al autocuidado".

La mayoría de estos proyectos se realizan en bastidores de madera en los que los alumnos bordan letras de canciones, flores e incluso fotografías antiguas. Si bien, otros se decantan por customizar diferentes prendas, como camisetas, sudaderas, jerseys o chaquetas. "En una de mis últimas clases, una chica trabajo unas servilletas que pertenecían a su abuela", recuerda con emoción Lúa Mosquetera.

Al igual que otros muchos negocios, el Club de Bordado sobrevivió a la pandemia de la Covid-19. "Este periodo de tiempo fue muy duro, ya que no hubo forma de seguir con las clases y cuando fuimos volviendo poco a poco a la normalidad – pesa a cumplir a rajatabla con las medidas sanitarias – muchos alumnos tenían miedo de acudir. Así que, de forma inevitable, se convirtió en un espacio algo frío". Dos años después, el Club de Bordado ha recuperado toda la magia que le caracteriza y Lúa Mosquetera que su meta para este 2023 es tan ("o tan poco") ambiciosa como seguir conociendo a nuevas personas que quieran darle una oportunidad a esta disciplina.