En los 80, un grupo de personas que vendían sus creaciones por la calle y hacían artesanía organizaron una sentada en el ayuntamiento de A Coruña para que les cediesen un espacio urbano donde poder vender sus productos tras algunos problemas con la policía y fruto de eso, desde aquellos años, en la pequeña calle Agar, en las inmediaciones del teatro Rosalía de Castro, se ubican varios puestos de venta de ropa hippie, productos de artesanía o bisutería.
Esta es la historia de los padres de Lillian, al que la mayoría conoce como el "hippie", quien está al frente en solitario ahora de esos puestos de abril a octubre desde hace 25 años (empezó cuando tenía 18 y vive jornadas maratonianas desde las 10:00 hasta las 20:00 horas), cogiendo así el testigo de sus progenitores, que fueron unos pioneros y a quienes se les concedió una de las licencias municipales para la venta en ese punto junto con otras 40 más a otros comerciantes.
El gallego (de madre de Carnota y padre de Muxía) ya es casi parte de la historia de esta calle coruñesa y son muchos quienes no la verían igual sin su presencia.
Este 2023 ha decidido cumplir algo que lleva deseando desde hace muchos años, tener su propia tienda. Se llama ‘Tribu’ y está en la calle Socorro 33, que no está pasado sus mejores tiempos por los conflictos de los vecinos y el ayuntamiento debido a la falta de control del ocio nocturno en la zona, pero Lillian defiende el comercio de barrio y esta zona, de la que también es vecino.
En Semana Santa volverá a los puestos de la calle Agar y orientará su oferta a prendas de temporada, como vestidos veraniegos o camisolas, sobre todo pensando en el turismo y los cruceristas, y reservará parte de esas prendas y de la ropa hippie que forma parte de su tradicional oferta para su tienda, que estará abierta al mismo tiempo.
Este tipo de puestos en A Coruña ya son como parte de la ciudad, al igual que ocurre en la zona vieja de Santiago o Málaga y hace años en Ferrol.
Concepto étnico con zona hippie y muebles artesanales
‘Tribu’, según su propietario Lillian (al que ayuda su pareja, Leticia), tiene un "concepto étnico" que también se intenta transmitir a través de su ambiente, con muebles de madera artesanales hechos por él mismo, como por ejemplo colgadores a base de eucaliptos cortados, pelados y con cuerdas. "La idea es que entren todos los públicos y tenemos pulseras, collares y joyas de plata para niñas y mujeres y hasta vestidos de temporada o de tallas grandes para señoras", explica.
Sobre su clientela, se siente afortunado de que a la tienda desde su apertura estén visitándole clientas de toda la vida que le conocieron a raíz del puesto de la calle Agar y Lillian detalla que todas las prendas están entre 10 y 30 euros, unido a que una de sus grandes apuestas de ventas es la época de playa que empezará en pocos meses. Su ubicación le favorece, ya que está a pocos metros del Paseo Marítimo y de los arenales de Orzán y Riazor, además de que es una de las pocas tiendas en esta ubicación (las más próximas están en la calle San Andrés).
Parte de las prendas de la tienda las ha importado de Nepal, India o Marruecos y dentro del establecimiento tiene indicada una "zona hippie" donde tiene expuesta ropa como pantalones de tiro bajo o camisas de rayas, típicas de este estilo de vestimenta. Esta división por zonas se debe también a que presta mucha atención a las energías y porque quiere que los diferentes perfiles de clientela se sientan cómodos en un mismo local.
Asimismo, con el paso del tiempo y a medida que se va haciendo más mayor, Lillian reconoce que en un futuro próximo le gustaría centrarse solamente en la tienda y dejar el puesto, aunque lo asegura con cierta pena porque admite que "cuando cruzo de San Andrés para allá me cambia la vida y me siento como en casa". En el entorno de la calle Agar, se siente agradecido porque, al contrario de lo que pasaba hace años, actualmente es de las pocas opciones comerciales de esta zona, dado que los alrededores se han ido transformando casi al 100% en hostelería.