Hacer amigos cuando estás en la universidad es relativamente fácil si vives en Santiago. Entre las clases, los encuentros en bibliotecas y las propuestas culturales de la capital gallega, los jóvenes pueden conocer a personas nuevas y establecer relaciones. Sin embargo, a veces estas pueden terminar por una multitud de razones, dejando a uno con la necesidad de volver empezar desde cero.
Algo parecido le sucedió a Julia Durán en 2018, cuando comenzó un proyecto para conocer a nuevos amigos a través de la aplicación Meet Up. "Por azares del destino estaba un poco sola y empecé a buscar la forma de conocer gente", explica. "Encontré algún grupo especializado, para aprender idiomas, para hacer senderismo, pero ningún grupo para ir a tomar unas cervezas".
En la primera quedada, recuerda Durán, apenas eran 8 pero en la siguiente ya eran 15 y ahora, después de cinco años hay más de 400 miembros en el grupo de WhatsApp en el que se organizan los eventos. "Nos gusta que venga gente de todo tipo, que propongan todo tipo de planes. Hacemos trivia por equipos, escape rooms, excursiones fuera de Santiago… además de la quedada oficial cada dos viernes". Ahora Julia lleva la iniciativa con Juan Camilo Méndez, su compañero, algo necesario dado la cantidad de gente que forma parte de ella.
Admite la organizadora que las primeras veces había "bastante vergüenza", pero que la "desesperación" por poder conocer a gente nueva hizo que la gente se terminase animando. "Hay gente que no lo entendía, que te decía aquello de : ‘no quedes con gente de internet que aún te van a drogar y quitar un órgano"‘, pero después la verdad es que la gente es majísima. A la segunda cerveza no te acuerdas de la vergüenza".
El volumen que ha adquirido el grupo, señala, hace que sea particularmente fácil encontrarse con alguien con el que llevarse bien. "Las quedadas son bastante variadas, en cada una aparece gente diferente, entonces es natural que acabes haciendo amigos". Para los que todavía siguen reticentes sobre el aparente éxito de esta propuesta, Durán confiesa que gracias a ella ha conocido a los que son "mis mejores amigos" y que "la mitad de los que estuvieron en mi boda los conocí en las quedadas".
Gente de los 20 a los 60
Una de las características del grupo de Coleguiñas es precisamente, la variedad. Universitarios y jubilados pueden verse compartiendo unas cañas, recién divorciados o enviudados vuelven a construir sus vidas o incluso estudiantes de Erasmus se unen para practicar inglés o francés con algunos del grupo. Para todos ellos, esta propuesta ha sido una oportunidad única.
"Cuando eres universitario es muy fácil conocer a gente, pero un día terminas la universidad, tus amigos se van de Santiago y de repente, aunque hay muchos conciertos, muchas exposiciones y una agenda envidiable, te encuentras que no tienes con quien ir, y piensas que igual vas solo y te miran raro", señala Julia. "En el grupo hay mucha gente que se acaba de divorciar, otros que no tienen tiempo entre semana para ir por ahí… hay mucha flexibilidad para adaptarse a todos, de todas las edades".
Uno podría pensar que tanta diferencia de edad podría suponer algún tipo de conflicto pero Durán incide en que es "realmente sencillo". "A ti con 20 años te dicen que vas a cerrar Maycar con una persona de 60 e igual te choca un poco, pero una vez llegas a la quedada, realmente te das cuenta que la edad es solo un número”.
Clave para poder animarse durante la pandemia
Hoy en día el grupo general está dividido en algunos más pequeños: el centrado en intercambio de idiomas, el de las noches de trivia, el de la ruta por los cruceiros de Compostela, los amantes de la fotografía… las posibilidades son múltiples. "En Santiago hemos probado un poco de todo. Hemos llegado a ser la mitad de la audiencia en las noches de impro, sabemos todas las exposiciones de la Cidade da Cultura, hemos hecho incluso viajes. En el último a Malta de hecho nos quedamos confinados".
Durante la pandemia, precisamente, este grupo sirvió a muchos de sus componentes para mantener la salud mental y reconectar en el confinamiento. "Fue muy duro. Intentamos seguir hablando a través de videollamadas, hacíamos unas escape room online, o juegos de rol online , nos ponemos con la webcam. Siempre estábamos a las ocho de la tarde en el Zoom para que, el que quisiese saludar lo hiciera y que la gente no se sintiera tan sola."
Cualquiera que quiera probar y unirse a las quedadas lo tiene fácil. "Nos pueden hablar por redes sociales, por Instagram o el Facebook o directamente presentarse a las reuniones que publicamos, los acogeremos con los brazos abiertos", explica. Para los que estén en Milladoiro o vivan en las rías Baixas, allí también se han creado grupos de características similares.