Tenía claro que quería vivir la experiencia Erasmus en Noruega, y para elegir destino buceó por la red hasta encontrar una ciudad que ofreciera la cuota de naturaleza, senderos, pistas de esquí, ‘vida nórdica’ y entorno univeritario controlado que él exigía. La localizó en la costa suroeste del país, en la pintoresca ciudad de Bergen.
Lucas Grandal, ferrolano de 20 años y estudiante del grado de Informática en Coruña, cursa el tercer año en una ciudad rodeada de montañas y fiordos. Llegó para exprimir su aventura en Noruega y pronto se hizo con el entorno y sus costumbres. Tanto, que al poco de aterrizar tuvo el desparpajo de amueblar su habitación universitaria gracias a una aplicación noruega de venta de artículos de segunda mano que también ofrece cosas gratis a cambio de ir a recogerlas.
En su tiempo libre y si el tiempo lo permite aprovecha para hacer senderismo y ya planea un viaje para esquiar. En Noruega "cuidan mucho a los estudiantes", nos cuenta, y lo dice porque está encantado de poder viajar por apenas 30 euros al mes por todo Bergen y su condado —que ocupa como dos veces el territorio de Galicia— en tren, autobús, tranvía o barco. "Está todo muy bien conectado y viajamos siempre que podemos". Si un día no tiene clase no lo duda: o senderismo o se sube a un medio de transporte y conoce un lugar nuevo durante el día.
Pero no todo es perfecto. De su Ferrol natal echa mucho de menos, con permiso de su familia y amigos, la comida. "Me estoy hinchando a salmón", dice, pero lo que realmente añora es el pan, "como el Joane no hay ninguno", dice enérgicamente. "¿Pan de dónde…?", le pregunta su amigo tinerfeño y vecino de Lugo desde los tres años Yago Cabrera, estudiante en Bergen de cuarto de Derecho. "De Joane, del horno de Joane", repite convencido, "es el mejor". Y sabe lo que dice, pues Lucas, a su corta edad, ya ha vivido en varios rincones del mundo: pasó dos años de su infancia en Australia y estudió un año en Canadá gracias al programa de becas de la Fundación Amancio Ortega. "El de Joane, el mejor", insiste. Yago, además del pan, echa de menos las empanadas y los quesos.
No se conocían antes de llegar, pero en cuanto supieron de su destino se buscaron la vida para estar dentro de un grupo de Whatsapp formado por españoles Erasmus en la turística ciudad de Bergen, que suma ya 122 miembros. Una de ellas es la pontevedresa Sofía Martínez, de 20 años y estudiante de tercero de Derecho. En su caso, estaría encantada de poder saborear cuanto antes una buena tortilla de patata.
Así se encontraron estos tres jóvenes llegados de Galicia en esta fría pero colorida ciudad noruega. Eso sí, bien sumplementados con vitamina D.
Jóvenes estudiantes amantes de la naturaleza
La primera opción de Yago era Praga, pero de nuevo los impresionantes paisajes y la extensión de naturaleza de Noruega se hicieron irresistibles también para él. Sofía, en cambio, aspiraba a estudiar en Canadá, pero cuando vio la oferta de nieve y verde de Bergen tampoco lo dudó.
A primera vista es una urbe cara aunque allí los salarios suelen ser altos. Por eso, ellos son resolutivos y se buscan la vida. Si tienen que caminar un rato largo o coger el tranvía (gratis) para ir al supermercado de una cadena más barata lo hacen sin problema. De hecho, durante la conversación con Quincemil aprovechan para poner en común ofertas: "hay un súper con el kilo de pollo a 13 euros", desvela Lucas. Yago, por su parte, nos cuenta que aprovechó el viaje para llevarse de Galicia buen aceite para él y para varios compañeros. Y coincide con Lucas y Sofía: la comida noruega "no nos gusta nada, no sabe a nada".
Tras charlar un rato con ellos en un típico bar del centro de Bergen se nota que son conscientes de la oportunidad que tienen por delante. Exprimen con ilusión el sistema educativo noruego, "centrado más en las prácticas, en el debate y la conversación, en que entendamos los conceptos y no tanto en que los memoricemos", explica Yago. "Nos dan el temario con antelación para que lo trabajemos en casa y las sesiones en el aula sirvan para aclarar ideas, resolver dudas y debatir", cuenta Sofía.
En Bergen sus carnets de universitarios abren las puertas de decenas de clubs: deportivos, culturales, de debate político, artísticos…, y están inscritos en todos los que encontraron plaza y respondían a sus intereses.
Volverán por Navidad
Volverán a casa por Navidad. Aprovecharán para disfrutar de familiares y amigos y saborear con calma el excelente producto local. Sofía también dedicará esos días a su gran afición: echarse al mar y navegar a vela. Yago cocinará en casa y diseñará un hueco más amplio en la maleta para regresar a Bergen con buen jamón además de aceite y Lucas lo tiene claro: montará en bici por Esmelle.
Hasta entonces sus familiares en Galicia pueden estar tranquilos. Se les ve muy bien. Si no, no recomendarían con tanta responsabilidad y pasión vivir una experiencia Erasmus en Bergen.