Emilio Castro lleva 65 años atendiendo clientela detrás del mostrador del ultramarinos ferrolano ‘El Rápido’ (calle Magdalena, 139) y ahora afronta con admirable entusiasmo la carrera hacia los 66. Presume de regentar un negocio que lleva en pie ya 101 años y estos días, como otros años, recibe a cientos de clientes con ganas de llevarse un producto original que compartir en familia y amigos durante estas Navidades.

"Ferrol tiene su propia personalidad". Desde luego, "es una ciudad encantadora y los ferrolanos también, son unos fuera de serie", apunta. Le apasiona su trabajo porque le ha permitido ser espectador durante años de lo sorprendente de las relaciones humanas. "Aquí en el ultramarinos —término que le gusta reivindicar para su negocio— "he visto risas, lágrimas y muchos acontecimientos que harían feliz a cualquier persona".

"Si existe este comercio es por los clientes". De ellos depende en parte "el camino que tiene por delante el comercio tradicional", para el que se anima a dar una receta: "que la administración ofrezca facilidades a los autónomos".

Estos días, como cada Navidad, enriquece la oferta de su local con productos típicos para estas fechas: polvorones, mazapanes y pastelillos de gloria de las Hermanas Clarisas de Cantalapiedra; turrón de chocolate y de Jijona de las Dominicas de Palencia; palitos y lazos de San Guillermo; polvorones de Felipe II, perdices estofadas en conserva, rabitos de higo con chocolate y milhojas rellenas de naranja, entre muchos otros.

Su bodega también es durante todo el año uno de los rinconces favoritos de los clientes, con una gran variedad de vinos y licores, y muchos también preguntan por el jamón, el lomo, los quesos o las conservas de pescado.

"Con mucho ánimo y alegría" afronta el año que comienza en quince días. Sin embargo, apunta, "este año veo que la gente no está tan eufórica como otras veces". "Normal", reflexiona, "la situación que se vive en otros países y la incertidumbre por la que pasan muchos hogares generan tristeza".