Esperar el día de la floración (si es que llega), saber cómo será y mimar la flor el tiempo que dure es lo que mantiene a María Victoria Hermida Fernández pegada a su jardín de Valdoviño (A Coruña), donde luce y cuida con pasión cerca de 350 cactus de diferentes especies.
Siempre le gustaron pero fue hace una década cuando decidió que la mejor opción para el exterior de su vivienda sería dejar que las variedades de cactus invadieran las estanterías de su terraza y su pequeña zona ajardinada. En este tiempo ha logrado diseñar un paraíso para los amantes de estas plantas espinosas adornado con piedras, caminos y otras piezas, como personajes y hasta un gran faro.
Habla con pasión de esta especie, de lo bellas y deslumbrantes que son sus flores, de sus colores vistosos y de sus inesperados tamaños. Cuidar de su jardín es su particular terapia, "se lo recomiendo a todo el mundo porque esto es una maravilla", asegura esta mujer de 60 años que dedicó su vida a la hostelería.
Los cuida casi a diario, incluso de noche, y hasta se le olvida mirar el reloj mientras ve el inicio de la floración. Hace poco recibió una de las muchas alegrías que le dan sus cactus, pues uno injertado que no lograba sacar adelante y que dejó en un rincón de su jardín porque le daba pena deshacerse de él "echó hace poco capullos, al tiempo apareció una pitaya —una fruta tropical y grande— y luego otras tres". Cada una llegó a pesar más de 300 gramos. "Están deliciosas".
Los tiene de todos los tamaños y variaciones. Estas Navidades, por segundo año, se animó a participar en el concurso de decoración navideña organizado por el Concello de Valdoviño. Se hizo con dos primeros premios: el de mejor puerta de entrada y de jardín. "Me quedé con las ganas de dar las gracias por su apoyo y confianza a todas las personas que me votaron. No uso las redes sociales y no encontré manera de transmitir mi gratitud", asegura. "Pero querría que supieran que fue muy importante para mí, es una manera de saber que lo que hago gusta a los vecinos".
Se hizo con estos galardones porque a su particular ciudad de cactus añadió casitas y personajes —todo casero a base de bricks de leche, poliuretano y pintura— que dieron un toque muy navideño al jardín.
Alguien con quien compartir su afición
La rutina que se ha establecido María Victoria le resulta muy gratificante, pero le gustaría conocer a alguien que compartiera su afición para intercambiar conocimientos. "Por aquí no sé de nadie y desearía contactar con alguien que tuviera esta misma pasión", comenta, pero "es complicado porque no tengo redes sociales".
Su vivienda, de paso hacia una instalación deportiva, suele recibir las miradas de curiosos que se acercan para ver el nido de cactus que ha conformado en su jardín. "Me gusta que lo miren y a veces regalo plantas".
Mientras disfruta del enorme placer que siente cuando está entre sus cactus intenta derrotar las crisis de dolor que padece con regularidad en parte de su cuerpo, especialmente en espalda y hombros, y que le hacen visitar con regularidad la Unidad del Dolor del hospital Arquitecto Marcide de Ferrol. Eso sí, en cuanto pone un pie fuera comienza a maquinar cómo cuidar y mejorar el entorno de sus, hasta ahora, 350 cactus.