Un ‘sugi‘ variedad del cedro japonés que ha crecido en horizontal e invade un camino, magnolias centenarias, fresnos ornamentales, una tuya oriental gigante y una araucaria procedente de la Isla de Norfolk (Australia) son solo algunas de las especies centenarias que conforman el histórico jardín que aflora entre facultades y centros de estudio en el campus universitario de Ferrol.

Los límites que dibujan edificios como la Escuela Politécnica de Ingeniería, la facultad de Humanidades y Documentación, el centro cultural universitario, el de apoyo al estudio y el centro de Investigación en Tecnologías Navales e Industriales abrazan con mimo uno de los espacios verdes más ricos de historia y al mismo tiempo más desconocidos de la ciudad.

Cientos de universitarios tienen la fortuna de cruzar a diario por este parque lleno de memoria, pues algunas de las construcciones que hoy acoge el Campus de Esteiro formaron parte del hospital de Marina Nuestra Señora de los Dolores, un proyecto redactado por el ingeniero francés Casimir Tollet que comenzó a ejecutarse en 1894 y que fue inaugurado el 16 de julio de 1902, cuando llegaron los primeros enfermos.

Hasta 1990 fue hospital de Marina, recuerda la bióloga María José Leira, autora del libro ‘Los jardines del campus de Esteiro‘. Es precisamente este detalle lo que explica la existencia de este jardín y su distribución, apunta, que habla con máxima delicadeza y cariño de cada uno de los árboles que allí se mantienen. "Por un lado se planearon los pabellones separados para evitar contagios entre enfermos y, por otro, se proyectó el jardín para que "los pacientes recuperaran en este entorno verde la salud mental y el sosiego".

Para el paseo de los heridos se acondicionaron varios caminos. A los que aún se mantienen se puede acceder hoy en día desde la propia Escuela Politécnica de Ingeniería, por la parte trasera de la cafetería del campus o desde la Avenida de Vigo, entre otras entradas.

"Aunque el hospital se inauguró en 1902, el jardín comenzó a crearse en 1905 y se terminó años después", apunta. "Es por eso por lo que actualmente hay varias piezas centenarias, como es el caso de una acacia de madera negra, magnolias, plátanos y una araucaria procedente de la Isla australiana de Norfolk, entre otros.

Araucaria

En un breve paseo por estas zonas verdes repartidas entre varios centros de conocimiento también encontramos ficus, fresnos ornamentales con más de 70 años de vida o ejemplares como un tejo europeo, lluvia de oro, un tuya gigante de unos 50 años originario del este de los Estados Unidos y hasta un ‘sugi‘, variedad del cedro japonés, que ha crecido en horizontal y ahora, completamente tumbado, invade uno de los caminos.

Tuya gigante

"Se dice que todas estas especies llegaron a Ferrol porque las traían marinos que viajaban embarcados por todo el mundo, pero lo cierto es que no hay constancia de ello", puntualiza María José Leira. "Eso solo se refiere a un ejemplar, se desconoce cuál, pero la mayoría de los árboles fueron comprados en masa".

Sugi

Por eso, explica, "el importante valor de este jardín radica, además de en la variedad de sus ejemplares, en la historia heredada que tiene". Se trata de un "jardín histórico que fue diseñado en base a un concepto de salud. La función terapéutica con la que nació se sigue conservando", apunta esta experta que prefiere no catalogarlo como ‘jardín botánico’ mientras no estén identificadas científicamente cada una de las especies con su correspondiente cartel. El espacio, abierto a la ciudadanía, "respeta bastante bien su estructura original".