Se nota que es primavera cuando el aire huele a fresco, los almendros florecen y las terrazas se llenan. Y aunque de momento el tiempo no acompañe, el cambio al horario de verano del pasado fin de semana nos confirma que estamos en primavera y que el calor está cada vez más cerca.
La estación de la luz llega con un nuevo espíritu de ‘adiós a lo viejo, hola a lo nuevo’ que también le conviene a tu rutina facial. No se trata necesariamente de cambiar fórmulas antiguas por otras nuevas, sino de cambiar (ligeramente) el enfoque y de centrarnos en nutrir, calmar y suavizar. Como un método Marie Kondo pero de neceser.
Con el frío del invierno se marchan las rojeces y la piel seca. Después de pasar los comienzos de 2024 bajo capas de sérums, espesos bálsamos y aceites, la brisa más cálida y la humedad pueden afectar a nuestra piel de manera inesperada. Por este motivo, revisar nuestra rutina facial en esta época del año resulta tan necesario como el cambio de armario –o incluso más–.
Gestos tan sencillos como cambiar tu hidratante habitual por una fórmula más ligera y reforzar la aplicación del protector solar –es fundamental utilizarlo durante todo el año, pero ahora conviene renovar la aplicación a lo largo del día y elegir un SPF más elevado–, son clave si queremos una piel cuidada, luminosa y revitalizada. Pero no son los únicos.
A continuación, recopilamos algunos tips de expertos para poner la piel a punto con la llegada del buen tiempo. Toma nota.
Limpia en profundidad
Nada nuevo bajo el sol. La limpieza es uno de los pasos – sino el más– más importantes de tu rutina de skincare. La doble (o triple) limpieza está más justificada que nunca ya que, aunque no te maquilles, es necesario eliminar cualquier resto de protector solar por las noches. Lo ideal es comenzar con un agua micelar para arrastrar el grueso del maquillaje y/o SPF, pasar a un aceite desmaquillante y finalizar con un producto jabonoso o una mousse. Pero, como siempre, el truco está en asegurarse de que la fórmula que utilizas es la adecuada para tu piel.
Cuida la textura de la piel
Este gesto es esencial para lucir un cutis fresco que sirva de lienzo para reflejar la luz primaveral, por ello, tanto si tienes tendencia al acné como si no, usar regularmente un exfoliante químico te ayudará a suavizar la piel, mejorar su textura y aportar luminosidad. Pero cuidado con excederse con el uso porque puedes irritar la piel y provocar sequedad y rojeces. Aunque dependerá de tu tipo de piel, por norma general debe de aplicarse una vez cada tres o cuatro días.
Ilumina
En invierno, cuesta presumir de brillo natural por los estragos de las calefacciones y la falta de sol. En primavera, toca potenciar la luminosidad. Aunque suene a tópico, una piel sana comienza por dormir bien, una vez logrado esto hay gran cantidad de fórmulas que potencian la luminosidad y ayudan a unificar el tono. Tanto la niacinamida como la vitamina C son excelentes activadores de la luminosidad, sobre todo si los utilizas en forma de sérum, con la piel limpia y antes de tu crema hidratante. La hidratación también es clave, así que busca ingredientes humectantes como el ácido hialurónico y la glicerina para dar de beber a tu piel y repulparla.
Protege
Revisa todos tus protectores solares y desecha aquellos que estén caducados –la protección pierde eficacia de un año para otro–. Apuesta por fórmulas antioxidantes, ligeras para no recargar la piel y que, además de proteger, hidraten y potencien la luminosidad. Y recuerda que el uso del SPF debería de ser un gesto diario durante todo el año, ya que sus filtros no solo nos protegen frente a la radiación solar, sino también frente a las pantallas y la luz azul.