Alberto López trabaja en Tranvías Coruña desde hace 23 años y, de ellos, ha dedicado casi dos décadas a conducir la línea 5 que une Espacio Coruña y Adormideras. Sin embargo, hace dos semanas mudó el rumbo y se pasó a la 23. El cambio, lejos de pasar desapercibido, ha provocado una oleada de muestras de cariño entre los habituales del 5. Tanto es así, que un usuario anónimo le dedicó un poema en el que destacaba su "sonrisa" y su "bondad"

La voz comenzó a correrse hace un mes, cuando Alberto comentó a algunos usuarios del 5 que eran sus últimos días al volante. A muchos les costó encajar la noticia porque "al final son muchos años compartiendo rutina, trabajo y viajes". Para él también es duro despedirse de los viajeros que ha visto a diario durante los últimos 20 años, pero necesitaba "un cambio de aires" y probar otras rutas. Por ello, pidió el traslado. 

Desde hace dos semanas Alberto alegra las mañanas a los viajeros de la línea 23, que une Abente y Lago con la Urbanización Breogán. Todavía está acostumbrándose a su nueva vida, pero reconoce que ya ha hecho migas con algún que otro usuario. "Hay algunos que te saludan desde fuera pensando que eres otro conductor. Son muy agradables", dice. 

No obstante, todavía está lejos de tener la relación que guardaba con los habituales de la línea 5. "Ves crecer a muchos niños, pero también a los mayores que van faltando", comenta tímido este trabajador de Tranvías Coruña. 

Alberto López, conductor de Tranvías Coruña

Alberto no es una persona estridente. Al contrario, su voz es tímida y amable. Eso que algunos catalogarían como 'campechano'. "A mí no me gusta ser el protagonista. No es que sea mejor que nadie, hago lo que me sale", responde cuando Quincemil le pregunta por el poema que le han dedicado. 

Explica que no hay ningún secreto detrás de su popularidad. Él solo trata de "pasar el día lo mejor posible" y, si por el camino puede sacar una sonrisa a algún viajero, mejor que mejor. "A mí también me las sacan", añade. Y es eso, su sencillez y humildad, lo que precisamente ha conquistado al bus 5.

No esconde que las muestras de cariño han sido constantes en las últimas semanas. "Mucha gente me pidió que no me fuese. A una se le saltaban las lágrimas", cuenta con modestia.

Por lo pronto, cierra una etapa cargada de recuerdos y anécdotas. Ahora ya puede contar como cuando al recoger a las empleadas de El Corte Inglés a las 22:00 horas "iba más despacio para que les diese tiempo a llegar" o cuando abría la puerta del bus a algún adolescente porque "estaba con la novia en la parada y casi se olvida de subir"

Pero no hay de qué preocuparse, los gestos y amabilidad de Alberto no desaparecen, tan solo cambian de volante. Él los mantendrá porque "la gente valora más a la persona que cómo conduce"