El patrimonio etnográfico de Galicia es un tesoro ligado intrínsecamente a su paisaje indomable y sus tradiciones rurales, donde los molinos de agua destacan como uno de los elementos más representativos de un legado que fluye, al igual que los ríos que los mueven, desde tiempo inmemoriales. Estos ingenios hidráulicos, repartidos a lo largo y ancho de todo el territorio gallego, han sido esenciales no sólo para la molienda del grano, sino también para configurar el modo de vida de aquellas comunidades que los rodeaban.

Maíz, trigo y otros cereales pasaban por sus ruedas transformándose en el sustento diario para cientos de familias, como una metáfora perfecta del ciclo vital entre el hombre y la tierra. En el presente, muchos de estos centenarios molinos sobreviven como relicarios de esa Galicia más rural, enmarcados entre parajes naturales rodeados por frondosos bosques y senderos fluviales que parecen susurrar viejas historias. 

En pleno corazón de la Costa da Morte, un buen ejemplo de este legado etnográfico lo encontramos en la localidad coruñesa de Cee. Allí, el pequeño paseo que recorre los Muíños de San Adrián de Toba invita a descubrir el encanto detrás de un conjunto de cinco molinos de agua que fueron restaurados en la década de los años noventa.

La senda en cuestión, inmersa en un entorno de gran belleza, se complementa con la presencia de la iglesia de San Adrián, un majestuoso hórreo de unos 15 metros de longitud y una encantadora área recreativa que ofrece al viajero un rincón ideal para disfrutar de la quietud y la naturaleza del otoño en su máxima expresión.

Un paseo entre naturaleza e historia

Molinos de San Adrián de Toba. Concello de Cee Cee (A Coruña)

Nacido en las laderas de Pedra Monteira, el Rego das Laxes serpentea por la parroquia de San Adrián de Toba antes de fundir sus aguas con las del río Cee. Aunque el recorrido de este riachuelo es breve, en su día los habitantes de la zona supieron aprovechar la fuerza del mismo para hacer funcionar los engranajes del citado conjunto de molinos centenarios. Además, estos molinos fueron rehabilitados a finales del siglo pasado, por lo que su estado de conservación es muy bueno.

También el entorno más próximo al rego das Laxes fue acondicionado para el paseo, con caminos de piedra y todo tipo de bancos, barandillas, mesas y barbacoas que invitan al visitante a disfrutar de la tranquilidad de este pulmón verde en las entrañas de Cee. Incluso se habilitó una zona de aparcamiento junto al área recreativa, haciendo la visita mucho más cómoda. 

Hórreo de Toba. Concello de Cee Cee (A Coruña)

Por otro lado, y a escasos metros del conjunto de molinos, cruzando la carretera podremos observar cómo se alza la figura del templo religioso de San Adrián de Toba. Esta iglesia, de origen románico y datada aproximadamente del siglo XII, sufrió importantes modificaciones a lo largo del siglo XVIII, adquiriendo con el tiempo su aspecto actual. Sin embargo, y a pesar de los cambios, el espacio sigue siendo un testimonio vivo de la fe y la arquitectura religiosa en este rincón de la Costa da Morte.  

De gran valor histórico y etnográfico es también el imponente hórreo que luce su silueta en el entorno más próximo al templo, el cual destaca por sus grandes dimensiones. Conocido como Hórreo de Toba o Canastro de Caamaño, la construcción se extiende a lo largo de 15 metros de longitud, reposando sobre 13 pares de pies de piedra que lo elevan un metro de altura sobre el suelo.

Este hórreo ceense pertenece a la tipología fisterrana, caracterizada no sólo por su tamaño sino por su diseño en piedra con cubierta a dos aguas elaborada con teja del país. Asimismo, los vértices de la cubierta lucen sendos adornos en cada uno de sus extremos: en un lado la cruz y en el otro un pináculo. También sus dos pequeñas puertas de madera y la solidez de su estructura lo convierten en una pieza singular, un verdadero emblema de la arquitectura rural gallega.