Galicia es tierra migrante. La diáspora forma parte ya de la historia y del ADN de una comunidad que un día se vio obligada a abandonar su hogar con el único objetivo de sobrevivir. Ese flujo migratorio es el responsable de que en Argentina a los españoles se les conozca como gallegos o de que Suiza sea hogar de 40.000 antiguos migrantes y/o sus descendientes.
La convivencia da lugar a similitudes. No en vano en Argentina tienen una curiosa versión de la empanada gallega, en Galicia saben hacer tan bien el churrasco a pesar de no ser expertos en asado argentino o en A Coruña se sirven ricos tequeños pese a no estar en pleno Caracas. No obstante, esas particularidades responden a movimientos migratorios sostenidos en el tiempo.
Jorn Lucas es ejemplo de lo contrario, él viene de un país no se parece en nada a España. "Sinceramente creo que no podemos compararnos en nada", dice convencido este periodista originario de Países Bajos que lleva dos años viviendo en A Coruña.
Ámsterdam es la dama perfecta. Una ciudad cuadriculada en la que la perfección es la clave. Todo está pensando para funcionar al milímetro. A Coruña, por el contrario, es ese caos controlado: la desesperación de cruzar Alfonso Molina un día de lluvia, el barullo en los bares, las noches de 'tapeo' por el centro a pesar de ser entre semana, la retranca, las fiestas y comercios de barrio...
"A Coruña es una ciudad grande, con industria, empresa, prensa. Era la opción perfecta para venir a Galicia", afirma Jorn. Su mujer, de Pontevedra, él y sus dos hijos vivieron durante muchos años en Países Bajos, pero en 2022 tomaron la decisión de hacer la maleta y cruzar el charco. "Era una decisión lógica que algún día tenía que pasar. Y en la pandemia trabajé tanto que le propuse a mis jefes trabajar desde España", explica el periodista radiofónico.
A diario Jorn estructura y realiza un programa radiofónico holandés en directo. Además, ejerce como corresponsal en España desde esta pequeña península llamada A Coruña. Aquí, dice, tiene todo lo que necesitan él y los suyos.
Los holandeses son cuadriculados, todo está hecho casi a la perfección
La adaptación para Jorn fue sencilla. Gracias a su mujer ya había explorado la comida, costumbres y tradición gallega. Sin embargo, no es lo mismo contarlo que vivirlo, por eso reconoce que el choque cultural más grande que vivió fue pasar de la perfección nórdica al caos de España.
"Los holandeses son cuadriculados, todo está hecho casi a la perfección. Las carreteras, por ejemplo, parecen mesas de billar. Aquí llegas y hay grietas, los coches están aparcados en cualquier sitio, hay semáforos en sitios rarísimos", enumera. Eso sí, aclara que "no es nada malo" solo "algo muy distinto". Él, de hecho, está encantado con el pequeño "batiburrillo" que es A Coruña.
El trato humano es otra de las diferencias que le sorprendieron durante sus primeros meses en la ciudad. Algo tan cotidiano como un panadero, un pescadero o un carnicero es impensable en Holanda. Allí "es impensable que en el supermercado te atienda alguien porque está todo empaquetado".
Mientras Jorn recuerda cuáles fueron los aspectos que más le llamaron la atención de A Coruña durante sus primeros meses en la ciudad, se le enciende la bombilla: "¡Y las peluquerías. En cualquier calle ves cuatro o cinco peluquerías. Es impresionante!".
¿Similitudes?: la Unión Europea, el euro... y ya
Pero ¿alguna similitud tiene que haber entre A Coruña y Holanda? La respuesta a ojos de Jorn es clara: no. "Que somos Unión Europea, que usamos el euro, que tenemos la misma hora... y ya", cuenta entre risas. El periodista defiende que "el paisaje, las comidas, el ruido... todo es distinto".
Holanda es mi país natal, pero Galicia ahora es mi casa
Para él, la clave es encontrar puntos de mejora entre ambos países. Jorn cree que A Coruña podría tomar nota sobre el perfeccionismo nórdico o la red ciclable funcional y adaptada a las necesidades de los ciudadanos. Sin embargo, tiene claro que en el norte también tienen mucho que aprender de España. Pone de ejemplo las rebajas al transporte público: "En Ámsterdam la tarifa más barata creo que cuesta tres euros, allí está todo privatizado".
Pese a las diferencias latentes entre Países Bajos y España, el corazón de Jorn está dividido. Ahora que habla de sí mismo como gallego, tiene claro que "en A Coruña se vive muy bien" y, aunque no sabe qué le deparará el futuro, tiene claro que "Holanda es mi país natal, pero Galicia ahora es mi casa".