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En la Galicia del siglo XIX las costumbres, en especial funerarias, eran muy distintas a las de hoy en día. Los tanatorios no existían y a los fallecidos se les velaba en casa. Sobre todo en el rural circulaban numerosas creencias acerca de lo que ocurría con el alma de una persona tras su fallecimiento y es justo de ese punto de donde surge el ritual funerario de O Abellón.

Sobre él han investigado el antropólogo especializado en cuestiones relacionadas con el sonido, Xoán Xil, y el productor, artista y diseñador industrial Mauro Sanín. Sus conclusiones las relatan abiertamente en el libro Abellón. O libro negro das zoadeiras, sobre el que darán una charla este miércoles 30 de octubre en la biblioteca municipal Miguel González Garcés de A Coruña a las 18:00 horas de manera gratuita.

La obra inspiró también una pieza audiovisual incluida en la reciente exposición colectiva Cuando el Destino nos Alcance del Museo Reina Sofía de Madrid y la cita en la ciudad herculina está organizada por la Asociación Vivir para Bien Morir.

Poema de Alfredo Brañas

Xil y Sanín quisieron profundizar en el ritual de O Abellón al llamarles la atención tal costumbre, ya que están interesados en fenómenos acústicos o materiales que tengan que ver con el sonido "desde un punto de vista abstracto y contemporáneo". Todo surgió a raíz del descubrimiento de un poema de Alfredo Brañas, uno de los precursores del Rexurdimento gallego, publicado a finales del siglo XIX.

En su escrito, el intelectual, que era muy católico, según apuntan Xil y Sanín, hizo una crítica sobre un velatorio que se celebró en Vilanova de Arousa (Pontevedra) en aquella época y en él hablaba específicamente de la danza del Abellón.

"En aquel tiempo, se creía que esto ayudaba a que el alma de la persona hiciese un tránsito hacia la paz y no quedase atrapada en el mundo de los vivos"

Mauro Sanín, productor, artista y diseñador industrial

Lo describió como un momento del velatorio en el que los allegados al difunto se cogían de las manos y daban vueltas alrededor del cuerpo mientras imitaban el sonido de las abejas. "En aquel tiempo, se creía que esto ayudaba a que el alma de la persona hiciese un tránsito hacia la paz y no quedase atrapada en el mundo de los vivos", explica Sanín, que matiza que "las supersticiones son costumbres humanas".

En este contexto, Sanín pone de manifiesto que antiguamente se velaba a la gente en las casas y sobre el Abellón concreta que se trataba de "una celebración de la vida que ayuda al alma de la persona fallecida". En el libro, Sanín y Xil profundizan en el hecho de que esta costumbre girase sobre una abeja y apuntan que históricamente y en especial en Egipto o la Grecia clásica se consideraba "un insecto muy valioso para el ser humano por su función polinizadora y por sus propiedades antisépticas".

Zumbido monótono

Sobre el Abellón, Sanín expone que "era un zumbido monótono que hace de banda sonora de cuestiones espirituales". En este contexto, hace hincapié en un dato poco conocido de las casas de la Galicia rural en el XIX, donde era habitual que las colmenas estuviesen en alacenas en el interior de las casas, algo que aclara que era habitual de la arquitectura popular en la zona de Bergantiños, en la provincia de A Coruña.

"El enjambre convivía con las personas y sabemos también que si alguien de la casa moría había esta costumbre en la sociedad rural de acercarse a la colmena y decirle el nombre de la persona que falleció a las abejas", remarca Sanín, a lo que añade que se realizaba este gesto "para transmitirle a las abejas que la persona falta y que la vida continúa". También ha confirmado que este tipo de costumbres también eran habituales en zonas rurales de Asturias.

'O Abellón'. Cedida

"Intentamos relacionar los ritos paganos, los sonidos monótonos y de imitación a la naturaleza. Parte del libro va sobre la relación de instrumentos que imitan el sonido de los insectos, lo que se denominan zoadeiras, ya que nos interesaba traer ese imaginario de la abeja junto con los instrumentos que imitan sonidos naturales", cuenta.

Sobre las razones que llevaron a los gallegos de aquel tiempo a tener costumbres como el Abellón, argumenta que puede ser debido a que "la sociedad rural en Galicia desaparece tarde porque se demoró la llegada de la Revolución Industrial". De hecho, apunta que tras publicar el libro, mucha gente les comentó que en sus aldeas en los 70 y 80 se hablaba de costumbres similares de lo que confirma el patrimonio inmaterial de Galicia.

Asimismo, tanto Sanín como Xil han decidido dar la charla esta semana para destacar la memoria y el patrimonio oral gallego, además de contextualizarlo, aprovechando la proximidad del Día de Difuntos el próximo viernes 1 de noviembre.