Pocos fenómenos televisivos han mantenido a los espectadores tan enganchados como lo hizo The Walking Dead (2010-2022). Basada en el cómic de culto de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, la serie nos sumergió de lleno en un mundo asediado por caminantes, a través de personajes tan inolvidables como Rick Grimes. En su primer episodio (Days Gona Bye), Grimes se despierta de un coma solo para descubrir que el mundo que conocía había desaparecido bajo el peso de un terrible apocalipsis zombi.
Tras más de una década de tensiones, giros dramáticos y complejas relaciones, el universo de The Walking Dead se expandió tan rápido como la epidemia que sostiene a este drama de supervivencia: ocho spin-offs y webisodios que en los últimos años han ido ampliado este mapa del caos, tejiendo todo tipo de nuevas narrativas y escenarios. Ahora, una de estas series derivadas ha conseguido traer el apocalipsis zombi a tierras gallegas.
El spin-off The Walking Dead: Daryl Dixon, que verá la luz en 2025, promete emociones fuertes en su tercera temporada, centrada en el esperado reencuentro entre su carismático protagonista, Daryl Dixon (Norman Reedus) y su inseparable amiga Carol Peletier (interpretada por Melissa McBride).
Pero más allá de la trama y el elenco, la verdadera estrella de esta nueva entrega tendrá mucho que ver con sus escenarios: la Costa da Morte será la protagonista de varias escenas de esta nueva temporada, pues sus paisajes salvajes han conquistado a la productora Peregrino SP24, que proporciona los servicios de producción en España para la tercera temporada.
Boca do Río, el escenario más salvaje
De los selectos escenarios gallegos que formarán parte de esta nueva entrega de The Walking Dead: Daryl Dixon ―entre ellos el Faro de Punta Nariga (Malpica), la antigua factoría ballenera de Caneliñas (Cee) o la costa de Camariñas―, pocos resultan tan impactantes a nivel audiovisual como el arenal de Boca do Río. Allí, un misterioso velero varado logró, hace solo unas semanas, captar la atención tanto de los vecinos como de los fans más fieles, convirtiendo a este rincón de Carnota en un destino de peregrinación para los seguidores de la saga.
Más allá de su reconversión a set de rodaje, lo cierto es que el entorno de A Boca do Río es mucho más que un simple paisaje: se trata de un enclave protegido de alto valor ecológico, en el cual convergen la desembocadura del río Vadebois y las marismas de Caldebarcos, ambos bajo la imponente silueta del Monte Pindo. Este último, conocido como el "Olimpo celta", domina el horizonte visual con su imponente masa granítica que supera los 640 metros de altitud, añadiendo un aire místico al lugar y, sobre todo, a los capítulos de la serie.
Para rodar en un espacio protegido de tanta singularidad, la productora AMC ha tenido que gestionar con esmero los permisos requeridos por la Dirección Xeral de Patrimonio Natural, asegurándose de respetar al máximo este valioso paraje del litoral de Carnota. Al fin y al cabo, con semejante telón de fondo, en este marco natural incomparable, no cabe duda que las escenas de la serie norteamericana estarán a la altura de un paisaje que parece hecho a medida para narrar historias tan épicas como las del universo de The Walking Dead.
Un paraje natural incomparable
La playa de Carnota, la más extensa de toda Galicia, conforma un auténtico paraíso de más de siete kilómetros de longitud, con aguas cristalinas que invitan a adentrarse en su incomparable belleza. Este paraíso natural se compone de complejos dunares, pantanos y hasta lagunas, dando forma a un ecosistema de lo más variopinto. Lo más curioso es que este famoso arenal se encuentra dividido a su vez en otros más pequeños entre los que destaca el de Boca do Río. Su nombre viene dado por su ubicación estratégica, justo en la confluencia entre el río Valdebois y el océano Atlántico.
Además, durante la marea baja se forman en el entorno de esta playa coruñesa pequeñas pozas que añaden un toque mágico a este idílico paraje elegido como escenario para The Walking Dead. La playa de Boca do Río se extiende a lo largo de 300 metros entre arena fina y aguas cristalinas, aunque su mayor atractivo son precisamente sus impresionantes vistas al Monte Pindo y el entorno costero de Carnota.