Nadie se ha librado del coronavirus. Tampoco los niños ni sus parques de juegos. El frenazo al sector de las fiestas de cumpleaños infantiles tuvo consecuencias devastadoras para algunas de las salas más clásicas de A Coruña y su área metropolitana. Y no fue por no advertirlo desde julio del año pasado. Las medidas sanitarias exigían que los niños no pudiesen compartir juguetes, ni tomarse de las manos, ni abrazarse. Con estas limitaciones se hacía muy complicado organizar fiestas para los más pequeños
En Marineda City tuvo que cerrar Fan Square. El local de cumpleaños infantiles situado en la segunda planta de centro comercial cerró después de seis años. Sandra, la propietaria de Fan Square, comenta que tener solo 10 o 15 niños no les resultaba rentable en una superficie tan amplia y con los costes del local en el centro comercial.
Korkora Park era una de esas ludotecas clásicas de la ciudad. Asentada durante más de una década en la ronda de Nelle, muy cerca de San Pedro de Mezonzo. En noviembre del año pasado puso en venta su mobiliario después de más de 15 años de actividad en su local con dos salas de cumpleaños. Candy Park, en San Amaro, o Arco da Vella, en Fonteculler, son otros ejemplos de locales que no tuvieron más remedio que echar el cierre.
Sobrevivir a domicilio
Algunos locales han sobrevivido reconvirtiéndose. Es el caso de Fantasía, misma propietaria que Fan Square, que llevaba más de 20 años en la Sagrada Familia. Ahora se han enfocado únicamente en la organización de eventos a domicilio.
La especialización hace cada vez más variada la oferta de las fiestas infantiles y, al mismo tiempo, hacen un poco más viable el negocio. La tecnología y los nuevos juegos son cada vez más protagonistas. Los escape room, laser tag y los parques de trampolines como Urban Planet (Oleiros) son algunas de las alternativas, quizá no tan infantiles, que también sobreviven a la pandemia.
La tendencia es ocupar espacios amplios para montar este tipo de negocios. Los locales pequeños que solo pueden acoger una fiesta privada van cada vez a menos porque resultan menos rentables. Al final, es un sector que tiene actividad en torno a tres horas al día, de 17:00 a 20:00.
En los últimos años, la clave estaba en cómo organizaban los eventos los padres y madres. La dinámica antes de la pandemia era que se asociasen los padres de varios compañeros de clase que cumplen años muy cerca para abaratar las fiestas y, sobre todo, para liberar el calendario de fiestas y regalos que comprar. También las comuniones asocian a familias para abaratar los costes que suponen estos eventos. Ahora, hay salas a las que no les compensa abrir.
Aventura Park y Camelot, en la retina
Todo niño coruñés que ahora ronde o supere la veintena recuerda la velocidad endiablada del tobogán de Camelot Park, o de las piscinas de bolas del Aventura Park, que cerró en Los Rosales de un día para otro allá por el 2006. Las ludotecas de la ciudad han cambiado con los años, muchas de ellas sin que sus cumpleañeros, ya mayores, se enterasen del cierre.
La Plaza Elíptica de Los Rosales era un lugar de juegos idílico que finalizaba en un particular castillo bajo la calzada de Alcalde Suárez Ferrín. Aventura Park era el final de ese camino de juegos, que precisamente era un juego todavía mayor. Los tres pisos del castillo de redes, gomaespuma y toboganes hicieron las delicias en cientos de fiestas de cumpleaños.
La fiesta terminó en 2006. Una avería en las tuberías obligó al dueño a clausurar el local. El cierre repentino supuso la cancelación de decenas de fiestas que estaban reservadas. Por suerte, en aquella época las ludotecas y lugares de fiestas de cumpleaños estaban en todas partes en la ciudad. Aventura Park cerró, pero al menos los chavales tenían nuevos castillos acolchados que conquistar.
Todos hemos ido a la estación de San Cristóbal sin intención de subir a ningún tren. Camelot fue otro de esos locales enormes que hacía disfrutar de las fiestas de cumpleaños a los niños hasta los 12 años. Los tres toboganes, la piscina de bolas con escasez de bolas, la tirolina que nadie utilizaba correctamente y los infinitos tubos por los que gatear fueron un icono de los cumpleaños en la ciudad. A diferencia de Aventura Park, Camelot se apagó sin llamar la atención, quizá porque ya nos habíamos hecho mayores.