El viernes 21 de junio miles de escolares de Galicia serán libres. Por delante tendrán tres meses de descanso y relajación, ajenos a tareas y sin las preocupaciones que acompañan al curso académico. Sin embargo, para llegar a esa fecha todavía hay que dar el último empujón y permanecer dos semanas más pegados al pupitre.

El cansancio acumulado a lo largo del último cuatrimestre y del curso en general, sumado al calor, puede provocar atolondramiento y una baja concentración. No es algo extraño. Todo lo contrario. Profesionales de la educación y de la psicología aseguran que las últimas semanas del curso pueden convertirse en una auténtica odisea para niños y adolescentes. Pero, ¿hay alguna forma de revertir la tendencia?

Para comprender el reto al que nos enfrentamos, lo primero es definir de qué hablamos. Susana Rodríguez es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación y también integrante del Grupo de Investigación en Psicología Educativa de la UDC y explica que "la concentración suele definirse como la focalización de la atención sobre lo relevante, inhibiendo lo irrelevante, durante periodos de tiempo más o menos prolongados". Esto, traducido a los escolares, es la capacidad que tienen para atender a las clases y no entretenerse con las musarañas.

La capacidad de concentración puede verse afectada por factores internos como la fatiga o la ansiedad, sensaciones muy frecuentes durante las últimas semanas del periodo escolar. La situación no mejora tampoco si sumamos a la ecuación los factores externos: por ejemplo, las altas temperaturas. Susana Rodríguez explica que "también contribuirán a la distracción estos días más largos y luminosos que invitan a otro tipo de actividades".

Profesores de largo recorrido como Antonio Leonardo Pastor, responsable del colegio Curros Enríquez y el presidente de la Asociación de Directores de Colegios Públicos de A Coruña, también corroboran que el calor es el peor amigo de la concentración en las últimas semanas de junio. De hecho, los colegios tienen en cuenta esta desventaja desde principios de curso, a la hora de conformar los horarios de los alumnos: "Lo que hacemos los colegios es tratar de poner las materias que requieren más trabajo mental a primera hora", explica.

Con todo, el calor no tiene por qué ser un enemigo, también puede usarse en favor de la educación. "Tratamos de aumentar las actividades al aire libre para ir aligerando las horas, cuando se acerca el verano es difícil mantener a los niños en el aula", explica Pastor.

Descansar bien es fundamental

A la hora de tratar de vencer a la pereza y no perder el foco en las últimas semanas del curso, Susana Rodríguez destaca la importancia de no acumular tareas ni dejarse llevar por la procrastinación. "Es importante establecer muy bien los propósitos y los plazos para lograrlos, planificar el tiempo teniendo en cuenta posibles conflictos entre las tareas y las actividades de ocio y trabajar rápido de forma que se eviten tentaciones", dice la investigadora.

Un buen ejemplo es intentar dar prioridad a las obligaciones sobre el placer en las primeras horas del día, ya que "la atención va disminuyendo a lo largo del día y también a lo largo de la realización de las diferentes tareas" de forma que, seguramente, cueste más hacer los deberes a las 20:00 horas que a las 17:00 horas.

Eso sí, el descanso es fundamental, así que es necesario darse un respiro entre tarea y tarea, sobre todo cuanto más pequeños son los niños. La recomendación de Rodríguez es unos diez minutos por hora en el caso de los más pequeños y cada dos horas en el caso de jóvenes y adultos. Para tareas de repaso, que consumen menos recursos, estos tiempos de trabajo pueden ser más extensos.

Además, es importante controlar qué tipo de descanso hacemos. No es lo mismo pasar 10 minutos con el teléfono móvil que 10 minutos dando un paseo o saliendo a disfrutar del aire libre. "Hay que primar descansos saludables que impliquen, por ejemplo, alguna actividad física o que sean fuera de pantallas, si es que estamos trabajando con ellas", apunta la investigadora en psicología educativa.

"En estos períodos de mayor fatiga, pereza o preocupación, me gustaría reiterar la recomendación de que los niños y niñas duerman entre 9 y 11 horas, hagan al menos una hora diaria de ejercicio físico y no tengan más de dos horas de ocio con pantallas", completa Susana Rodríguez.

¿Es bueno repasar o estudiar en verano?

Y tras nueve meses de empeño y trabajo, por fin llega el 21 de junio. Las vacaciones de verano son el periodo favorito de la mayoría de escolares, ya que les permiten despreocuparse y reponer fuerzas para el próximo curso. Sin embargo, es en este momento cuando a padres y madres les surgen miles de dudas. Una de las más comunes es ‘¿Debo dejarle descansar o es bueno que repase durante el verano?’.

Lo cierto es que no hay una respuesta válida, incluso dentro de la comunidad educativa hay opiniones encontradas. Antonio Leonardo Pastor, por ejemplo, es defensor de que "las vacaciones son para descansar y así poder volver a recibir alimento académico en septiembre".

"Yo recomiendo que aprovechen el verano para jugar al aire libre y descansar. No soy partidario de que hagan ninguna actividad académica, para eso ya tienen el colegio", dice este profesor de Infantil. Si bien recomienda dar un respiro, resalta la importancia de no abusar de las pantallas e incentivarlos a jugar al aire libre y que jueguen con su imaginación".

Leonardo Pastor incluso rechaza la imposición de actividades como la lectura. "El gusto por la lectura es elevado en la mayoría de los niños. Si a un niño le gusta leer, va a ser él el que decida que es hora de coger un libro. Creo que no tememos que imponerles ninguna actividad, tiene que ser libre y tener cierta autonomía", añade el presidente de la Asociación de Directores de Colegios Públicos de A Coruña.