Es verano. En A Coruña puede no parecerlo, pero lo es. Las lluvias y las nubes no han dado respiro en las últimas semanas y pocos han sido los días en los que los coruñeses han tenido oportunidad de disfrutar de una jornada soleada. La esperanza, sin embargo, es lo último que se pierde, por eso los vecinos de la ciudad herculina insisten en tener a mano el bañador. Y es que las escapadas a la playa pueden ser un plan familiar estupendo, pero para disfrutarlo al máximo es imprescindible mantener unos cuidados rigurosos en la piel. Sobre todo entre los más pequeños de la casa.

Una exposición continuada al sol puede significar una mayor desprotección ante la incidencia de las radiaciones ultravioletas, conocidas por su potencial impacto en la salud. Entre las consecuencias que pueden tener a medio y largo plazo está la aparición de melanomas, carcinomas, manchas o simplemente un mayor fotoenvejecimiento.

El cuidado de la piel es vital durante todas las fases de la vida: infancia, juventud, adultez y vejez. No obstante, la dermis puede llegar a ser menos resistente a los impactos solares en los primeros años de vida. Por ello, el doctor Eduardo Fonseca, jefe de servicio de Dermatología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, insiste en la importancia de tomar precauciones en el periodo estival, especialmente los más pequeños de la casa.

Crema solar: ¿Fotoprotector químico o físico?

Muchas veces el peor enemigo de las quemaduras es el descuido: quedarse dormido en la toalla, entretenerse jugando a las palas u olvidarse de echar crema porque se está en el agua, son escenas que se repiten año tras año en todas las familias. Sin embargo, es necesario tomar consciencia de lo relevante que es echarse pantalla solar cada dos o tres horas.

El doctor Fonseca recomienda que los niños renueven la capa de protección cada dos horas como máximo. Eso siempre que tengan edad para ir a la playa. El dermatólogo recuerda que "con apenas unos meses no tiene sentido ir a la playa", por eso recomienda que se eviten los arenales siempre que tengan menos de un año, aproximadamente. "Generalmente tienen la piel más clarita y se queman con mucha facilidad", asegura el jefe de servicio de Dermatología del Chuac.

Pero ¿qué crema se debe elegir? Fonseca se decanta por aquellas específicas para niños, ya que adoptan tener un factor de protección muy alto. Además, subraya la importancia de apostar por fotoprotectores físicos y no por los químicos. Mientras los primeros reflejan la luz solar y repelen la radiación, los segundos sí que absorben la radiación ultravioleta.

¿Qué hacer en caso de quemadura?

Pese a lo que muchos creen, la crema solar no es 'mano de santo'. Esta debe acompañarse con otros elementos como sombreros, gorros y gafas de sol. El doctor Fonseca cita el sentido común como un arma importantísima: "En las horas del mediodía la incidencia es más vertical. Son horas en las que la luz ultravioleta es más agresiva. También son en las que suele hacer más calor", ejemplifica.

Errar es humano, en algún momento del verano seguramente se produzca un despiste o accidente y la quemadura será inevitable. En estos casos, por lo general, no hay de qué preocuparse, pero sí es recomendable reducirlos al mínimo. Lo más recomendable es, a ojos del doctor, echarse aftersun u otra crema grasa.

"Si hay quemaduras más importantes, hay que acudir a un profesional para valorar si es necesario algún otro tratamiento", añade Fonseca.

Más allá de las quemaduras: golpes de calor, sudoración y rozaduras

En los meses de verano se debe prestar atención a otras situaciones de riesgo, como los golpes de calor. Mantenerse hidratado y la forma de vestir son claves para evitar estos episodios. Lo más recomendable es priorizar las prendas frescas, transpirables y aquellas que supongan una barrera para los rallos UVA, como las viseras.

El doctor explica que una sudoración excesiva puede provocar que los niños tengan picores y molestias, especialmente los que padezcan de alguna afección similar a la dermatitis atópica. Especial cuidado debe tenerse con el entorno: el contacto con ciertos animales o plantas, sumado a la radicación, puede provocar reacciones de fotosensibilidad. "Pueden aparecer ampollas e incluso quemadura intensa", detalla Fonseca.