Para recorrer los Ancares gallegos, conectados naturalmente con los leoneses, hay que tener ganas, pues nos esperan sinuosas e interminables carreteras de montaña y muchos kilómetros entre aldea y aldea. A cambio recibiremos el mejor de los premios: disfrutar de un idílico paisaje salpicado de viejas pallozas, hórreos y casas de piedra que encajan a la perfección en un paraje natural de frondosos bosques, murmurantes riachuelos y afables vacas paciendo en las laderas de alta montaña.

Los Ancares gallegos están en la provincia de Lugo, lindando con León y muy cerca de la comarca de El Bierzo. Es un perfecto destino de turismo rural en cualquier época del año. En primavera y verano para recorrer alguna de sus rutas o senderos y mojar los pies en los “regatos”; en otoño e invierno para refugiarse en una rústica casa rural y disfrutar del crepitar del fuego en la “lareira” o meterse entre pecho y espalda un abundante cocido montañés. 

O Cebreiro

Hay muchos pueblos que visitar en los espectaculares Ancares lucenses. Quizá el más conocido por bonito y por accesible sea O Cebreiro, muy cerca de Pedrafita, paso del Camino de Santiago, con sus seis pallozas restauradas, decenas de hostales y restaurantes típicos donde paladear las delicias gastronómicas de la zona. 

Pero si hay una aldea que conserva la esencia de Ancares, de la vida en la montaña y de las tradiciones esa es O Piornedo. Quizá por su especial situación, a 1100 metros de altitud, alejada de todo, y por la dificultad de alcanzar la zona en algunas épocas del año en las que la carretera llega a cortarse por lluvias o intensas nevadas, O Piornedo ha logrado preservar su modo de vida. No es un simple escenario, no es un decorado turístico. 

Aldea O Piornedo

Aunque la amenaza de la España Vaciada se cierne como espada de Damocles sobre estos pequeños pueblos, aquí todavía vive gente que se aferra a sus tradiciones, sigue cuidando de sus cultivos, llevando al ganado a pastar y reuniéndose en el único bar del pueblo, la Cantina Mustallar. Sin embargo, es bien cierto que a partir de 1970, con la llegada de la carretera y los coches a esta zona, se abrió una vía de comunicación con el resto del mundo que provocó la migración de parte de su población. Hoy en día tan sólo quedan una treintena de habitantes en O Piornedo. 

Aún así, la aldea entera es un magnífico conjunto etnográfico formado por casas de montaña, pallozas, hórreos y alpendres, construcciones características de estos pueblos de alta montaña. Las pallozas, de época prerromana, son su elemento más llamativo, con su base de piedra y su singular techumbre vegetal que evita que entre al interior hasta la nieve más espesa. 

Detalle pallozas

Las pallozas estuvieron ocupadas hasta hace pocos años y servían como vivienda, granero y establo, ya que humanos y animales compartían el mismo espacio para darse calor. Hoy se conservan 14 pallozas en muy buen estado y una de ellas se ha restaurado y habilitado como museo etnográfico, la Casa do Sesto, habitada hasta 1970. Es tal su valor e importancia que se han declarado Bien de Interés Cultural. 

Hacia la palloza Casa do Sesto

No hay que quedarse sólo en este elemento arquitectónico, pues son muchas las manifestaciones constructivas de interés en O Piornedo, como sus hórreos cuadrados, de cuatro pies y a cuatro aguas, que servían para almacenar las cosechas y mantenerlas a salvo de ratas y otras alimañas. En lo alto del pueblo, además de una pequeña ermita dedicada a San Lorenzo, encontramos uno de los mejores miradores para contemplar la aldea casi a vista de pájaro y obtener una buena perspectiva de sus pallozas y viviendas tradicionales.

Hórreo O Piornedo

Los amantes de las buenas caminatas hallarán aquí un paraíso de montaña para poner a punto sus botas, eso sí, los tramos son duros y no aptos para principiantes: la Ruta del Pico Mustallar, la Ruta del Pico Agulleiro y la Ruta dos Tres Bispos son los principales caminos que recorrer para disfrutar de algunos de los paisajes de montaña más espectaculares de Galicia. 

Emma Sexto

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