Todo aquel viajero que se acerca a conocer O Courel queda maravillado ante la naturaleza desbordante de una de las sierras más ricas del noroeste español desde el punto de vista geológico. Formada por valles frondosos con gran variedad de robles, hayas, castaños y avellanos, en ella conviven cabras, corzos, ciervos, jabalíes, zorros y lobos en perfecta armonía con el entorno y con los humanos que allí habitan.
Hasta hace algo menos de un siglo O Courel estaba tan aislado que ni siquiera tenía carretera que lo comunicara con el resto del mundo. Sus habitantes iban de un pueblo a otro por sendas que cruzaban valles y bosques y que hoy son rutas señalizadas de senderismo. Fue precisamente ese aislamiento el que propició que muchos de los usos, costumbres y fiestas populares de esta zona de montaña hayan llegado hasta nuestros días sin contaminarse, tal como fueron creados por la tradición.
Una de estas fiestas de O Courel es el magosto, que nace de la veneración a uno de los frutos que la naturaleza regala en abundancia en la zona: la castaña. Hay tal cantidad de castaños en O Courel que se estima que sólo se recogen el 10% de las castañas disponibles en estos montes lucenses (unas 20 ó 30 toneladas), de hecho es la zona de la comunidad gallega donde hay más castaños por kilómetro cuadrado. La castaña sustituía a la patata en época de escasez, convirtiéndose en la base de la alimentación en otoño e invierno. Con ella se elaboraba el bullote, harina de castaña, en los molinos harineros que hoy podemos encontrar dispersados, unos en mejor estado de conservación que otros, por toda la sierra.
Cuando el otoño llega a O Courel y empiezan a bajar las temperaturas, se encienden las lumbres en las “lareiras”, los vecinos se reunen alrededor del fuego y comienzan a contarse leyendas populares en las que los protagonistas son los trasnos, las meigas, la Santa Compaña. En este mágico ambiente se aprovecha para asar castañas, ya que el bosque las produce en abundancia. Así nació el magosto, unido a las matanzas que tenían lugar en la misma época, como el San Martiño del 11 de noviembre. Las castañas se asaban directamente en la tierra, sobre un lecho vegetal, o bien en una parrilla metálica sobre el fuego, y podían servirse solas o acompañadas por miel, otro manjar también abundante en la zona.
Hoy en día la tradición sobrevive, como en otras zonas de Galicia, y la Festa da Castaña se celebra principalmente en dos núcleos de la sierra: Folgoso y Seoane, los años pares en la primera y los impares en la segunda, siempre a principios de noviembre.
Durante la fiesta se puede observar cómo se elabora el magosto de forma tradicional y degustar de forma gratuita tanto castañas asadas como vino de la tierra de la primera cosecha de temporada. La celebración se acompaña de talleres de temática gastronómica, venta de productos locales y artesanía y actuaciones musicales, en una tierra en la que la música tiene gran importancia como nexo de unión vecinal. Es una fiesta de gran tradición que tiene lugar desde 1986 y que en 2013 fue declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia.
Si decides vivir el magosto en O Courel debes saber que la sierra tiene incontables atractivos para completar tu visita. Como las aldeas de Vilar, Seceda o Froxán, de arquitectura tradicional en piedra, miradores como el Alto do Boi, la Pena do Teso Grande, o el Pico de Formigueiros, conocido como el “techo do Courel” por su altitud, o el museo etnográfico “Casa do Ferreiro”, con una interesante muestra de herramientas y objetos usados por los habitantes de la zona.
Pero sobre todo O Courel posee uno de las joyas naturales de Galicia, la Devesa da Rogueira, considerado el bosque gallego por excelencia y el primero en España en certificar la conservación de la biodiversidad y donde, con suerte, todavía se pueden avistar osos en libertad en una de las zonas con más encanto de la provincia.
Emma Sexto