Rincones de Galicia: El monte de San Roque en Viveiro
Conquistando desde las alturas la Ría de Viveiro, el Monte de San Roque, rodeado de tradiciones y leyendas, permite disfrutar de una de las vistas más conocidas de Viveiro.
4 enero, 2021 06:00Dice la leyenda que cierto día que los santos San Roque y San Martiño se encontraron, tuvieron una fuerte discusión. Tras ella, cada uno se retiró a su monte, malhumorados. Desde allí, San Roque comenzó a arrojar piedras a San Martiño, con tan mala puntería que no acertaba ni una, desatando las burlas de San Martiño, que a su vez despertaron la ira de San Roque. Éste se enfadó tanto que cogió todas las piedras de su monte y se las tiró, de forma que no dejó ninguna. Es por eso que hoy en día, el Monte de San Roque no tiene ni una sola piedra, mientras que el Monte Castelo, donde se ubica la Capilla de San Martiño, está lleno de ellas.
En la actualidad, el Monte de San Roque es uno de los espacios de ocio más apreciados por los vecinos de Viveiro para disfrutar al aire libre o realizar alguna ruta de senderismo por sus inmediaciones. No es para menos, pues desde sus 353 metros de altura sobre el nivel del mar se disfruta de una panorámica de lujo sobre la Ría de Viveiro, de la misma localidad viveirense con su característica Playa de Covas y del puerto de Celeiro, uno de los más importantes de Galicia. También puede contemplarse la Isla Coelleira, la mayor de las islas de Lugo y también de las islas cantábricas de Galicia.
A pie de monte desemboca el río Landro, que se une en este tramo al Mar Cantábrico y forma en esta zona de ría un extenso humedal o marisma de gran valor ecológico.
El acceso al Monte de San Roque desde Viveiro puede hacerse en caminata de no más de 4 km o bien en coche por la Rúa Antonio Bas o por el Camiño do Real. Ya en su cima encontramos una amplia área recreativa donde destaca una curiosa reserva natural de fauna con animales en semilibertad, formada por gamos, ponis, ñandúes y burros.
Pero lo que da nombre al monte y todo el sentido a la leyenda es la Capilla de San Roque, construida a finales del siglo XIV y restaurada en 1963. Este pequeño templo está dedicado a San Roque, patrono de la ciudad por haberla librado de la peste negra durante la Baja Edad Media. Y es que la peste azotó con fuerza la zona el s.XIV, por lo que se decidió blindar Viveiro cerrando sus puertas de acceso a todos aquellos que pretendieran entrar a la ciudad. La epidemia volvió en 1598, pero gracias a esa medida protectora, Viveiro se libró de contagios.
Fue entonces cuando se decidió honrar a los patronos de la ciudad, San Roque y Santo Tomás, con una gran romería junto a la capilla cada 16 de agosto, en la que los vecinos se reunen para celebrar misa y acompañar al santo en procesión. A continuación tiene lugar una comida campestre, ya que la zona dispone de barbacoas y mesas de piedra.
Muy cerca de este enclave se encuentra el magnífico mirador de piedra, protegido por una balaustrada de madera, desde donde deleitarse con las mencionadas vistas de la Ría de Viveiro dominando el paisaje.
Si seguimos nuestro recorrido por el monte y descendiendo unos metros desde la capilla, se descubre ante nuestros ojos un sendero que desemboca en la conocida como Cueva del Santo, un espacio sagrado hasta hace unos años, abandonado y recuperado en 2018. La cueva, oculta en un peñasco, está coronada por una cruz, y se dice que en ella se apareció el santo de Montpellier.
Completando el conjunto, próximos a la capilla hay un hórreo y un cruceiro, que con toda probabilidad fue esculpido en piedra por los Carboeira, una prestigiosa dinastía de Canteros de la parroquia de Román, en Vilalba.
Como perfecto colofón a este recorrido merece la pena desviarse unos 3 km hasta el Penedo do Galo, que con 550 metros de altitud es uno de los montes más altos de los que rodean Viveiro.
Emma Sexto