Cerca del puente romano que indica el inicio de A Ramallosa se encuentra la casa de Robin Mooty, una estadounidense que llegó a Nigrán y se enamoró del pueblo, en el que se instaló con su familia. Ahora, tres años después, ha creado junto a su marido un espacio único en el que disfrutar de la tranquilidad y la naturaleza de esta zona.
"Cuando compramos la casa había un viejo galpón que nos llamó mucho la atención porque enseguida vimos el potencial que tenía", dice Robin. Se refiere a una pequeña edificación que hay en la misma finca, con acceso separado y total independencia de la casa principal.
Con mucho trabajo y paciencia, han conseguido crear una coqueta "casita", con una única habitación, una cocina y un baño, además de su terraza independiente. Su propio patio delantero le confiere un aire único a este pequeño rincón rural en el corazón del Val Miñor.
La idea es que los peregrinos puedan disfrutar de un lugar tranquilo en el que descansar, "por eso tenemos licencia de alojamiento turístico: simplemente es una habitación, con una cama de matrimonio y poco más. Es funcional y perfecto para una o dos personas que vengan a relajarse".
Robin habla del trabajo y de la dedicación que han empleado su marido y ella en este proyecto, cuidando cada detalle y convirtiendo un espacio pequeño en una habitación con infinidad de posibilidades. "La cocina lo convierte en independiente, no tienes que preocuparte de encontrar lugares donde comer y cenar, esta puede ser perfectamente tu casa los días que estés aquí".
La dueña del alojamiento también cuenta que ofrece un completo desayuno americano a cualquiera que se lo pida "cuando yo llegué a España y me ofrecieron solo una tostada en el desayuno busqué el huevo hasta debajo del pan. Me gustaría que mis huéspedes se sintieran como en casa, vengan de donde vengan".
El esperado Año Santo
Cuando se instalaron en el Val Miñor, Robin y su marido pensaron que su pequeño galpón sería ideal para acoger a aquellos que hiciesen el Camino Portugués, pero la pandemia truncó sus planes. "Tardamos mucho en reformar este espacio y en marzo se paralizó por completo, cuando por fin estábamos preparados para recibir peregrinos no había peregrinos", lamenta.
Lo que no esperaban es que hubiese, igualmente, mucha afluencia de público. "En inglés tenemos un término para definir esto, lo llamamos staycation: te vas de vacaciones sin salir de casa. La gente está utilizando nuestra casita rural como escapada de fin de semana desde Vigo, desde Pontevedra, desde Baiona… siempre que el cierre perimetral lo permite", cuenta Robin.
Ahora sí que creen que empezarán a tener más afluencia de peregrinos, ya que el Año Xacobeo y la mejora de la situación epidemiológica gracias a la esperada vacuna prometen atraer a más gente que estos últimos meses.
El turismo necesario
"Según vaya mejorando la situación también queremos ofrecer planes a nuestros huéspedes: que puedan visitar la zona, dar algún paseo por la naturaleza, llevarlos a conocer algunos de los edificios históricos del valle…" Robin se refiere a la enorme riqueza paisajística e histórica del Val Miñor, que comienza en el Puente Romano y acaba en las enormes playas de Nigrán.
El emplazamiento privilegiado de esta casita permite disfrutar de la tranquilidad de un pueblo marinero que se llena de vida en verano. "Nosotros ofrecemos una habitación tranquila, los vecinos no sabrán que hay turistas y los turistas no sabrán que hay vecinos: no se pueden hacer fiestas y, por supuesto, no van a poder alojarse grupos porque no cabrán", asegura la propietaria de este pequeño alojamiento.
Con esto también quieren alejar las dudas sobre el uso la plataforma Airbnb, en la que tienen colgado su alojamiento, "nosotros no queremos convertir el barrio en un sitio lleno de turistas, ofrecemos un espacio muy singular que solo elegirán determinadas personas. Ahora mismo hay muchas parejas que quieren viajar y tienen que alojarse en hoteles de ciudades cercanas, nosotros facilitamos esos viajes tranquilos y en pareja".