El más importante de los ríos gallegos, el Miño, busca en esta bella zona pontevedresa su camino hacia el mar, vigilado por un castro de más de 2000 años de antigüedad y acompañado de viñedos, monasterios y catedrales. Es la Comarca do Baixo Miño, al sur de las Rías Baixas, donde mar y monte se funden en un paisaje único y sorprendente. Te llevamos al Baixo Miño a través de diez visitas imprescindibles.
1. La histórica villa de Baiona
La historia de Baiona está estrechamente vinculada al Descubrimiento de América, ya que fue el primer puerto europeo donde se anunció el acontecimiento. De ahí procede su famosa Festa da Arribada que mueve a cientos de visitantes cada mes de marzo. Su Fortaleza de Monterreal, hoy convertida en parador de lujo y visitable en parte, domina toda la villa y es uno de los emblemas del municipio.
Playas, montes, casco histórico, buen marisco y miradores de vértigo culminan una estancia perfecta en una de las villas más turísticas de las Rías Baixas.
2. El espectacular mirador de O Cortelliño
Uno de los mejores miradores del Baixo Miño es el Mirador de O Cortelliño, desde el que se contempla a lo lejos las Rías Baixas en toda su plenitud. Para encontrarlo deberemos dirigirnos al Monte de A Groba, que con sus 648 metros es el punto de mayor altitud del municipio de Baiona. A la salida de esta villa tomaremos una subida a mano izquierda, dirección A Guarda, que nos llevará durante 11 kilómetros hasta la cima del monte.
No sólo merece la pena subir a A Groba por ser un gran observatorio, ya que todo el entorno es idílico, con el río Groba murmurando a nuestro paso, rodeado de pinos y matorrales y con caballos salvajes y alguna que otra vaca despistada pastando en sus laderas. Con suerte, te toparás con algún petroglifo de la Edad de Bronce que representa a este animal, al caballo, testimonio de que el monte fue habitado hace siglos.
3. El excepcional Monasterio de Santa María de Oia
El Monasterio de Oia, declarado Bien de Interés Cultural en 1931 por su importancia cultural y arquitectónica, es uno de los pocos cenobios gallegos situados junto al mar. Esta especial ubicación lo convierte en idílico, pero también lo hizo vulnerable en el pasado frente a los ataques y saqueos marítimos. Esto no fue óbice para que Santa María de Oia fuera también baluarte defensivo de estas costas, sobre todo cuando en el S. XVII los monjes lograron detener un grave ataque de la flota turca.
Construido en el S. XII, durante el reinado de Alfonso VII, el monasterio es una interesante amalgama de elementos románicos, góticos y barrocos, consecuencia de las diversas reformas que sufrió hasta el s. XVIII. Es, sin duda, una de las visitas culturales de ineludible visita en el Baixo Miño.
4. A Guarda, espíritu marinero
Con una espléndida fachada marítima, la animada villa de A Guarda te sorprenderá, y no sólo por su famosa langosta o su lamprea. Para sumergirte en el auténtico espíritu marinero de A Guarda acércate al Monumento ao Mariñeiro, merecido homenaje a la gente del mar, y al Museo do Mar, ubicado en la réplica de una antigua atalaya al final del paseo marítimo, donde verás una interesante muestra de objetos de pesca y una curiosa colección de joyas.
Ahonda en su tradición pesquera en la lonja y en las típicas casetas de pescadores, unos de los puntos más turísticos y visitados, pero no por ello menos auténticos, de A Guarda, donde serás consciente de la importancia del mar en esta bella población costera.
5. El Castro galaico de Santa Trega
Una visita al Baixo Miño no estaría completa sin la subida a uno de los montes más sagrados de Galicia: el Monte de Santa Trega (Santa Tecla en castellano) y su imponente castro galaico, declarado Monumento Histórico Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural.
Allí vivieron pueblos de la etapa final del Neolítico gallego, 2000 años antes de la construcción del castro. Se cree que el castro tuvo una ocupación continua entre los siglos I a.C. y II d.C. y a partir de ese momento vivió un proceso de abandono. En el emplazamiento castrexo podemos ver las construcciones circulares propias de un castro y también un museo, dos Via Crucis de los siglos XVII y XX y la Ermita de Santa Trega.
Pero además es un mirador espectacular hacia el Miño y hacia Portugal, por lo que sus antiguos pobladores no sólo disfrutaban de la defensa que el pueblo amurallado les proporcionaba, si no también de una panorámica privilegiada.
6. O Rosal, zona de viñedos
El famoso vino de O Rosal se cría en un paraje privilegiado, ubicado justo donde el Miño se une con el Océano Atlántico. Una orografía especial ayudada por un clima excepcional de temperaturas suaves y lluvias abundantes.
Visitar alguna de las bodegas de O Rosal, donde el albariño convive con tras variedades de la zona, es una experiencia sensorial cada vez más demandada para aquellos que hacen del enoturismo su principal afición. Muchas de estas bodegas, emplazadas en pazos y fincas rústicas de gran encanto, se inspiran para elaborar sus vinos en la tradición artesanal de los “poteiros” de O Rosal, conjugando modernidad y tradiciones. Es una de las actividades imprescindibles que realizar en el Baixo Miño para acercarse a la idiosincrasia de esta bella comarca gallega.
7. Muiños do Folón e do Picón, únicos en Europa
Es una de las rutas de senderismo más demandadas de la provincia de Pontevedra, que aúna en su recorrido distintos elementos de gran valor etnográfico y paisajístico. La PR-G 94 Ruta dos Muíños do Folón e do Picón, en O Rosal, nos permitirá disfrutar de un agradable paseo por los molinos del mismo nombre, hoy declarados Bien de Interés Cultural.
A lo largo del recorrido nos iremos encontrando los molinos do Folón e do Picón, un numeroso conjunto formado por 67 molinos con la peculiaridad de estar dispuestos en cascada en la ladera del monte Campo do Couto. Son de propiedad privada, aunque cedidos al Concello de O Rosal para su mantenimiento y explotación como atractivo turístico.
8. La medieval villa de Tui
La acogedora villa de Tui , próxima a la frontera con Portugal, dispone de uno de los conjuntos históricos más bonitos de Galicia, declarado Bien de Interés Cultural y uno de sus principales atractivos. Su reducido tamaño lo hace fácilmente abarcable a pie, por lo que para conocer la esencia y orígenes de Tui conviene caminar de arriba a abajo por su casco medieval, lleno de calles empedradas, casas blasonadas y monumentos religiosos.
De entre los últimos sobresale la Capela de San Telmo, ejemplar único del barroco portugués en Galicia, que fue edificada sobre la casa donde falleció el santo dominico en el siglo XIII. Otros edificios religiosos de importancia son el Convento de las Clarisas, el de los Dominicos, la Iglesia de San Francisco o la iglesia de San Bartolomeu de Rebordáns, del siglo XI, que atesora unas magníficas pinturas murales del siglo XVI.
Pero la verdadera protagonista de la villa de Tui es su Catedral de Santa María del S. XII, que preside con elegancia su casco histórico y dispone del mayor claustro medieval conservado en Galicia, con la única sala capitular románica de la comunidad.
9. Monte Aloia, el primer parque natural de Galicia
Es el primer parque natural de Galicia, declarado como tal en 1978. El Monte Aloia es un privilegiado mirador sobre el Miño y una fuente inagotable de leyendas. De él se dice que es el verdadero Monte Medulio, aquel donde las tribus celtas asediadas por los romanos decidieron quitarse la vida antes de caer en batalla.
Es el Monte Aloia el escenario natural donde la sabiduría popular afirma que el viento fertiliza a las yeguas salvajes y es, además, un extraordinario mirador con vistas al Miño.
10. La fortaleza de Goián en Tomiño
Volvemos a Tomiño para dirigirnos a su antigua fortaleza militar, conocida como Fuerte de San Lourenzo, que está incluido en el Sistema Fronterizo de Goián-Vilanova de Cerveira, pues al otro lado del Miño encontramos de frente esta vecina localidad portuguesa.
La finalidad del Fuerte de San Lourenzo fue defender la costa gallega de cara a un posible conflicto con Portugal una vez finalizada la Guerra de Restauración en el año 1668. Por sus dimensiones, más que una fortaleza parece un elemento de control de la frontera fluvial, aunque su importancia hoy en día radica en las bonitas vistas a Vilanova de Cerveira y la existencia de una tranquila playa fluvial en sus inmediaciones.
Emma Sexto