Con 162,4 kilómetros de longitud y ocho completas etapas, el Camino Portugués satisface a los peregrinos más exigentes, ya que ofrece por igual trechos costeros en los que disfrutar del paisaje marino, monasterios y fortalezas, castros celtas y poblaciones históricas como Baiona. 

De este itinerario hay cuatro magníficas tramos que transcurren casi junto al mar hasta llegar a Redondela. Es el trecho conocido como Camino Portugués por la Costa, que consta de cuatro etapas: una más breve de A Guarda a Oia, la segunda de Oia a Baiona, la más extensa con 22 kilómetros de Baiona a Vigo, y por último de Vigo a Redondela. Es en esta localidad donde el camino de la costa se une a la ruta jacobea portuguesa, fundiéndose en una única travesía. 

A Guarda – Oia: un castro centenario y un monasterio junto al mar

Castro de Santa Trega (Foto: turismo.gal)

La ruta del Camino Portugués por la Costa discurre en paralelo al río Miño en sus primeros pasos, adentrándose en su gran estuario. En este punto, dominando la desembocadura del legendario río, se encuentra el Monte de Santa Trega con su castro del S. IV a.C. que además de ser uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Galicia, supone un espectacular mirador hacia el Atlántico y la costa portuguesa. 

A sus pies, el pueblo pesquero de A Guarda, con su magnífica fachada marítima y su animado puerto. 

 Monasterio de Oia (Foto: turismo.gal)

Prosiguiendo el Camino, el siguiente enclave de interés es Oia, que destaca por su bien conservado monasterio cisterciense de Santa María de Oia, con su notable frente barroco. El monasterio fue, antaño, fortaleza defensiva y logró detener ataques de barcos enemigos, siendo uno de los pocos cenobios de Galicia construidos junto al mar.

De Oia a Baiona: tras los pasos del Descubrimiento

Cabo Silleiro (Foto: turismo.gal)

La ruta hace uno de sus recodos más notables para llegar a Cabo Silleiro, que marca el punto de entrada a la ría de Baiona por el sur. Entramos en territorio resguardado, en la bella Ría de Vigo, donde nos recibe la villa histórica de Baiona, con sus intrincadas calles, sus amables plazas y su espléndida Fortaleza de Monterreal, hoy parador de turismo. Los avatares de la historia unen a Baiona con el Descubrimiento de América, ya que fue el primer puerto donde recaló la carabela Pinta en 1493, tras la hazaña de Colón.

De Baiona a Vigo: una de las rías más bellas de Galicia

Fortaleza de Monterreal (Foto: turismo.gal)

Cruzando el Puente medieval de A Ramallosa seguimos nuestra andadura hasta llegar a Panxón donde se encuentra una de las playas más frecuentadas de la zona, el arenal de Playa América. En esta misma parroquia del municipio de Nigrán se alza el llamativo Templo Votivo del Mar, consagrado a la Virgen del Carmen que, aunque construido a principios del S. XX., se inspira en el arco visigodo del S. VII próximo al templo. 

La próxima parada es la ensenada de Samil, que anuncia la entrada a la siempre encantadora y caótica ciudad de Vigo, con un casco urbano siempre en evolución y una zona vieja llena de inesperados y fotogénicos rincones. 

De Vigo a Redondela: enlazando con el Camino Portugués

Vistas desde el Campo da Rata Redondela (Foto: Shutterstock)

Dejamos Vigo atrás y alcanzamos Redondela, pasando Teis y muy cerca de la Ruta dos Muiños do Fondón

Antes de llegar al pueblo de los chocos, los “maios” y el Entroido de Verán, si todavía tenemos fuerzas deberíamos ascender hasta el llamado “mejor banco del mundo”, otro de los muchos bancos panorámicos que hay en Galicia y que ofrece una perspectiva impactante de la Ría de Vigo con sus bateas y el Puente de Rande, una imagen difícil de olvidar. 

Dejamos atrás la Ensenada de San Simón y la isla del mismo nombre, y aunque la andadura costera continúa hasta la bonita ciudad de Pontevedra, el Camino Portugués por la Costa finaliza aquí, al igual que nuestra aventura. 

Emma Sexto

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