Pequeños, paseables, bonitos y acogedores. Así podrían definirse los diez pueblos gallegos de esta lista, ideales para visitar en invierno porque al encanto de sus calles empedradas y sus casas tradicionales suman la belleza de los paisajes que los rodean. 

En algunos, incluso, podemos encontrar nieve y cobijarnos al amparo de una “lareira” a disfrutar de un buen caldo o cocido de nuestra tierra. ¡No hay nada más acogedor que comer al calor de la lumbre tras una fría mañana en el exterior!

1. Allariz y su casco histórico medieval

 Paseo del río Arnoia (Fuente: allariz.gal)

La imagen icónica de Allariz es su puente románico junto al Arnoia, río que cruza la villa y se convierte en uno de los espectadores de la vida diaria de la localidad con su permanente presencia. A su alrededor nacen espacios naturales, playas fluviales y zonas de ocio que hacen las delicias de vecinos y visitantes. 

El pequeño casco histórico de Allariz es una delicia para pasear en cualquier época del año, repleto de reminiscencias medievales y un pintoresco Barrio Judío. El cercano Ecoespazo O Rexo y sus aldeas históricas, hacen que Allariz se proclame como una perfecta escapada invernal en la provincia de Ourense. 

2. Ribadavia y sus termas

 Museo do Viño de Galicia (Fuente: museovinogalicia.xunta.gal)

Ya en tiempos de los celtas, los primeros pobladores de Ribadavia, se descubrió el potencial de la villa como tierra de minas, oro y aguas termales ricas en minerales, siendo en la actualidad uno de los centros termales más importantes de Galicia. Son precisamente las termas uno de los atractivos invernales de Ribadavia, un plus para animarse a conocer este bello pueblo ourensano en pleno invierno. 

Además de este atractivo Ribadavia cuenta con muchos otros, desde su Castillo de los Sarmiento hasta su histórico Barrio Judío, donde el tiempo parece haberse detenido en cada una de sus callejuelas. Por si fuera poco, es zona de viñedos, que se disponen sobre valles y laderas y dan como fruto uno de los caldos con denominación de origen más exquisito de la comunidad gallega: el Ribeiro

¿Y si llueve? Nada mejor que visitar alguno de sus interesantes museos históricos o acercarse al Museo do Viño de Galicia, en las afueras de la villa, situado en un entorno idílico en una antigua casona del siglo XVIII. Fue creado en 2019 para recuperar, documentar, conservar y difundir el patrimonio cultural vitivinícola de Galicia y acercarlo al público en general. La entrada, además, es gratuita. 

3. Melide y su gastronomía

 Peregrinos a su paso por Melide (Fuente: Turismo de Melide)

Hay muchos motivos por los que visitar Melide en invierno. Entre sus atractivos destaca su patrimonio arqueológico, pues en el municipio se han encontrado numerosos castros de la Edad de Hierro e importantes objetos que hoy se exponen en el museo de la localidad. La villa de Melide también alberga muestras de monumentalidad como iglesias y pazos barrocos que pueden suponer un refugio instantáneo ante la lluvia invernal. 

Su incesante paso de peregrinos, por ser cruce de los Caminos Primitivo y Francés, convierte a Melide en centro del movimiento cultural de la comarca. Su exquisita gastronomía formada por pulpo y queso artesanal, hacen de este pueblo coruñés un punto de interés en cualquier viaje por la provincia de A Coruña y uno de los pueblos más acogedores de Galicia. 

4. Mondoñedo y su catedral arrodillada

Catedral de Mondoñedo (Fuente: turismo.deputacion.lugo.gal)

El principal reclamo turístico de Mondoñedo, elegido uno de los Pueblos más bonitos de España, además de sus famosas tartas, es su Catedral, cuya fachada mezcla diferentes estilos y en la que destacan sus dos torreones barrocos. Pero Mondoñedo reserva al visitante lo mejor de su arquitectura en su casco histórico y en los pintorescos barrios que lo rodean, como el Barrio dos Muiños, en su pequeña judería y sus calles de aspecto medieval

Las incontables rutas de senderismo que rodean la villa y la visita a la Cova do Rei Cintolo ponen el toque natural y, en el caso de la segunda, aventurero, a una escapada a este municipio, rey no sólo de las tartas si no de la monumentalidad, en la Mariña Central lucense.

5. O Cebreiro y la nieve

O Cebreiro en invierno (Fuente: Shutterstock)

Nunca falta en la lista de los pueblos más bonitos de Galicia. Por sus miradores únicos con vistas a la Sierra de Ancares, por sus singulares pallozas, símbolo de la arquitectura tradicional de montaña, por su iglesia medieval vinculada al Santo Grial, por su gastronomía elaborada con productos del monte, por su autenticidad rural. Por todo eso y más hay que conocer O Cebreiro como uno de los pueblos más destacados del interior de Galicia. 

O Cebreiro es uno de esos pueblos de Galicia en los que podemos encontrar nieve en invierno. Que el frío de esta época del año no te eche para atrás a la hora de visitar O Cebreiro porque podrás degustar un buen caldo o un lacón con grelos en alguno de sus restaurantes tradicionales, como el Mesón Antón. 

6. Pontedeume y las Fragas do Eume

Pontedeume (Fuente: Istock)

Puerta de entrada al Parque Natural das Fragas do Eume, Pontedeume destaca por su casco histórico medieval, por su regio puente de piedra que da la bienvenida a la villa y por su Torreón de los Andrade, familia que ha marcado la historia del municipio. 

Callejear por Pontedeume siempre es un placer, con sus calles empedradas en las que podemos encontrar algún que otro soportal para resguardarnos de la lluvia. 

Además en Pontedeume está una de las mejores y más acogedoras casas rurales de Galicia, la Casa do Castelo de Andrade, una casa de piedra con bonitos y amplios jardines situada junto al Castelo dos Andrade y con espectaculares vistas hacia Pontedeume y su ría. 

7. Pazos de Arenteiro y sus mil años de historia

Pazos de Arenteiro (Fuente: J.J. Álvarez vía Concello de Boborás)

Con más de mil años de historia documentada a sus espaldas y un Conjunto Histórico Artístico único en el rural gallego, Pazos de Arenteiro es uno de los conjuntos etnográficos mejor conservados de Ourense y de Galicia y que, además, dispone de todos los elementos típicos de la arquitectura tradicional gallega: pazos o casonas señoriales, dos puentes de origen medieval y una iglesia románica del s. XII en perfecto estado de conservación. 

Es un destino poco conocido y muy recomendable para una escapada invernal en un alojamiento con encanto que combina lo tradicional (piedra y madera) con toques de modernidad y los mejores servicios: es la Aldea Rural Pazos de Arenteiro, un clásico del turismo rural gallego que además dispone de restaurante. 

8. Castro Caldelas y la Ribeira Sacra

Casco histórico de Castro Caldelas (Fuente: Shutterstock)

Quien se disponga a visitar Castro Caldelas descubrirá un municipio rico en viñedos y bosques mágicos regados por caudalosos ríos, un impresionante cañón sobre el Sil bajo sus espectaculares miradores, un importante patrimonio formado por arquitectura religiosa y monumental y una gastronomía de corte tradicional que hacen de este rincón de la Ribeira Sacra una perfecta base para visitar el resto de la comarca. 

Una de las cosas imprescindibles que hay que hacer al llegar a Castro Caldelas es dar un tranquilo paseo por las calles de su casco histórico, de reconocida belleza. No en vano la localidad ha sido declarada como uno de los Pueblos más bonitos de España junto con Mondoñedo y A Ponte Maceira. 

9. Arzúa, la cuna del queso

Fervenza das Hortas (Fuente: arzua.gal)

Arzúa está considerada una de las cunas del queso gallego y es una de las últimas etapas del Camino Francés. 

Son estos dos elementos los que marcan la esencia arzuana, pues alrededor del queso se ha creado una importante industria manufacturera y el Camino ha supuesto para Arzúa un importante impulso cultural alrededor del cual han nacido numerosos edificios religiosos. Su bonito entorno natural, con el Embalse de Portodemouros y la Fervenza das Hortas, completan la oferta de interés turístico de los alrededores y convierten la zona en un “top” del turismo rural de invierno en Galicia. 

10. Vilanova dos Infantes, el encanto de lo pequeño

Vilanova dos Infantes (Fuente: Shutterstock)

Esta pequeña parroquia del municipio ourensano de Celanova fue un “concello” independiente hasta 1927. El origen medieval de Vilanova dos Infantes se refleja en todas y cada una de sus construcciones pero sobre todo en su Torre reconstruida, único resto de lo que fue una bella fortaleza del s. X. 

Sus calles empedradas, sus acogedoras plazas y sus festejos tradicionales hacen de Vilanova dos Infantes un reducto medieval que todavía conserva gran parte de su esencia original y que convierten a esta pequeña localidad en un bucólico destino de invierno para aquellos que busquen refugio en el encanto de lo rural. 

Emma Sexto

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