Bonhomme Hospitality, el grupo hostelero estadounidense mundialmente conocido por sus locales de Chicago, acaba de aterrizar en Galicia. Tras este proyecto, Daniel, fundador y director creativo del grupo Bonhomme y Juan Carlos, director de Casa Beatnik Country House.
Los hermanos Alonso Monteagudo han llegado para revolucionar el mundo de la hostelería ofreciendo una experiencia para todos los sentidos que promete hacernos viajar alrededor del mundo.
Hemos visitado Casa Beatnik para contarte por qué este lugar de fachada rosa rodeado por infinitos viñedos promete ser uno de los lugares favoritos para las y los amantes del lujo accesible. ¿Nos acompañas? Bienvenidos al paraíso.
El concepto de Casa Beatnik fue desarrollado en Chicago hace seis años inspirándose en esa generación de librepensadores bohemios que englobó artistas, músicos, escritores, diseñadores… de los años 50 y 60. Un buen ejemplo de esta generación podría ser Yves Saint Laurent, el famoso diseñador francés supuso una revolución en su época por su rebeldía, ambición y capacidad para combinar presente y pasado. “El buen diseño y el estilo no tendría que estar limitado a la gente pudiente, sino que debe ser accesible para todos”, afirma Daniel Alonso Monteagudo, jefe de Bonhhomme Group, “queremos alargar esa filosofía al mundo de la hostelería y la restauración”.
Buen diseño, buenos vinos, buen comer, buena música…. Buenas experiencias, en definitiva, que nos sorprendan y nos hagan viajar sin tener que irnos demasiado lejos. "Si tuviera que describir el estilo de nuestros diseños y marcas, diría que somos pura alegría de vivir", afirma Daniel. Seducción, romanticismo, elegancia… Así es Casa Beatnik.
De Chicago a Galicia; una apuesta segura
Que el emblemático grupo ubicase este nuevo proyecto en Galicia no fue fruto del azar. “Nuestra familia es gallega, siempre pasamos allí los veranos, por lo que nuestro vínculo con la tierra es muy familiar”, aclara Daniel, “es un rincón de España que amamos”. El potencial de Galicia es maravilloso, sí. La gastronomía, su campo, el mar, los vinos… “Todo lo que sea de Galicia es top”, afirma.
Nos cuenta el fundador que la búsqueda de una propiedad para crear Casa Beatnik comenzó en 2018. “Tenía claro que quería un territorio con viñedo, bodega y un terreno grande para crear otras instalaciones complementarias al hotel”. Piscina, zona de glamping, saunas, varios restaurantes… el proyecto requería de un espacio nada fácil de encontrar. De hecho, Daniel estuvo más de una año recorriendo Galicia sin éxito en esa búsqueda. “Estaba a punto de tirar la toalla cuando en marzo de 2020 encontré Pazo de Galegos“, comenta, “fue amor a primera vista; tenía todo lo que buscábamos”.
Tras la adquisición del Pazo de Galegos, donde en su día residió el ilustre historiador y escritor Antonio López Ferreiro, se llevó a cabo un trabajo de restauración que se puede apreciar sobre todo en la zona de la finca, pues Daniel y Juan Carlos rediseñaron y reformaron prácticamente todo. “El lugar necesitaba mucho cariño”, matizan, “protegimos todo lo original y agregamos materiales y detalles del estilo Bonhomme”. Ahora, dos años después, la colorida Casa Beatnik reluce en todo su esplendor.
Cómo llegar al paraíso: sigue el rosa
Saliendo desde Santiago de Compostela, siguiendo la carretera N-525, solo hay que desviarse un poco después de pasar Lestedo y Vedra para encontrarse la impresionante fachada rosa fucsia de Casa Beatnik. ¿Por qué rosa? “Hicimos matching con el color de los pétalos rosas procedentes de las más de cuarentena camelias que hay en el lugar”, explican los hermanos Alonso.
Nos recibe con una sonrisa Juan Carlos, director del lugar. Se nota desde que lo ves que está feliz de tenerte allí. Entramos en el edificio principal y parece que estemos en otro país e incluso en otra época. La elegancia, la calidad y el sex appeal propios de Italia se fusionan con las texturas, los colores y los dibujos de inspiración marroquí. Todo ello en un clima de confianza artística y musical propia de Francia. En definitiva, viajar sin alejarse mucho de casa.
¿Suites o yurtas? Dos experiencias únicas con vistas a los viñedos
Como no podría ser de otra forma, en Casa Beatnik hay para todos los gustos. ¿Que quieres vivir una experiencia de lujo al completo? Lo tuyo son las suites, trece estancias con acabados llenos de cultura y estilo adornadas con antigüedades del siglo XVIII y XIX que se mezclan con elementos contemporáneos de gran calidad.
“Se viaja es para romper con la rutina, con lo que hay en casa”, comenta Daniel, “por eso aquí ofrecemos todo tipo de caprichos”. Camas king size repletas de cojines al más puro estilo palaciego, iluminación de Murano, mantas de Uzbequistan, baños que combinan baldosa marroquí con detalles de prestigiosas marcas como Antonio Lupi o Claus Porto… E incluso un mini bar repleto de delicias como pistachos de Persia para que puedas disfrutarlos desde la enorme bañera con vistas a los viñedos.
Si lo tuyo es vivir una experiencia similar al Camino de Santiago pero sin perder esos pequeños lujos te encantarán las seis yurtas. “Son una especie de instalaciones similares a un bungalow que proceden de Kirguistán”, explica el equipo. Se trata de una experiencia más rural que las suites y ofrece una especie de glamping amueblado con todas las comodidades posibles, desde alfombras de esparto de Andalucía hasta chimenea y, por supuesto, una comodísima cama de inmensas dimensiones en la que podrás dormir hasta horizontalmente.
Un lugar para el bienestar físico y mental
"Mens sana in corpore sano", dice Alicia Romero, quiromasajista y profesora de masaje tailandés. La profesional estudió un año en la prestigiosa escuela Wat Po de Tailandia (la más antigua que existe), es la responsable de los servicios de wellness.
Sesiones colectivas de Thai Chi para regular los órganos, vísceras y los doce meridianos del cuerpo; Vinyasa Flow Yoga para principiantes o Hatha Yoga para aquellas personas que cuenten con un nivel medio en este arte postural y de respiraciones; meditación dinámicas a modo de juegos para aprender a desconectar y dejar la mente en blanco… libera tu mente cerrando los ojos en la Kyrgyz yurt o mientras visualizas los viñedos desde la Bedouin-inspired tent.
Si prefieres algo individual y más enfocado en el bienestar físico inmediato, los tratamientos de Alicia te sorprenderán. Masaje tailandés sobre el suelo para mover las líneas energéticas; reflexología podal que activa el cuerpo mediante presiones con un palo en los pies; ayurbédico craneal, un masaje indio que se encarga de la cabeza, cara y hombros; relajante con aceites y experiencia de aromaterapia; masaje de presión profunda para desestresar las capas más internas del músculo; masaje con piedras volcánicas calientes; masaje con pindas calientes con vapor que traspasan las propiedades de sus rellenos al cuerpo para mejorar problemas pulmonares, sanguíneos, dolores de cabeza…; y por último, lomi-lomi, un masaje hawaiano relajante que se da con el antebrazo y el lateral de la mano.
Además de estos servicios, cuentan con dos iglusaunas de Estonia importadas desde el país báltico. Una de ellas es eléctrica con piedra caliente, y otra de leña. Ambas con cristalera y vistas a los viñedos.
La importancia del buen comer y beber
Las instalaciones cuentan con un excelente servicio de hostelería. Por un lado está Beatnik Country House, que ofrece un viaje culinario que va desde el Mediterráneo (Israel y Líbano), pasando por el Norte de África (Marruecos y Túnez), y también cruzando el charco hacia México y Perú. “Se trata de una cocina nómada entre esos países”, explica el equipo de cocina.
Además de salón y terraza, Beatnik Country House también cuenta con Cabana, un espacio exterior junto a la piscina que ofrece house cocktails realizados con productos que se cultivan en la propia finca (naranjas, limones, pomelos, hierbabuena…). Tras una copa, un bañito en la piscina de agua templada salada y a descansar en las camas balinesas. ¿Alguien da más?
Próximamente abrirán también Tribu, un espacio más reducido cuya cocina estará basada en la leña y el carbón. De hecho, cuentan con un horno napolitano de barro importado directamente desde Italia. Los menús de tribu se modificarán cada temporada e incluso se harán colaboraciones con chefs de todo el mundo. “Los clientes podrán probar restaurantes de, por ejemplo, Ciudad de México, sin tener que salir de Galicia”, explican.
Cabe destacar que el viñedo cuenta con una vid de cuatro siglos de antigüedad de la variedad cascón. En Casa Beatnik se sigue manteniendo la producción de albariño de la subdenominación del Ulla, supervisada por Rodrigo Méndez, Forjas del Salnés (experto enólogo) y por el propio Juan Carlos como responsable.
Un equipo de primera volcado con el cliente
Pero en realidad, poco importa los que os contemos porque para entender el lifestyle de Casa Beatnik, hay que vivirlo. Ángel, Roberto, Álex, Glendys, Fátima, Ezequiel, Álvaro, Josinho, Vanessa, Jandro, María José, Estefanía, Sonia, Lorena, David, Domingo, Álex Novo, Alicia, Julieta, Oscar, Alonso, Andrea, Javi y, por supuesto, Juan Carlos. Profesionales al servicio del cliente que no pierden ese toque de cercanía que hace que te sientas como en casa.
A Casa Beatnik se puede ir en cualquier momento del día. ¿Disfrutar de un brunch y luego pasear por los viñedos? ¿Comer y descansar en las camas balinesas junto a la piscina? ¿Asistir a una sesión de yoga y después desconectar con un masaje tailandés? ¿Una copa de la casa mientras disfrutas de buena música? Las combinaciones de Casa Beatnik son infinitas.
Ojalá poder quedarnos a vivir aquí...