El aeropuerto de Santiago-Rosalía de Castro viene sumando nuevos vuelos a distintos destinos europeos. Entre las últimas incorporaciones están dos interesantes ciudades francesas, Burdeos y Marsella, a las que se puede volar desde Compostela los lunes y los viernes, en el caso de la primera, y lunes y sábados en el de la segunda.
Junto con París, Burdeos y Marsella son las únicas ciudades francesas (por ahora) a las que se puede volar desde Galicia. Comenzaron como destinos estacionales pero debido al éxito de estos vuelos podemos encontrarlos fuera de temporada de verano hasta el mes de octubre.
Son dos ciudades perfectas para un puente o un fin de semana, pero ¿qué ofrecen Burdeos y Marsella al viajero?
Burdeos, el templo del vino
Además de sus reputados vinos, Burdeos se ha convertido en los últimos años en una urbe cosmopolita que ha sabido conjugar a la perfección lo clásico con lo contemporáneo. Por su belleza, distribución y sentido de la estética se la considera como una “pequeña París”.
Lo primero que se suele hacer al pisar Burdeos es buscar los reflejos del llamado Espejo de Agua o Miroir d´’ Eau, una superficie de granito cubierta de agua situada junto a la Plaza de la Bourse cuyos reflejos provocan un curioso efecto de espejo. Cruzar su Puente de Piedra o relajarse en el Jardín de las Luces son otros de los planes que conviene hacer en Burdeos para descubrir la cara más hermosa de la ciudad.
Y como Burdeos es uno de los templos europeos del vino, la segunda propuesta pasa por visitar la Ciudad del Vino, un edificio de diseño vanguardista que ocupa 3.000 metros cuadrados y ofrece hasta 20 experiencias interactivas para descubrir la calidad e importancia del vino en esta zona de Francia. La visita se puede completar con la Ruta de las bodegas del Médoc, tierra de denominaciones de origen de renombre como Margaux o Sait-Julien.
Otros museos interesantes son el Museo de Arte Contemporáneo o el MMM o Musée Mer Marine, dedicado al mundo marítimo, la protección de los océanos y la navegación.
Pero lo mejor de Burdeos, como en muchas ciudades europeas, está en pasear por sus calles y disfrutar de la arquitectura de su bello casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Además de la citada Place de la Bourse, con edificios clásicos del s. XVIII, de su catedral gótica y de la Porte Cailhau, alzada en horno a Carlos VIII, lo mejor es explorar el barrio Saint-Pierre, con sus callejuelas medievales, donde encontrar el uno de los campanarios más antiguos de Francia, que todavía suena seis veces al año.
Los alrededores de Burdeos tampoco se quedan cortos en belleza, con lugares tan espectaculares como el Cabo Ferret y la Bahía de Arcachon, famosa por sus ostras, en la que se suceden pequeños pueblos costeros de gran encanto, o la enorme Duna de Pilat con sus 115 metros de altura sobre el nivel del mar.
Aunque, sin duda, la mejor escapada de un día que puede hacerse desde Burdeos es Saint-Émilion, a menos de 50 km de distancia, un pintoresco pueblo que ha conservado intacto su casco histórico y su historia desde el s. VIII y que también pertenece a la Ruta del Vino de la región de Burdeos.
Marsella, puerto histórico
Lo primero que nos viene a la cabeza al pensar en Marsella son sus aromáticos jabones (Marsella les dedica un completo museo) y el equipo de fútbol emblema de la ciudad, el Olympique. Sin embargo, la importancia de Marsella va mucho más allá, pues es la ciudad más antigua de Francia y capital de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul.
El Vieux Port o Puerto Viejo es uno de esos imprescindibles que hay que ver en la ciudad, formado por un triple muelle y cerrado por el Fuerte de San Nicolás. No hay puerto igual en todo el Mediterráneo. Y además está lleno de vida ya que en él encontramos la lonja y numerosas terrazas y bares con vistas donde tomar que hacen de la experiencia una auténtica delicia.
El Fuerte de San Nicolás, en la dársena sur del puerto, se construyó en el s. XVII y ofrece increíbles vistas a los puertos Viejo y deportivo. En la zona norte del puerto hay otro fuerte, el de Saint Jean, comunicado con el Museo de La Civilizaciones del Mundo y del Mediterráneo, un espacio expositivo completísimo, inaugurado en 2013 por el nombramiento de la ciudad como Capital Europea de la Cultura.
Más allá del puerto, algunas zonas de Marsella donde perderse son los barrios de Le Panier, bohemio y famoso por su oferta de artesanía, Cours Saint-Julien y sus muestras de arte urbano o el barrio de Saint-Victor, perfecto para vivir el ambiente marsellés en sus mercados y locales nocturnos.
¿Más planes en Marsella? Recorrer La Corniche, pasear por el pequeño puerto pesquero de Vallon des Auffes, entrar a la iglesia de Notre-Dame de la Garde o asombrarse ante la Ciudad Radiante de Le Corbusier, convertida en zona artística, de tiendas y de ocio. El Boulevard Longchamp, con su suntuoso palacio y sus lujosos edificios del s.XIX, es otro de los lugares más recomendados en las guías de Marsella.
Para conocer los alrededores de Marsella la mejor opción es dirigirse al Puerto Viejo. Desde él parten las embarcaciones que nos llevarán a la Isla de If y su castillo, escenario de la obra de Dumas “El conde de Montecristo”. Otra buenísima opción es el Parque Nacional de Les Calanques, a pocos kilómetros de la ciudad, con playas de aguas transparentes ocultas entre acantilados, muy adecuado también para la práctica del senderismo disfrutando de sus bellos paisajes.
En definitiva, tanto Burdeos como Marsella son buenas opciones para una escapada desde Galicia si se dispone al menos de 3 días para disfrutar de la historia y las maravillas arquitectónicas y culinarias de estas dos increíbles ciudades francesas.
Emma Sexto