Se conoce como Camino Celta de Santiago o Vía Céltica y se ha convertido en uno de los Caminos de Santiago más controvertidos. No está acreditado que este recorrido que une Irlanda con Galicia por mar y tierra tenga trayectoria histórica alguna. Tampoco figura como Camino reconocido en ninguna página institucional como el Camino de Santiago de Turismo de Galicia.
De manera oficial hay constatadas 10 rutas jacobeas: el Camino Francés, el Camino Inglés, el Camino Portugués, el Camino Portugués por la costa, el Camino de Invierno, el Camino del Norte, el Camino Primitivo, el Camino de Fisterra y Muxía, la Vía de la Plata y la Ruta marítimo-fluvial del Mar de Arousa y río Ulla.
Sin embargo, la Iglesia ha acordado conceder la Compostela a aquellos peregrinos que completen esta ruta con raíces celtas que parte de Irlanda, cruzan el Mar Céltico, llega a Galicia vía marítima y finaliza en Compostela.
Tras la pista del Camino Celta y los primeros peregrinos de Irlanda
Hace más de 800 años del registro de peregrinos irlandeses a Santiago. Si llegaron o no siguiendo este Camino Celta está por comprobar, aunque Turismo de Irlanda asegura que hay una gran tradición jacobea en la Isla Esmeralda desde el s. XII.
Hay muy pocos vestigios en Irlanda de este fervor por el Apóstol. Uno de ellos es la Puerta de Santiago o St. James Gate de Dublín, hoy unida a la Cervecería Guinnes. Ubicada frente a los muelles del sur de la ciudad, en James’s Street, fue la entrada occidental a la ciudad durante la Edad Media y punto de partida para los peregrinos que se dirigían a Compostela por la Vía Céltica.
El otro, las numerosas hospederías para peregrinos construidas a la orilla del río Liffey, que desemboca en la Bahía de Dublín, punto de partida de los caminantes que se embarcaban rumbo a la Península Ibérica.
Cómo conseguir la Compostela haciendo el Camino Celta
Quien se decida a realizar esta polémica variante del Camino tiene que seguir una serie de pasos. El primero es conseguir el Pasaporte del Peregrino en alguno de los puntos de venta oficiales. A continuación toca elegir una ruta irlandesa por tierra con un mínimo de 25 kilómetros de longitud y sellar al menos una vez el pasaporte en esta etapa.
Hecho esto, hay que pasar por el Centro de Información Turística de Dublín para verificar esta primera etapa irlandesa o “Celtic Camino Compostela”.
Por último hay que realizar los 75 kilómetros restantes, necesarios para completar los 100 exigidos a pie para obtener la Compostela; o lo que es lo mismo, hacer el Camino Inglés desde A Coruña hasta Santiago.
El itinerario no especifica cómo llegar desde Irlanda hasta Galicia, podría ser por mar o por aire, aunque los peregrinos medievales, obviamente, hacían este tramo por vía marítima.
Una vez completado este Camino Celta hay que dirigirse a la Oficina del Peregrino de Santiago con el Pasaporte del Peregrino, que llevará los sellos obtenidos a lo largo del Camino Inglés (dos por etapa) y aportar también el certificado Celtic Camino Compostela. Con esta documentación en nuestro haber se expide la ansiada Compostela.
Escenarios irlandeses y gallegos del Camino Celta
Irlanda es un país de gran belleza paisajística y esos 25 kilómetros del Camino en territorio irlandés pasan por enclaves tan bonitos como Wicklow, Glendalough o la Bahía de Clew.
Son varias las Pilgrim Paths o rutas de peregrinación que se pueden hacer para completar esa distancia, como la Ruta Costera de Bray, el sendero de Croagh Patrick, el Camino Kerry, el Camino Declan o el llamado Camino de nuestros Ancestros.
En territorio gallego el Camino Inglés consta de dos variantes: desde Ferrol y desde A Coruña, aunque para finalizar el Camino Celta escogeremos la segunda. El Camino Inglés consta de tres etapas y parte desde A Coruña (Iglesia románica de Santiago) para dirigirse en su primer día hasta la localidad de Bruma, pasando por O Burgo, Ponte da Xira, Sergude y Sarandós.
La segunda etapa nos lleva hasta Sigüeiro y la tercera finaliza en Compostela, a los pies de la Plaza do Obradoiro.
Hay mucha historia en el Camino Inglés, durante siglos condenado al ostracismo y descrito con gran detalle en el s. XII por el monje islandés Nicolás Bergsson, que peregrinó desde Islandia hasta Roma, pasando por Santiago, durante cinco años.
También es mucha la historia que parece acompañar al Camino Celta durante siglos. La ruta no está oficialmente documentada y todavía es un sendero residual comparado con el Camino Francés, que mueve a cientos de miles de peregrinos cada año, pero es, sin duda, una alternativa original y distinta.
Emma Sexto