Hay grandes paisajes surgidos de la intervención del hombre en la naturaleza. La mayoría de estos escenarios naturales en España fueron obra de las actividades mineras, como las famosas Médulas leonesas, en las que la destrucción de la montaña para la obtención de oro por parte de los romanos derivó en un espectacular paraje, hoy Patrimonio de la Humanidad, visitado por miles de personas.
En Galicia también tenemos varios ejemplos relacionados con la minería, en concreto muchas lagunas que se formaron tras el abandono de viejas explotaciones mineras. Uno de los ejemplos más representativos es el Lago de As Pontes, una antigua mina a cielo abierto reconvertida en el lago artificial más grande de Europa. Los lagos de Ventoxo en Forcarei o el polémico del Monte Neme, antiguas minas de wolframio en las proximidades de Carballo, son espacios de acceso prohibido por la gran toxicidad de sus aguas.
El municipio pontevedrés de Catoira también tiene su propia laguna formada a partir de una cantera. Es la Laguna de Pedras Miúdas, un caso singular, ya que la cuenca de la vieja explotación minera se llenó de agua de forma totalmente natural, sin intervención humana, gracias a la lluvia y a los manantiales subterráneos que desembocaban en esta zona. La naturaleza fue haciendo su trabajo a lo largo de los años, invadiendo el entorno, hasta que este se convirtió en un valioso recurso hídrico que acabó registrándose como humedal.
La Laguna de Catoira está catalogada en el inventario de Humedales de Galicia con la denominación de “Outeiro da Vila” y declarado como Espacio Natural de Interés Local (ENIL), gracias, en gran parte, a la lucha de los vecinos de Catoira, que consiguieron paralizar la cantera y lograron esta valoración ambiental para la laguna. En la actualidad es un atractivo espacio natural aprovechado como lugar de ocio por los vecinos y visitantes del municipio.
El entorno de la conocida como Laguna de Pedras Miúdas fue modificándose con el tiempo. El mayor cambio llegó en 2015, con las obras del Eje Atlántico para el Tren de Alta Velocidad que afectaron al entorno de la laguna. Para compensar estas obras y hacer el proyecto más sostenible se construyó un aula medioambiental, se acondicionó una zona de aparcamiento, se plantaron árboles autóctonos (hoy amenazados por la presencia del eucalipto) y se limpiaron los senderos aledaños.
También se instalaron pasarelas peatonales para facilitar el acceso al área recreativa de la laguna y recorrer una pequeña parte de su perímetro. Una completa obra de acondicionamiento de la zona que ha convertido Pedras Miúdas en un bonito enclave desde el que disfrutar de vistas parciales a la Ría de Arousa y Catoira. También se divisa el menos atractivo viaducto construido sobre el Ulla.
Una de las controversias alrededor de esta laguna es con respecto al baño. Son muchas las personas que se bañan en Pedras Miúdas, sin embargo en el año 2020 la Consellería de Sanidade prohibió bañarse en la laguna alegando problemas de seguridad. Hay que tener en cuenta que la laguna cuenta con unos 110.000 metros cúbicos de agua y más de 30 metros de profundidad en algunos puntos, en los que el acceso es muy mejorable, con áreas pedregosas, por lo que puede ser peligroso meterse en el agua. No existen estudios ni análisis de las aguas que certifiquen que no hay químicos tóxicos en la laguna, al estar ubicada sobre una antigua cantera.
Además del encanto de la laguna, en el lugar hay varios senderos que ascienden hasta el monte Abalo. En su cima, a más de 100 metros de altitud, nos sorprenden tres molinos de viento de gran valor etnográfico, construidos en la primera mitad del s. XX. Son los denominados Molinos de viento de Abalo, unas construcciones cilíndricas con techo de teja que pasarían por típicas si no fuera por una característica que los hace especiales: su doble sistema de aspas, con el que optimizan la fuerza del viento en ambas direcciones. Esta peculiaridad los convierte en únicos en Europa.
¿Más cosas que ver en Catoira? Las míticas Torres de Oeste, restos de un conjunto defensivo para repeler los ataques vikingos, son el principal escenario de la Romería Vikinga que se celebra en la localidad cada mes de agosto y el reclamo turístico por excelencia de Catoira. El municipio también conserva varios petroglifos de interés, molinos de río y de mareas y algunas rutas de senderismo que nos llevan por sus mejores parajes, como el Rego de San Cibrán o el Paseo Fluvial.
Emma Sexto