Nos remontamos a la Edad Media, a los orígenes de Seixalbo, una aldea ourensana conocida por ser pionera en rechazar los foros impuestos por el Cabildo Catedralicio. En Seixalbo se dan cita labriegos, feriantes y peregrinos. Estos viajan a pie y a caballo hacia Santiago a través de la Vía de la Plata o Camino Mozárabe, situado en el antiguo Camino Real a Castilla.
Los habitantes de Seixalbo son gente humilde, dedicados a cultivar la tierra y los viñedos. Rinden tributo, a través de diezmos o “foros” al Cabildo Catedralicio, dueño de las tierras y señor del lugar. Hartos de su condición, se rebelan durante siglos, hasta que entran en pleitos y finalmente, en 1859 logran la exención del pago de tributos. Son la primera comunidad vecinal de Galicia en lograrlo. Podría decirse que el pueblo de Seixalbo llevó a cabo su propia insurrección: la rebelión de los diezmos.
Este acontecimiento ha marcado desde siempre la historia de Seixalbo, que conmemora estos hechos con un gran evento llamado -no podía ser de otra manera- la Festa dos Foros. Se celebra cada año a finales del mes de junio en la Praza do Cabildo, promovida por la Asociación Agromadas, consiste en la recreación histórica del suceso y es el orgullo de los vecinos y vecinas de Seixalbo.
El conjunto etnográfico de Seixalbo, anclado en el Medievo
Paseando por Seixalbo podemos sentir que seguimos anclados en la Edad Media. Declarado Núcleo de Interés Etnográfico, sus estrechas calles y callejones recuerdan el retranqueo y el desorden de las aldeas del Medievo. Pareciera que estamos lejos de todo, pero lo cierto es que la aldea se encuentra a muy cerca de la capital de provincia, Ourense, de la que la separan apenas 5 kilómetros.
Lo más característico de Seixalbo reside en su conjunto urbano, compuesto de calles y plazas en las que encontramos muchos elementos típicos de la arquitectura tradicional del rural gallego, de las casas de labranza construidas en piedra, con galerías y corredores. La Rúa da Tulla o la Rúa de Amendo son buenos ejemplos de ello, mientras que en la Rúa das Oliveiras se conservan numerosas casas con balconadas de madera: así se construían hasta el s. XIX. En la entrada del pueblo nos recibe una antigua prensa, recuerdo de su pasado vinícola.
En algunas plazas se conservan cruceiros platerescos, como el que domina la Praza Maior de la localidad, trasladado a esta ubicación por presión vecinal. Tiene cuatro medallones con los símbolos de los Evangelistas. Otra plaza, la Praza de Freire Carril, rinde homenaje con su nombre al líder que encabezó las protestas contra los foros, mientras que en la Praza das Laxas se alza orgullosa una de las pocas casas nobiliarias con escudo de armas, que conserva íntegros los blasones de los Henríquez y de los Nóvoa.
La Iglesia de San Breixo, de origen románico (s. XIII) fue reconstruida por Vázquez Gulías a principios del s. XX tras derrumbarse su torre. El reloj que preside el templo lo financiaron los vecinos y tiene un gran simbolismo ya que marcaba las tareas del campo y los turnos de riego durante el siglo XX. Su interior conserva una capilla del s. XVI dedicada a San Roque en estilo plateresco y algunas marcas de cantero en sus sillares.
A las afueras del pueblo encontramos la Capilla de Santa Águeda, donde cada mes de febrero se celebra una misa dedicada a la santa, que se acompaña de bailes y romerías.
En Seixalbo todavía es importante el sentimiento de pertenencia a la comunidad, y además de sus fiestas tradicionales comparten un evento muy singular: el Parrafeo de fin de año, que consiste en una puesta en escena versada de los acontecimientos más importantes sucedidos en el pueblo durante el año.
Seixalbo y la Vía de la Plata
Quien se acerque a conocer Seixalbo no debe subestimar la importancia de la actual Vía de la Plata en la localidad. Seixalbo nació vinculada a una vía secundaria romana que, con el paso de los años, se conoció como Camino Viejo de Castilla. Pasa por la Praza Maior, cruzando el pueblo de norte a sur.
De la existencia de ese antiguo Camino Real quedan varios vestigios, como el arco de medio punto del antiguo hospital de peregrinos, instalado en una dependencia de la vieja casa parroquial. Más actuales, las señales inequívocas en forma de concha esculpida, o pintadas en el característico blanco-amarillo, que indican la dirección a Ourense y después hacia Compostela, meta final del Camino.
Completa tu visita a Seixalbo
A un par de kilómetros de Seixalbo se encuentra una de esos lugares curiosos de Galicia que han quedado abandonados a su suerte después de una historia controvertida y rodeada de dimes y diretes. Es la Ciudad de los Muchachos y su Circo de Bemposta (o Benposta), fundado a finales de los años 50 por Jesús César Silva Méndez, conocido como “el Padre Silva”.
Allí se creó una comunidad independiente regida por sus propias reglas, concebida para alojar a miles de jóvenes que vivían en la ciudad y construyeron un circo. El proyecto continuó hasta que el circo cerró, allá por el 2002, y este hecho precipitó el final de la Ciudad de los Muchachos. De aquella peculiar idea sólo queda una desvencijada carpa y un pequeño museo; es un lugar sólo apto para los más curiosos.
Si nos vamos hacia el norte de Seixalbo podemos visitar brevemente la ciudad de Ourense, famosa por sus burgas, su núcleo urbano lleno de vestigios romanos y su animada Praza Maior. Al sur, la villa de Allariz, aunque algo más lejos, a 20 minutos en coche de Seixalbo, sorprende con su cuidado puente románico en el entorno del río Arnoia, sus playas fluviales y, sobre todo, su casco histórico repleto de reminiscencias medievales y su pintoresco Barrio Judío.
El Ecoespazo O Rexo, que resulta de la intervención pictórica y escultórica del artista Agustín Ibarrola sobre el espacio natural, puede ser un buen lugar donde finalizar el día.
Emma Sexto