Paisajes agrestes y naturaleza salvaje se extienden por toda A Serra do Suído, la frontera natural en forma de sistema montañoso que separa las provincias de Pontevedra y Ourense. Este vasto territorio del interior de Galicia abarca parte de los municipios pontevedreses de A Lama, Fornelos de Montes y Covelo, así como Avión y Beariz en su vertiente ourensana. Además, se trata de un enclave único que ha sido declarado de interés por la Unión Europea, acogiendo entre sus límites una riqueza ornitológica, paisajística e incluso etnográfica sin precedentes.

La naturaleza y la historia se abren paso en el grueso de A Serra do Suído, donde las laderas occidentales mantienen su cara inclinada hacia el litoral de las Rías Baixas y las faldas orientales dirigen su mirada a la cuenca del río Miño. En los valles de los ríos aledaños pueden observarse bosques autóctonos muy bien conservados, con casos significativos como los del río Barragán y Verdugo.Y ya en las zonas más elevadas de este sistema montañoso gallego, abundan los pastizales que desde la Edad Media han sido aprovechados por la mano del hombre para alimentar el ganado durante la temporada estival. Es de hecho en este punto de gran altitud donde todavía se conservan varias estructuras de piedra que durante siglos sirvieron de refugio y residencia a ganaderos y pastores de la zona. Hablamos de los chozos ―o chouzos―, pequeñas construcciones de piedra y una sola planta pensadas para que las personas pudiesen pasar en ellos largas temporadas de trabajo y protegerse al mismo tiempo ante cualquier inclemencia del tiempo.

Breve historia de los chozos en Galicia

Chozo en Fornelos de Montes. Foto: fornelos.gal

Durante siglos y siglos, el pastoreo fue uno de los modelos de subsistencia más empleados por las poblaciones del interior de Galicia. En el transcurso de todo el año, si bien lo más habitual era hacerlo durante el verano, los ganaderos de las zonas cercanas a la montaña se dedicaban a conducir a su ganado hasta unos lugares denominados "sesteiros", los cuales se distribuían según la aldea de procedencia del pastor ―véase el ejemplo de los sesteiros de Abelenda o Rodeiro, entre otros. De hecho, en la actualidad, en las distintas cumbres de A Serra do Suído todavía se conservan varias muestras de la arquitectura popular vinculada a esta actividad cuyos orígenes se encuentran en la Edad Media. En épocas pasadas, la escasez de vías de comunicación en estas zonas de interior así como la distancias de los ganaderos a sus casas propiciaron la creación de los chozos, unas estructuras de piedra erigidas para que los pastores pudieran pasar las largas temporadas de trabajo lejos de sus hogares. 

Lo cierto es que estos refugios también servían para protegerse de las tormentas de lluvia y nieve que a menudo solían arremeter contra estas tierras de pastoreo. Los chozos ―de aproximadamente 15 m2 y una sola planta― tenían en su interior y sus alrededores todo lo necesario para sobrevivir durante varios meses, como bancos corridos y hornacinas para almacenamiento, lavaderos, fuentes e incluso lareiras. En el exterior, los muros laterales del refugio estaban apoyados sobre grandes contrafuertes y los techos de los mismos se encontraban cubiertos de musgo y otros vegetales que funcionaban como aislante ante la humedad o el calor durante la época estival. Hoy en día las ruinas de estas singulares y remotas construcciones conforman su propio itinerario de senderismo como "Ruta dos Chozos de Laxe", un itinerario circular, señalizado y dificultad media que avanza por varios tramos de pronunciado desnivel (614 metros de subida y bajada) a lo largo de 10,5 kilómetros. 

También asociada a esta ganadería del interior surgió la necesidad de controlar y cazar a los lobos o cualquier otro animal considerado dañino para los rebaños, para cuyo fin se crearon los conocidos como fosos de lobos o foxos do lobo. Estos singulares recintos en forma de "V" se componían de unas estructuras alargadas de varios cientos de metros, con paredes de piedra que formaban un embudo que conducía a un profundo foso. La dinámica para la caza era muy sencilla: los ganaderos asustaban a los lobos y con la ayuda de estas paredes rocosas los guiaban hasta caer en el foso, donde más tarde morían. Por toda A Serra do Suído se conservan varios fosos de lobos, tales como el "Foxo do Lobo de Campo", en Covelo, cuya estructura presenta la particularidad de acoger en su vertiente este un chozo tradicional. 

De ruta por A Serra do Suído

Serra do Suído. Foto: Turismo de Galicia Turismo de Galicia

Sin lugar a dudas, A Serra do Suído conforma uno de los mejores rincones de Galicia a la hora de disfrutar del senderismo en plena naturaleza. Más allá de las transitadas rutas de los "Chozos" o de "Foxo do Lobo de Campo", una de las mejores formas de descubrir la riqueza natural y etnográfica que esconde este territorio fronterizo es hacerlo a través de alguna de las rutas ornitológicas existentes. De hecho, en la página web oficial de Turismo de Galicia podemos encontrar varios itinerarios que recorren el grueso del sistema montañoso en busca de las diferentes especies de aves de la sierra, desde las atlánticas a las mediterráneas, pasando por las rapaces e incluso especies más pequeñas y singulares. 

Una de las rutas más extensas recorre A Serra do Suído a lo largo de 37 kilómetros desde Gaxate a Beariz, tomando como punto de partida en coche la PO-255 desde el primer municipio. Este trazado es recomendable realizarlo entre los meses de marzo y septiembre, ya que es durante estas épocas cuando podremos admirar diferentes especies aladas tales como estorninos negros, los collirrojos tizones o las currucas cabecinegras entre otros. Otra opción ideal para los amantes del birding y el ciclismo o senderismo nos traslada desde los límites de Graña hasta la subestación eléctrica de Porto da Anca. Se trata de un recorrido sencillo, de apenas unas 2 o 3 horas de duración a pie en la que los visitantes podrán observar especies como el aguilucho cenizo o la bisbita campestre.