Enmarcada en el corazón rural de la comarca de Sarria, la localidad de Samos se encuentra situada en las estribaciones de las montañas orientales de Galicia, en un entorno natural espectacular y solitario presidido por la Sierra del Oribio y un extenso valle que da entrada a los montes de Pedrafita. Lo cierto es que esta pequeña población del interior de Lugo constituye un importante lugar de paso para todos aquellos peregrinos que avanzan hacia Santiago de Compostela a través de una variante del Camino Francés. De hecho, muchos de estos viajeros hacen noche en el hospedaje ofrecido por los monjes benedictinos del Monasterio de San Xulián de Samos, uno de los complejos religiosos más importantes del territorio gallego. También, muy cerca del cenobio se encuentra la Capilla del Ciprés (o del Salvador), un templo de estilo mozárabe datado del siglo IX que se encuentra cobijado por un enorme ciprés incluido en la lista de los 50 árboles más notables de España.
Tanto por su situación geográfica como por el estilo de vida del lugar, Samos conforma un auténtico remanso de paz envuelto entre montañas y una naturaleza autóctona que otorga a este rincón una enorme riqueza paisajística, histórica e incluso etnográfica. Es por todo ello que, a pesar de la quietud que se respira en este municipio gallego, Samos se presenta como un destino perfecto para una escapada de fin de semana por tierras lucenses. Además, por sus buenas conexiones, desde este punto también resulta sencillo visitar diferentes lugares de interés que ofrecen otros municipios de la comarca de Sarria, aunque lo cierto es que este pueblo de montaña ya ofrece todo lo necesario para sorprender a toda clase de viajero.
El encanto natural de un pueblo de montaña
Samos es uno de esos municipios gallegos que lleva varias décadas experimentando una despoblación progresiva ―y hasta cierto punto, alarmante. El caso es que la localidad ha perdido casi dos tercios de la población con la que contaba en el año 1930; un auténtico éxodo rural que sitúa el censo actual en cerca de 2.000 habitantes distribuidos en hasta 24 parroquias diferentes. Es por ello este bonito pueblo de montaña encuentra en su paisaje tres zonas bien diferenciadas: una central, en la cual se localizan los asentamientos de poblaciones más importantes; la norte, abierta un extenso valle con ciertas pendientes y suaves colinas; y por último la zona sur, la de la sierra de Lóuzara, un rincón agreste enclavado entre grandes montañas y valles profundos.
En uno de los núcleos más habitados de este municipio lucense, justo entre el Monasterio de Samos y la conocida de forma popular como Capilla del Ciprés, se inicia un bonito sendero que ofrece al visitante un interesante recorrido de gran riqueza paisajística y etnográfica. Esta sencilla ruta avanza desde Samos hasta A Pontenova a lo largo de unos 3 kilómetros, discurriendo la mayor parte del tiempo de forma paralela al río Sarria y conectando en el tramo final con una parte del Camino Francés. Tal y como decíamos unas líneas más arriba, el punto de partida de esta ruta se encuentra en pleno centro de la villa de Samos, justo en el entorno de la presa del conocido como molino de Bizarro. El trayecto avanza a través de varias construcciones populares, puentes medievales, áreas recreativas e incluso algún que otro refugio de pescadores y grandes espacios verdes donde la vegetación autóctona es la gran protagonista.
El monasterio habitado más antiguo de España
Uno de los elementos patrimoniales más importantes del municipio de Samos es sin lugar a dudas el Monasterio de San Xulián, la abadía habitada más antigua de toda España. Lo cierto es que el primer escrito histórico que menciona el cenobio está fechado en el año 665 y según se cree, los primeros religiosos que se asentaron en el lugar lo hicieron bajo la regla de San Martín Dumiense. Este dato sobre su origen resulta bastante curioso pues al parecer, la Orden de San Benito no se habría adoptado en el monasterio hasta mediados del siglo X, manteniéndose desde entonces y hasta nuestros días. De hecho, en la actualidad, los monjes y monjas que viven en él (se trata de un monasterio mixto) sí que son benedictinos.
El Monasterio de Samos se encuentra enmarcado en el extremo norte de la localidad, justo a las orillas del río Sarria. El complejo monástico se encuentra además flanqueado por una frondosa y mágica vegetación recortada entre las verdes laderas de las montañas. La estampa desde las afueras de la propiedad resulta del todo extraordinaria, ya que la rusticidad y sencillez de las fachadas exteriores contrasta a la perfección con la grandeza y el refinamiento de los claustros de piedra de granito.
Su historia a lo largo de los siglos estuvo marcada por un sinfín de reformas, misterios e incluso infortunios, pues hasta dos grandes incendios arrasaron la propiedad en 1558 y 1951. Asimismo, otra de las eras más oscuras del convento tuvo lugar entre los años 1836 y 1880, cuando la desamortización de Mendizábal sumió a este lugar santo y venerabilísimo en un completo silencio y abandono. A pesar de todo, el Monasterio de Samos fue capaz de resurgir de sus cenizas y a día de hoy, este antiguo cenobio presenta un conjunto de lo más singular con hasta tres estilos arquitectónicos diferentes: gótico, renacentista y barroco. En el presente, la comunidad benedictina también ha querido abrir las puertas del monasterio para que los más todos aquellos que lo desean puedan disfrutar del patrimonio espiritual, histórico y artístico del lugar a través de visitas guiadas.