Considerada la ruta de senderismo más bonita e importante del Principado de Asturias, así como el itinerario de montaña más transitado de España, la senda del Cares conforma un verdadero paraíso para los amantes del senderismo y la naturaleza de todo el mundo. También conocida como la Garganta Divina del Cares, este popular itinerario sigue la estela del río Cares por sus tramos más altos enmarcados bajo las faldas verticales de los Picos de Europa. El camino recibe cada año la visita de más de 200.000 intrépidos aventureros que buscan adentrarse en las entrañas de una impresionante garganta calcárea no apta para personas con vértigo, excavada sobre la roca y que forma a su paso un sinnúmero de túneles (alrededor de 70) y desfiladeros perfilados entre sistemas montañosos que superan los 2.000 metros de altura.
La ruta de senderismo actual conecta los pueblos de Poncebos (Asturias) y Caín (León) a través de un recorrido lineal que ronda los 22 kilómetros de ida y vuelta (entre 6 y 8 horas a pie). Cabe señalar que el itinerario original de este emblemático sendero restaba un kilómetro menos y encontraba su fin en el entorno de la localidad leonesa de Posada de Valdeón. En cualquier caso, ambos trayectos atraviesan un paraje donde la naturaleza exhibe su belleza más extraordinaria, configurada entre paisajes rocosos, valles verdes y las aguas cristalinas del río Cares ―e incluso alguna que otra cabra montesa. Además, el desfiladero formado alrededor del curso fluvial marca la división natural entre el Macizo Occidental y Central de los Picos de Europa, declarado el primer Parque Nacional en España, junto con el de Ordesa y Monte Perdido, ya en el año 1918.
La senda del Cares y su historia
La ruta más antigua del Cares esconde una historia de lo más interesante detrás de su recorrido, cuyo germen empezó a crecer hace más de un siglo gracias a la necesidad, la tradición y el aprovechamiento de los recursos. Lo cierto es que en sus inicios la senda presentaba un trazado bastante diferente a la actual, con unos orígenes vinculados a unos usos tradicionalmente pastoriles. Además, y a pesar del estado frágil y deteriorado del camino, no sería hasta el año 1916 cuando esta senda entre los Picos de Europa empezaría a ser delimitada para que los operarios de la compañía Electra de Viesgo pudiesen realizar las labores de vigilancia y mantenimiento del canal de agua que transportaba parte del caudal del río hasta la recién inaugurada Central Hidroeléctrica de Camarmeña-Poncebos. De hecho, antes de la construcción de las instalaciones, por aquel entonces solo el recorrido de Poncebos a Caín tenía una duración de unas siete horas. Tiempo después, la senda también sería utilizada por agricultores y comerciantes para el transporte de productos desde Caín hasta los mercados de Cabrales.
Para terminar dicha obra de la ingeniería se necesitaron años enteros y miles de personas por día, llegadas incluso desde Galicia y Portugal, que crearon de la nada un sendero donde antaño lo único que existían eran saltos entre rocas y pasos imposibles para las personas. Pese a lo meritorio de la hazaña, la construcción de una vía habilitada también dejó algunas consecuencias en el paisaje natural de la zona, pues en esta misma garganta crecía hace varias décadas el mayor bosque de nogales de Europa. Hoy en día ya no queda ni rastro de aquella masa arbórea que se extendía por la vertiente occidental de los Picos de Europa hacia el canal de Trea. Más adelante, ya entre los años 1945 y 1950 es cuando se abre el camino a media altura por la Garganta Divina del Cares y se demarca el trazado existente a día de hoy, construido con un esfuerzo titánico para la época a base de picos y dinamita con el objetivo de mejorar el mantenimiento del canal.
Con el paso del tiempo, la ruta del Cares se fue convirtiendo poco a poco en un auténtico reclamo turístico para la zona, alcanzando su punto álgido ya bien entrado el siglo XX y sólo después de que se hubiesen llevado a cabo varias obras para dotar a la senda de un recorrido apto para el tránsito de las personas y preservar la seguridad de todos los caminantes. No obstante, cabe recordar que la primera travesía a través de las profundas gargantas del Cares tuvo lugar mucho antes de que la ruta fuese habilitada y se le atribuye a encomiables aventureros de la talla de los ingleses Abel Chapman y Walter J. Buck, y personajes como el Marqués de Villaviciosa, Pedro Pidal.
Así es la ruta más conocida de los Picos de Europa
A pesar de ser una ruta catalogada con una dificultad media, es recomendable extremar precauciones pues en la mayor parte del recorrido no existe ningún tipo de protección entre el sendero y el desfiladero vertical que alcanza una gran altura. Por lo demás, la mayor parte del recorrido tiene lugar por terrenos rasos a excepción de un pequeño desnivel de unos 300 metros situado justo al inicio de la caminata desde Poncebos a Los Collados. Es por ello que el primer tramo de la ruta del Cares es considerado el más difícil. El punto de partida del mismo se encuentra en el entorno del maravilloso puente de La Jaya, recorriendo a continuación un tramo de subida de unos 2,5 kilómetros que nos dirige hacia el punto más alto de todo el recorrido: Los Collados, un lugar en el que los visitantes podrán descubrir más datos interesantes sobre el proceso de construcción de la central hidroeléctrica.
El siguiente tramo de la senda del Cares resulta sustancialmente diferente al anterior, pues se trata de un trazado sin apenas desnivel y con algunos tramos de ligero descenso. De hecho, en los primeros kilómetros el paisaje todavía se acerca a las cascadas y las formaciones naturales creadas alrededor del río, pero a medida que avanza la ruta, las vistas sobre los barrancos se vuelven todavía más espectaculares y vertiginosas, ya que la senda va ganando cada vez más altura con respecto al curso fluvial. Por otro lado, el tercer segmento de la ruta lo marca el Puente Bolín, donde los senderistas tendrán que cruzar por primera vez el cauce del río Cares para adentrarse por un estrecho camino antes de volver a cruzar los márgenes del río a la altura del Puente de los Rebecos.
La última parte de este recorrido a través de la Divina Garganta está considerada la más bonita y sorprendente de todas. Uno de los mayores atractivos se encuentra a la altura de uno de los túneles excavados sobre la roca que los intrépidos senderistas pueden atravesar de principio a fin. Además, a medida que se va acercando el final de la ruta, el desfiladero del Cares se va ensanchando cada vez más, formando a su paso numerosas pozas donde es posible disfrutar del baño. Sin duda, el broche de oro perfecto a una ruta de estas características siempre y cuando el tiempo acompañe nuestros pasos.