El Principado de Asturias alberga en sus cientos de kilómetros más cercanos a la frontera con Galicia un sinfín de mágicos rincones ideales a la hora de disfrutar de una escapada o unas pequeñas vacaciones en esta región vecina. Sin ir más lejos, enclavada a medio camino entre el centro y la costa oriental asturiana y más conocida como la capital de la manzana por excelencia en España, la localidad de Villaviciosa está considerada como uno de los destinos con más encanto de todo el norte español. El concejo es además famoso por sus impresionantes paisajes marítimos y montañosos ―de los que se dice que lograron enamorar al mísmisimo Carlos V―, su riqueza histórica y patrimonial y, sobre todo, por ser la cuna de la sidra y las pumaradas desde el corazón de la conocida como comarca de la Sidra, un territorio al que dan vida los municipios de Bimenes, Cabranes, Colunga, Nava, Sariegu y el propio Villaviciosa.
La realidad es que esta localidad asturiana con nombre de película (es inevitable no acordarse de Villaviciosa de al lado, película dirigida en 2016 por Nacho G. Velilla) también se encuentra conectada a Galicia a través del Camino de Santiago, pues las concurridas rutas xacobeas del Camino Primitivo y del Norte atraviesan Villaviciosa desde tiempos inmemoriales, dejando a su paso varios ejemplos de templos románicos y prerrománicos. Por su parte, y a pesar de los chascarrillos que suele generar el topónimo del pueblo, sobre el significado del mismo cabe destacar que este hace honor al concepto de fertilidad de una tierra regada por las aguas de la ría de Villaviciosa ―la mayor de la costa asturiana― y que, sin duda alguna, huele a manzana. De hecho, cada dos años se celebra en este lugar el emblemático Festival de la Manzana, declarado Fiesta de Interés Turístico Regional; así como otros concursos, degustaciones y ferias que tienen a este producto tan preciado dentro y fuera de Asturias como el gran protagonista.
La capital asturiana de la sidra
No es de extrañar que Villaviciosa sea conocida como la capital de la sidra, pues es precisamente en este rincón del territorio asturiano donde se produce "la sidra más famosa en el mundo entero". Las bodegas de El Gaitero, ubicadas a orillas de la ría de Villaviciosa, cuentan con más de un siglo de historia a sus espaldas ―abrieron sus puertas allá por el año 1898― y forman parte en el presente del Patrimonio Histórico Industrial de España. Las instalaciones de esta empresa familiar suman en la actualidad alrededor de 40.000 metros cuadrados, en cuyo interior se lleva décadas produciendo una de las botellas de referencia dentro del sector sidrero de todo el mundo.
Es por ello que la historia Villaviciosa tampoco podría entenderse sin sus manzanos, pumaradas (plantaciones de manzanos) y sidra. La realidad es que el paisaje de este municipio asturiano se dibuja también entre campos de frutales y llagares de sidra que le han servido para ostentar el título de la Capital Manzanera de España. Cabe señalar asimismo que el cultivo de este tipo de árboles frutales se encuentra documentado en Villaviciosa ya desde la Baja Edad Media, si bien es cierto que existen algunos vestigios y pruebas documentales que constatan de igual modo la existencia del cultivo del manzano y la elaboración asociada de sidra en fechas previas a la colonización romana de la zona.
En cualquier caso, ese legado sidrero y tradicional de Villaviciosa es hoy por hoy un verdadero referente para sector dentro y fuera de Asturias. No es de extrañar por tanto que esta pequeña y acogedora villa asturiana celebre todo tipo de certámenes, ferias y festivales de exaltación a la sidra y las propias variedades autóctonas de la manzana. En el mes de agosto, por ejemplo, tiene lugar el Concurso de Sidra Natural Casera, en el cual los visitantes pueden disfrutar de la degustación de diferentes bebidas formuladas por los llagares caseros de la zona. En el mes de septiembre es el turno de la Fiesta de la Sidra, un evento en el que los bodegueros del concejo ofrecen sus productos y muestran el gran arraigo de la cultura sidrera en mitad de un ambiente de lo más festivo. También cada dos años, desde 1960 y durante el mes de octubre, el municipio de Villaviciosa pone en marcha el conocido como Festival de la Manzana, unas jornadas repletas de música, actividades, catas, expositores y mercados donde los participantes ofrecen al público un sinfín de productos derivados de la manzana.
Entre paisajes verdes, marítimos y montañosos
Desde la costa al interior, Villaviciosa conforma un territorio único que ofrece al visitante un amplio abanico de atractivos turísticos. Lo cierto es que los paisajes de este municipio asturiano se encuentran a medio camino entre el mar, los ríos y la montaña, articulados todos ellos alrededor de la gran ría de Villaviciosa. Se trata además de un estuario de enorme valor ecológico y el lugar ideal para la práctica de todo tipo de deportes acuáticos. Otro de los puntos más emblemáticos de esta tierra de Maliayo se encuentra en la desembocadura de la propia ría y es el conocido arenal de Rodiles, una bonita playa de arena fina y aguas cristalinas que se encuentra cobijada entre una frondosa masa forestal que le confiere a toda la zona un carácter de lo más especial.
En la cara más montañosa de Villaviciosa, el Pico de Peña es el punto más alto de la bautizada como Sierra de Peña Mayor. La cumbre en cuestión alcanza los 1.140 metros de altura, por lo que las vistas desde el lugar resultan realmente espectaculares. Desde la cima se puede observar una buena parte de la costa asturiana y el ascenso hacia la misma configura una ruta ideal para los amantes del senderismo y la naturaleza. Por otro lado, en mitad de estos escenarios de ensueño, el legado histórico y cultural de la localidad también constituye otro de los grandes atractivos de Villaviciosa, entre los que destacan puntos de interés como la iglesia de estilo gótico de Santa María de la Oliva, considerada una de las más bonitas de Asturias; la casona palaciega de los Hevia, propiedad en la que se hospedó Carlos V durante su estancia en la villa; e incluso el Convento de San Francisco, un tesoro de la arquitectura gótico-renacentista cuyo origen se remonta al siglo XVI.