En el año 1987, el Consejo de Europa distinguió al Camino de Santiago como el Primer Itinerario Cultural Europeo, pues más allá de su valor espiritual, el Camino se ha convertido en auténtico entramado de redes transeuropeas para la difusión de nuestra historia y cultura común. Desde entonces, las rutas xacobeas no han parado de crecer por todo el territorio, sumando hasta 49 itinerarios diferentes y más de 16.000 kilómetros tan sólo en los límites de España. En Portugal, por ejemplo, existen otros 9 recorridos y cerca de 2.900 kilómetros de sendas. En cualquier caso, de todos cuantos itinerarios existen, podríamos destacar a seis de ellos como los más emblemáticos, antiguos y transitados que a pesar de sus diferencias guardan la meta común de la Catedral de Santiago: el Camino Francés, el Portugués, el Inglés, el Primitivo, el del Norte y la Vía de la Plata.
Cada una de las rutas y tramos que recorren la Península Ibérica encuentran a su paso un sinfín de puntos emblemáticos que albergan en su existencia un significado de lo más especial para los peregrinos. En el caso particular del Camino Francés, esta popular y secular ruta xacobea presume de contar con un gran número de monumentos plagados de simbología en los más de 781 kilómetros que separan Saint-Jean-Pied-de-Port de la capital gallega, entre ellos el curioso homenaje al peregrinaje de la sierra pamplonesa del Perdón o la ancestral Cruz de Ferro en León. Ya en los límites territoriales de Galicia, en el corazón más rural de Triacastela (Lugo), el castaño centenario de Ramil se presenta como uno de los grandes referentes para los peregrinos de esta senda primigenia del Camino de Santiago.
Breve historia del Castaño de Ramil
En las tierras verdes de la comarca de Sarria, la localidad lucense de Triacastela alberga en una de sus acogedoras aldeas un verdadero tesoro de la naturaleza: el Castaño de Ramil, un monumental espécimen que lleva más de 850 años de vida vinculados al Camino de Santiago ―según la datación llevada a cabo por la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid. Sobre el origen de este singular castaño cabe decir que en esta provincia gallega es muy habitual encontrar la silueta de estos árboles autóctonos entre las diferentes masas arbóreas, aunque ninguno de ellos destaca tanto como lo hace el ejemplar centenario de Triacastela. La realidad es que el Castaño de Ramil tiene unas dimensiones bastante inusuales para los castaños, pues este árbol de gran escala puede presumir de alcanzar los 22 metros de altura así como 2,7 metros de diámetro y otros 8,5 metros de perímetro.
El Castaño de Ramil lleva más de ocho siglos dando la bienvenida a los peregrinos a su llegada a la población de Triacastela, pues este se encuentra ubicado a apenas un kilómetro de la entrada al histórico municipio xacobeo. Un auténtico regalo para los caminantes después de haber dejado atrás la dura caminata en ascenso de O Cebreiro. En cualquier caso, parece ser que cuando el autor del célebre Códice Calixtino, el monje Aymeric Picaud, realizó su particular peregrinaje hacia Compostela allá por el siglo XII, el ejemplar centenario ya se encontraba allí, si bien por aquel entonces se trataría de un árbol tremendamente joven que no llamaría tanto la atención como lo hace en el presente gracias a su enorme porte perfilado entre curiosos huecos y gruesas ramificaciones. Además, la Xunta de Galicia incluyó hace dos años al ejemplar de Ramil en el Catálogo Galego de Árbores Senlleiras, siendo el primero del municipio con dicha distinción.
Qué más ver en Triacastela
A pesar de que el Castaño de Ramil conforma uno de los rincones más visitados y emblemáticos del Camino Francés en su etapa entre O Cebreiro y Triacastela, el municipio lucense también alberga en toda su extensión otra serie de atractivos de igual interés para el peregrino. En lo que respecta a la arquitectura religiosa, el templo de Santiago es uno de los lugares de visita obligada a nuestro paso por la localidad. Si bien la iglesia presenta hoy por hoy un estilo barroco debido a una reconstrucción llevada a cabo en el siglo XVIII, la realidad es que la estructura original fue construida bajo un estilo románico. En la fachada del templo destaca todavía una gran torre frontal de estilo neoclásico en la que también se muestran tres castillos en referencia a la toponimia de la villa.
Para descubrir más sobre la historia y el encanto de Triacastela, una de las mejores formas de hacerlo es a través de la famosa Cova Eirós, una gruta natural y prehistórica situada en el lugar de Cancelo, a los pies de la Serra do Oribio. En el interior de la cueva se encuentran un buen número de grabados y pinturas de gran interés, ya que conforman las primeras muestras de arte rupestre del Paleolítico encontradas en el noroeste de la Península Ibérica. Cabe señalar que al tratarse de uno de los yacimientos paleontológicos cuaternarios más importante de Galicia, el acceso al interior de la zona se encuentra por ahora limitado a arqueólogos y expertos. No obstante, merece la pena acercarse al lugar y disfrutar de los paisajes y la naturaleza autóctona que recorre este rincón salvaje de Triacastela.