Rincón peregrino y uno de los grandes finales alternativos al Camino de Santiago, la pintoresca localidad de Muxía conforma un destino de excelencia por muchos motivos: su ubicación privilegiada en plena costa da Morte, su enorme riqueza natural, paisajística y patrimonial, así como también por la tan valorada gastronomía local de la que puede presumir este enclave mágico de la comarca de Fisterra. Lo cierto es que uno de los monumentos más representativos y visitados de este municipio coruñés es el Santuario de la Virxe da Barca, parada obligatoria en la hoja de ruta de cualquier viajero por el segmento noroeste del litoral gallego.
No obstante, y a pesar de las miradas que acapara este templo religioso de devoción mariana, Muxía esconde entre sus límites otros lugares que merece la pena recorrer y descubrir de igual manera, entre ellos el Paseo Fluvial del Río Negro, una sencilla ruta entre pasarelas de madera, antiguos molinos y bosques de ribera que dirige su camino hacia uno de los arenales más paradisíacos de la zona.
Lo más curioso de esta senda fluvial muxiana es que, en todo su recorrido, el paseo descubre al viandante cerca de una veintena de molinos de agua restaurados que a día de hoy forman parte del patrimonio histórico y etnográfico que dejó la molienda en este rincón de la Costa da Morte. Cabe destacar, de hecho, que este itinerario de trazado corto arranca desde el entorno de Os Muíños (en la parroquia de Moraime), el cual debe también su nombre a la gran cantidad de estas antiguas construcciones tradicionales que todavía pueden observarse en la zona.
A continuación, la ruta avanza por un camino rodeado de historia y naturaleza autóctona hacia su desembocadura en la conocida como playa de Area Maior-Os Muíños. Sin duda, un recorrido repleto de magia y encanto que permite al senderista disfrutar de la esencia más auténtica y rural de Muxía.
Naturaleza, etnografía e historia
El punto de partida del Paseo Fluvial del río Negro se encuentra en el lugar de Os Muíños, una aldea típica marcada por la arquitectura popular gallega y perfilada entre emblemáticos hórreos de piedra y antiguos molinos. La senda en cuestión avanza en todo momento paralela a este curso fluvial que arroja sus aguas a la feroz Costa da Morte, siendo el conjunto de molinos restaurados una de las grandes joyas patrimoniales y etnográficas de todo el recorrido.
Cabe señalar que se trata de un paseo corto y de baja dificultad, pero de una gran belleza. Una vez nos adentramos en el bosque de ribera, uno de los primeros elementos que descubriremos serán la conocida como Fonte da Tella y un merendero donde detenerse a disfrutar de la naturaleza o para tomar un pequeño bocado antes o después de recorrer este camino de apenas una hora entre ida y vuelta.
En sus primeros pasos, el río baja formando rápidos y pequeñas cascadas que dibujan sobre este bosque encantado un verdadero escenario de cuento. Lo cierto es que la ruta fluvial sigue la estela del río Negro en casi todo su trazado, la mayor parte del tiempo sobre pasarelas de madera, lo que permite transitar el entorno sin riesgos y disfrutar por completo de la naturaleza e historia que rodean al enclave.
La verdad es que gran parte de esa historia se encuentra escrita gracias a la molienda y los 17 molinos que todavía hoy descansan a orillas de este riachuelo muxiano. De hecho, algunas de estas construcciones se encuentran abiertas al público y permiten a los senderistas descubrir sus interiores todavía equipados con las particulares ruedas de molino.
Ya hacia el final de la Senda Fluvial del río Pedras, los frondosos bosques se van abriendo paso hacia la desembocadura del curso fluvial, situada a la altura de la playa de la conocida playa de Area Maior-Os Muíños. Resulta oportuno destacar que dicho arenal se convierte cada temporada estival en uno de los más visitados de Muxía, ya que se encuentra enmarcado en una tranquila y bonita ensenada rodeada de pequeñas dunas y vegetación.
Bonus track: el Monasterio de Moraime
Una vez finalizada esta agradable senda a orillas del río Negro, otra buena opción es visitar el Monasterio de Moraime, una joya de la arquitectura religiosa que también forma parte del Camino de Santiago a su paso por Muxía. Construido en el siglo XII y declarada como Conjunto Histórico-Artístico, el templo románico de San Xiao de Moraime es el testimonio vivo de lo que fue un antiguo monasterio benedictino. Las donaciones de Alfonso V en el año 1119 permitieron levantar el cenobio en el mismo lugar donde antaño se erigía una vieja ermita que fue arrasada por los normandos y, más tarde, también por los musulmanes.
En la actualidad, el monasterio presenta una planta basílica con tres naves y ábsides. La nave central se encuentra dividida además en cinco tramos mediante arcos de medio punto. En la fachada exterior, la estructura presenta varios rosetones y pequeñas ventanas románicas que flanquean el pórtico principal.
En la puerta del muro sur se encontraba el acceso al antiguo monasterio y en ella puede apreciarse una representación de la última cena. En la parte interior del muro norte se descubrieron también unas pinturas ancestrales que hacen referencia a los sietes pecados capitales y la muerte. El conjunto monumental se completa con los restos de una antigua necrópolis, una fuente romana y la casa rectoral situada a escasa distancia del templo, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.