En una fecha imprecisa alrededor del año 820 se produce el hallazgo de la tumba de Santiago El Mayor, dando lugar de inmediato a la creación de un lugar sagrado para venerar sus restos conocido como locus sancti Iacobi (el lugar de Santiago). Aquellos fueron los orígenes más remotos de una ruta de peregrinación que ha sido catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco debido a su importancia a la hora de fomentar los intercambios sociales y culturales entre personas de todo el mundo desde hace siglos. Lo cierto es que a lo largo y ancho del Camino de Santiago han ido surgiendo todo tipo de elementos y símbolos espirituales o religiosos, incluso en algunos casos las distintas rutas xacobeas han logrado revivir alguna que otra aldea al borde de la desaparición, como es el caso de Olveiroa, enclavada en plena senda hacia Fisterra-Muxía.
Desde la Edad Media, las hospederías y hospitales de peregrinos ―considerados los precursores de los actuales albergues― han sido uno de los símbolos más importantes del Camino de Santiago, surgidos en el medievo para acoger y prestar cuidados a aquellas personas que dirigían sus pasos hacia la ciudad compostelana. Esa antigua red de hospitales que se extiende por todo el Camino de Santiago todavía sigue muy presente en nuestros días, en ocasiones conservando su función de acogida y, en otros tantos, siendo una auténtica muestra del patrimonio histórico-artístico que han ido generando estos itinerarios espirituales a lo largo del tiempo. Este es el caso de la pequeña y recóndita aldea de Ligonde, en el municipio de Monterroso (Lugo), un lugar mágico enmarcado entre montañas que en el pasado fue una importante estación xacobea que contaba con un templo rural consagrado al Apóstol, un hospital de la Orden de Santiago y un cementerio de peregrinos.
Ligonde y su vínculo con el Camino de Santiago
Poco más de medio centenar de personas residen actualmente en la parroquia de Ligonde, perteneciente al municipio de Monterroso y enclavada en la falda de una sierra que lleva su mismo nombre. No obstante, y a pesar de tratarse de un lugar recóndito y apenas habitado, se trata de una aldea repleta de vida y con un constante tránsito de peregrinos, ya que esta es atravesada por el Camino Francés, una de las rutas xacobeas con mayor tradición histórica y la más reconocida a nivel internacional. Hoy por hoy son dos los centros de atención al peregrino los que continúan esta tradicional labor asistencial en Ligonde, uno de ellos de titularidad pública situado a las afueras del pueblo y el otro conocido como Fuente del Peregrino, un albergue privado creado en 1999.
Lo cierto es que hace ya unos cuántos siglos, Ligonde conformó una de las estaciones xacobeas más importantes de su época, pues tal y como apuntamos unas líneas más arriba, llegó a contar con una importante iglesia rural consagrada a al Apóstol Santiago así como también un hospital y un cementerio de peregrinos, de los cuales todavía se conservan algunas huellas. En el caso del hospital de peregrinos de Ligonde, este hunde sus raíces en el siglo X ―alrededor del 956―, época en la que fue donado por el conde Osorio a su esposa Teoduli Pepiz, con el fin de que ésta pudiese redimir sus pecados. Dicho centro asistencial se emplazaba en una finca ubicada frente a la moderna carretera que en el presente parte desde el núcleo de Monterroso, y anexo al mismo se encontraba el ya citado cementerio de peregrinos.
Del sanatorio también se conserva todavía un libro de cuentas en el que constan varias diligencias abiertas alrededor del año 1811, fecha en la que aún podría seguir en activo. Ya en la actualidad, el emplazamiento de ambas históricas edificaciones desaparecidas es recordado gracias a una sencilla cruz de piedra que se alza sobre un muro pétreo. En el caso de la iglesia románica dedicada a Santiago, del templo primigenio tan solo se conserva la portada, pues el resto fue sustituido bajo un estilo neoclásico ya en el siglo XVIII.
Otros puntos de interés en Ligonde
De hecho, esta pequeña aldea de Monterroso puede presumir de albergar entre sus límites algunos restos etnográficos y arqueológicos que dan cuenta de su importancia histórica, entre ellos un tipo de hórreo prehistórico conocida como cabeceras y que son la muestra viva del lado más pobre de la comarca da Ulloa o el roble centenario que preside la entrada del pueblo y recibe al visitante.
Por la contra, la emblemática Casa do Carneiro también recuerda el pasado más glorioso de esta aldea lucense, la cual presume de haber acogido a grandes monarcas y figuras ilustres de la época en sus peregrinaciones a Santiago de Compostela, entre ellos el emperador Carlos I o Felipe II, que recorrió este territorio en el año 1554 cuando se dirigía a la ciudad de A Coruña para su casamiento con María Tudor. Cabe recordar asimismo que el edificio en cuestión, fundado en el siglo XVI por los Ulloa, mantuvo hasta el XVIII el llamado derecho de asilo, es decir, toda aquella persona acusada o perseguida por la justicia que lograse atravesar la puerta conseguía su libertad.