El océano Atlántico deja patente toda su fuerza al noroeste de la provincia de A Coruña, particularmente en el tramo costero que abarca las conocidas aguas de la Costa da Morte. No en vano, el origen del topónimo de este geodestino gallego tiene mucho que ver con el sinnúmero de naufragios que a lo largo del tiempo tuvieron lugar en la franja litoral que se extiende desde la localidad de Malpica de Bergantiños (el punto más oriental de la misma) hasta la ría de Muros e Noia.
De hecho, se trata de un rincón repleto de historias y leyendas, con un enorme patrimonio arqueológico que se abre paso bajo sus fondos marinos ayudando a convertir a Galicia en la región de Europa con más naufragios de todos los tiempos. Pese a todo, no han sido pocos los pueblos invasores que en el transcurso de los siglos han tratado de conquistar por mar nuestras riquezas y territorio, desde los propios romanos hasta los piratas sarracenos e incluso los vikingos.
En el caso particular de los vikingos, su llegada a Galicia se produjo en el período comprendido entre los siglos IX y XII, en un momento de la historia en el que los diferentes pueblos de Escandinavia habían dejado a un lado sus luchas internas para dedicarse a la navegación, el comercio y la piratería. De hecho, la primera incursión de los nórdicos en la región aparece reflejada en los Annales Bertiniani y se remonta al mes de agosto del año 844.
Según narra la crónica franca, en aquella época un grupo de vikingos daneses, arrastrados hasta la zona a causa de una fuerte tempestad, dedicaron sus esfuerzos al saqueo de un buen número de aldeas costeras gallegas hasta ser expulsados en los alrededores del Farum Brecantium, es decir, la actual Torre de Hércules. Sea como fuera, la presencia de estos guerreros en el litoral de Galicia resultó ser tan importante como especial, sobre todo en el caso de poblaciones como las de Arou, en Camariñas, donde la leyenda asegura que se trata de un pueblo que desciende directamente de los vikingos.
Entre la historia, el mito y la leyenda
Orientado a mar abierto en pleno corazón de la Costa da Morte, la pequeña población de Arou (perteneciente a la parroquia de Camelle) se encuentra enclavada entre singulares peñascos y una mágica naturaleza agreste. Las leyendas locales han ayudado a acrecentar el encanto natural de este rincón del municipio de Camariñas, pues el relato popular dice que Arou desciende de los vikingos debido a la multitud de ataques que hubo de estos guerreros en la zona. De hecho, se menciona muy a menudo que Camelle y Arou fueron probablemente emplazamientos vikingos durante gran parte de la Edad Media.
Lo cierto es que hoy en día son pocos los documentos conservados que arrojen algo de luz sobre la historia del pueblo coruñés de Arou. No obstante, en los montes cercanos a esta pintoresca villa costera hay constancia de vestigios de viviendas que se creen que pudieron servir de refugio durante los ataques por mar recibidos en la época de Carlos III, uno de ellos llamado el Alto da Gurita. Del mismo modo, los restos de un antiguo templo donde en la actualidad se emplaza la capilla de San Bartolo hacen posible imaginar que esta zona de la Costa da Morte ya presentaba una numerosa población durante los siglos que abarcan el medievo.
El encanto de un pequeño pueblo de la Costa da Morte
Al margen de la historia y sus leyendas, la pequeña población pesquera de Arou ofrece al visitante un entorno salvaje de enorme belleza perfilado alrededor de su única y principal playa urbana. Lo cierto es que este arenal rodeado por un pintoresco paseo marítimo conforma el principal atractivo de este rincón de la parroquia de Camelle, siendo además una de las mejores zonas para el baño de todo Camariñas debido a la tranquilidad de sus aguas. La lengua de arena en cuestión se extiende a lo largo de 130 metros, mientras que su anchura oscila en función de las mareas alrededor de los 455 metros. Su arena fina y blanquecina así como los paisajes verdes que rodean al arenal le otorgan asimismo un aire totalmente paradisíaco.
Por otra parte, y más allá de Arou, merece también la pena acercarse hasta el núcleo de Camelle para descubrir el primera persona la historia y el museo de Manfred Gnädinger, también conocido como El Man o El alemán de Camelle, un artista y ermitaño que murió de pena por el chapapote y terminó por convertirse en mito en Galicia. Entre el patrimonio religioso destaca también la iglesia del Espíritu de Santo Camelle, donde todavía se conserva una campana del buque inglés City o Agra, el cual naufragó frente a la costa de Arou dejando las vidas de media tripulación en el mar allá por el año 1897. En las cercanías de Arou y Camelle, el cementerio de los ingleses ―el rincón de la costa de Galicia que rinde homenaje a un terrible naufragio― o el Cabó Vilán son otros de los de los puntos que merece la pena visitar.