La Ribeira Sacra es, sin atisbo de dudas, uno de los secretos mejor guardados del interior de Galicia. Este geodestino gallego se enmarca justo en la frontera entre las provincias de Lugo y Ourense, en una zona de auténtica postal que comprende las riberas de los ríos Miños, Sil y Cabe. Lo cierto es que los márgenes de estos conocidos cursos fluviales dibujan a su paso unos paisajes verdes rodeados de frondosos bosques, viñedos, bancales e incluso algún que otro ejemplo del ingente patrimonio que oculta la Ribeira Sacra. De hecho, cabe recordar que este rincón del territorio gallego conforma el lugar con la mayor concentración de muestras del románico rural de Europa en forma de templos y monasterios. No es de extrañar este dato, pues hablamos de un destino que está considerado como un verdadero remanso de paz en el interior de Galicia.
La historia de los cenobios que todavía se conservan en la Ribeira Sacra empezó a escribirse entre los siglos X y XIII, un período en el que esta zona de Galicia experimentó su particular era dorada en cuanto a vida religiosa, espiritual y monacal se refiere, dando lugar a una importante proliferación en la creación de grandes monasterios como el de Santo Estevo de Ribas de Miño (Lugo).
Lo más curioso de todo es que la silueta de esta antigua joya del románico gallego se erige sobre un frondoso bosque centenario en una de las inclinadas laderas que se perfilan muy cerca del embalse de Belesar, donde también es posible observar en ambas riberas otros ejemplos constructivos de origen románico y secular ―como es el caso de San Paio de Diomondi o San Vitoiro de Ribas de Miño.
Breve historia del monasterio lucense
Los orígenes de Santo Estevo de Ribas de Miño son, en cierta medida, todavía un misterio, si bien se cree que fue un monasterio altomedieval ligado al de Diomondi. Las primeras fuentes documentales que se conocen hacen referencia a los escritos de una donación efectuada en el año 976 así como un inventario perteneciente a la Mitra de Lugo del siglo XII en el que consta un donativo de la reina Doña Urraca. Al margen de estos textos, también se conserva una referencia escrita sobre una restauración a una iglesia visigótica en esta misma zona de la Ribeira Sacra. Ya a partir del siglo XIII son varios los documentos en los que aparece mencionada con el nombre de Abadía de Santo Estevo.
En cualquier caso, lo que está claro es que desde el siglo XII ―época de cierto auge en la vida monástica en Galicia― el antiguo monasterio de Santo Estevo de Ribas de Miño adquiere una gran importancia a nivel religioso. Es de hecho entre finales de esta centuria y principios de la siguiente cuando se construye el templo que sobrevive en la actualidad, uno de las mejor conservados sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una de las fachadas del románico mejor conservadas de toda la Ribeira Sacra e incluso Galicia. Más allá de su enorme valor arquitectónico y patrimonial, el antiguo monasterio de Santo Estevo también destaca por la gran riqueza paisajística del entorno en el que se ubica, sobre un mirador natural que ofrece unas vistas espectaculares de los meandros del río Miño.
Lo cierto es que su situación privilegiada resulta de lo más interesante si tenemos en cuanta las condiciones y época en la que fue levantado, pues sus constructores tuvieron que adecuarse al terreno y excavar la montaña para dejar una altura suficiente para el ábside y poder adaptarse tanto a la ladera como a la ancestral costumbre de orientar este tipo de edificios religiosos de igual forma que el recorrido del sol.
Esta particularidad en la construcción del monasterio entrañó también la creación de una cripta bajo la fachada principal para contrarrestar la elevación del terreno en esta zona, conseguir más espacio y soportar la parte frontal del templo. De hecho, este es uno de los detalles de este tesoro del románico tardío en cuyo estilo se delatan ciertas fórmulas que recuerdan a las empleadas por el Mestre Mateo, aunque la realidad es que no existe ninguna prueba que confirme de manera directa autoría.
En las entrañas de una joya del románico
El templo de Santo Estevo de Ribas de Miño es el testimonio vivo de un pasado consagrado a la religión y la espiritualidad en el corazón de la Ribeira Sacra. En el presente, la fachada principal de esta iglesia se ha convertido en la auténtica protagonista de la construcción superviviente, convertida en una de las muestras más bonitas y espectaculares del románico gallego.
El frente exterior muestra una estructura formada por la propia portada de acceso, la cual se encuentra flanqueada por dos arcos ciegos. Cabe destacar que la citada puerta también presenta cuatro arquivoltas de medio punto con distinta decoración, destacando el caso de las seis estatuas radiales de músicos y otros personajes y motivos relacionados con el sol y la luna. Pero sin duda, el elemento que más sobresale de su fachada es el rosetón, considerado uno de los más importantes del arte románico gallego.
El templo por su parte es de planta basilical con un ábside semicircular que viene precedido por un tramo recto, dividido después en cinco tramos con tres ventanales marcados por cuatro columnas adosadas. En el caso de los muros laterales estos presentan cinco contrafuertes unidos por varios arcos de descarga acompañados de sendas ventanas en cada hueco. Ya en el interior de la iglesia, en la penumbra de Santo Estevo de Miño destaca una figura también románica del ábside de la Virgen sedente con el Niño Jesús en brazos.