A medio camino entre las rías de Arousa y Muros e Noia, la península do Barbanza emerge como un tesoro natural enmarcado al suroeste de la provincia de A Coruña. En este punto septentrional de las Rías Baixas, el mar y la montaña se entrelazan en un auténtico paraíso de contrastes, con unos impresionantes paisajes que se dibujan entre arenales paradisíacos, pozas y piscinas naturales, dunas infinitas y pequeños sistemas montañosos que ofrecen al visitante algunas de las mejores vistas de este precioso litoral que abraza al Atlántico. Uno de estos enclaves privilegiados a la hora de admirar la belleza y el encanto que envuelve a la península do Barbanza se encuentra situado en lo más alto del Monte Tahume, en el límite natural entre las localidades de Ribeira y Porto do Son.  

Este mirador natural de A Coruña regala al visitante una panorámica extraordinaria del segmento más occidental de la península do Barbanza. Entre los terrenos que se abren paso entre la costa de Corrubedo y de Muros, el monte alcanza en su pico más elevado los 241 metros sobre el nivel del mar, coronado por una cruz, un vértice geodésico y un radar de salvamento marítimo. La realidad es que por su situación privilegiada, el enclave fue también aprovechado por los antiguos pobladores castrexos para asentarse hace más de dos milenios, aunque sus vestigios todavía siguen ocultos bajo tierra.

En lo más alto del monte Tahume

Cima del monte Tahume Concello de Porto do Son Ribeiro / Porto do Son

Frente al enorme manto azul del océano Atlántico, el Monte Tahume ―también denominado Taúme o Tombo Mairo― se abre paso en tierra firme sobre un enclave geográfico excepcional: un rincón mágico que presume de una enorme riqueza natural y paisajística. La realidad es que a pesar de su escasa elevación, el mirador del monte Tahume ofrece desde su cima una de las mejores panorámicas de las Rías Baixas. Al encontrarse enmarcado entre dos grandes rías, muy cerca del litoral y en uno de los lugares más occidentales de la región, este balcón natural constituye una parada obligatoria a nuestro paso por la península do Barbanza. 

De hecho, tanto por su orientación como por las vistas de 360 grados que ofrece desde su cumbre, se trata de un lugar mágico para disfrutar de la puesta de sol y los últimos rayos de luz del día. En un mismo recorrido visual, el visitante puede distinguir en el paisaje las islas de Sálvora y Ons, las lagunas de Carregal e Vixán, las impresionantes dunas de Corrubedo y arenales tan emblemáticos como el de As Furnas. También los famosos castros da Cidá y de Baroña se dibujan en la panorámica general desde el monte coruñés. Además, en los días más claros y despejados, las siluetas del Monte Louro y Cabo Fisterra, así como Cabo Silleiro y Baiona más al sur, se van perfilando claramente en sus horizontes más lejanos.

Un paseo entre naturaleza y patrimonio

Capela de San Bieito de Seráns, uno de los rincones de la ruta al Monte Tahume Wikimedia Porto do Son

El entorno del Monte Tahume es, sin lugar a dudas, un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza y el senderismo, ya que cuenta con su propio derrotero para descubrir este mirador panorámico enclavado sobre la península do Barbanza. La Ruta R12 Monte Tahume conforma un itinerario circular de unos 9,5 kilómetros y dos horas y media de duración, catalogado como un sendero de dificultad media-fácil debido, en parte, a sus tramos en ascenso. Aún así se trata de una ruta ideal para disfrutar en familia, pues la mayor parte del paseo se realiza en paralelo a la zona costera de Porto do Son, en un entorno que forma parte de la Red Natura 2000. 

El punto de partida de la ruta se encuentra en las proximidades de la pista deportiva y la Casa da Cultura de Porto do Son, avanzando a continuación entre pistas de tierra y caminos asfaltados hasta llegar a la altura del desvío que, tras superar una fuerte pendiente, nos conducirá hasta lo más alto del Monte Tahume. El camino de vuelta desciende hasta el entorno de la Capela de San Benito de Seráns, un escenario rodeado de naturaleza autóctona en el que destaca una emblemática fuente datada del año 1839. Los últimos pasos nos conducen hasta el bonito arenal de Espiñeirido para luego retornar al citado lugar de salida.