El espectacular enclave cerca de A Coruña con una gran playa, dunas y una laguna costera
- Este espacio de la Red Natura 2000 se ha convertido en un auténtico santuario para la vida salvaje, hogar de aves migratorias singulares y otras especies animales como nutrias, anfibios y reptiles
- Más información: La bonita escultura de la Costa da Morte que homenajea a los marineros que nunca volvieron
En una novela de Jane Austen a la gallega, la Costa da Morte sería descrita como ese romance eterno entre la tierra y el mar. La realidad es que, en este punto del litoral gallego, el Atlántico ruge con un alma indomable y, frente a él, las montañas parecen caer rendidas ante su embrujo, como un marinero que sigue el canto de una sirena hasta estrellarse contra las piedras. El resultado, al menos en este caso, no es otro que un paisaje que desafía a la imaginación: un rincón salvaje y melancólico de Galicia plagado de vertiginosos acantilados, arenales casi vírgenes y una naturaleza desbordante.
Es precisamente aquí, en pleno corazón de la comarca de Bergantiños, donde la villa marinera de Laxe despliega todo su encanto. Este pequeño pueblo costero de A Coruña no sólo ofrece una de las postales más bonitas de la provincia, sino que también regala al viajero un sinfín de historias impregnadas de tradición y autenticidad. Pasear por sus callejuelas es descubrir el alma de una Galicia eterna, que cautiva y deja huella.
Entre los muchos tesoros naturales de Laxe, pocos lugares condensan tanta magia como lo hace la Laguna y Dunas de Traba. Este espacio protegido reconocido dentro de la Red Natura 2000 reúne entre las puntas de Arnado y de Traba una kilométrica playa de arena dorada, un cordón dunar modelado por las suaves brisas marinas, marismas y una laguna costera que sirve de refugio para cientos de aves migratorias.
Un rincón de postal en la Costa da Morte
En el corazón del valle de Traba, cerca del Lugar de Mórdomo, la parroquia de Santiago de Traba guarda uno de los mayores tesoros naturales de Laxe: un espacio natural de ensueño donde una playa infinita de dos kilómetros ―la más grande y agreste de Laxe― se entrelaza con las delicadas formaciones dunares y una laguna repleta de vida.
El enclave se encuentra rodeado por la silueta de varias montañas, que sirven como marco a este espacio natural declarado como tal en 1990 y convertido hoy por hoy en un emblema medioambiental de Galicia. De hecho, el conjunto forma parte de la Red Natura 2000 y está reconocido como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC).
Lo cierto es que la laguna y las dunas de Traba son mucho más que un paisaje de postal: son un auténtico refugio para una asombrosa biodiversidad que fascina a naturalistas y viajeros. Entre las aves que embellecen el cielo y las aguas de este gran lago se cuentan especies inusuales de alados que visitan el enclave a lo largo de todo el año, especialmente durante las épocas migratorias. La Garza Real, el Martín Pescador, la Anade Real, la Garceta Común o el Aguilucho Lagunero son algunas de las más destacadas dentro de esta pequeña reserva ornitológica.
Además, este rincón también es famoso por la enorme concentración de aves migratorias del continente americano que recibe, lo que lo convierte en un caso de lo más singular en el territorio gallego. Pero la riqueza del lugar no termina ahí, pues también resulta importante la alta presencia de nutrias, anfibios, peces y reptiles que encuentran en esta laguna laxense un hábitat perfecto durante todo el año.
Una caminata a orillas del mar
El sendero homologado PR-G 114 Laxe-Traba es una invitación a descubrir la costa gallega en su máximo esplendor. Esta ruta lineal, de unos 8,4 kilómetros, bordea la costa junto al imponente océano Atlántico, regalando unas vistas espectaculares a cada paso. El recorrido comienza en el encantador pueblo de Laxe, cerca del emblemático faro de Laxe o la pintoresca playa de los Cristales, un rincón mágico donde la naturaleza y los vestigios del pasado se entrelazan.
El itinerario, tranquilo y accesible, atraviesa lugares cargados de historia y emoción, como la capilla de Santa Rosa y el conmovedor monumento de A Espera, que homenajea a todos aquellos marineros que nunca pudieron regresar a tierra firme. El camino se adentra también en la playa de Soesto antes de enfilar el trazado litoral hasta culminar en la impresionante laguna de Traba. Además, esta ruta comparte parte de su trayecto con el mítico Camiño dos Faros, convirtiéndolo en una opción perfecta para quienes buscan explorar la esencia más auténtica y salvaje de Galicia.