Detrás de la iglesia castrense de San Andrés, en A Coruña, se "esconde" un bar muy dulce: La Marmota. Tras su barra nos encontramos a Elisa Fernández, una joven pedagoga apasionada de la pastelería que apostó por cumplir su sueño: tener un local donde sus creaciones dulces compartiesen carta con sencillas (pero distinguidas) propuestas saladas. Y lo consiguió. En 2015 abría sus puertas este repostrebar cuyo nombre tiene influencia cinematográfica.
La película ‘Atrapado en el tiempo’, cuyo protagonista vive atrapado en un bucle temporal en el Día de la Marmota, sirvió de inspiración a Elisa, quien maravillada por este joya cinematográfica no dudó en que este film diese nombre a su local. De la parte gráfica, se encargó su pareja, el ilustrador Carlos Arrojo.
"Fuimos pioneros en la zona en establecer el pack desayuno como se entiende ahora. Hace siete años había muy pocos locales que explotasen ese servicio", nos explica Elisa, con quien compartimos mesa en la terraza de La Marmota mientras, por momentos, atiende a todos los clientes que se acercan a tomar algo en una tarde de semana.
Su ubicación, detrás de la iglesia, resultó un handicap al principio, según reconoce Elisa. Pero pronto, el boca a boca y las buenas referencias fueron ganando terreno y La Marmota consiguió hacerse un hueco dentro del amplio sector de la hostelería coruñesa. "No estamos en un calle de paso, así que el que viene es ex proceso", afirma esta joven hostelera.
La Marmota nació con un objetivo muy claro: ofrecer a sus clientes una oferta gastronómica 100% artesanal. "Todo lo hacemos nosotros", dice Elisa, fiel defensora de la comida fresca, sencilla "pero con un toque distinguido". Y eso es precisamente lo que ofrecen en este local, adaptado también a vegetarianos y veganos.
Así, entre las propuestas vegetarianas y veganas destaca el falafel -que además es uno de los platos estrella de La Marmota-, la hamburguesa de alubias o los callos veganos. Llama nuestra atención este último plato. Elisa nos lo explica: "Se trata de un potaje de garbanzos con setas, que aportan ese toque gelatinoso tan característico de los calles. Todo ello va aderezado con las especies típicas de todo plato de callos".
Junto con el falafel, otro de lo platos más demandados por los clientes es el pollo marinado cajún. También son muy deseadas las hamburguesas: hay una de ternera con guacamole y otra, también de ternera, con rulo de cabra.
Además de los platos de la carta, La Marmota ofrece un atractivo menú del día, compuesto por un entrante a elegir, un segundo, postre, café y bebida. "Tenemos un menú equilibrado, queremos que la gente coma al igual que si estuviese en su casa", comenta Elisa.
Pastelería casera
La carta se completa con una suculenta propuesta dulce, compuesta por una amplia variedad de sabores y texturas. Tartas, bollerías, galletas, bizcochos… y todo 100% artesanal. La pastelería casera elaborada con productos de la máxima calidad son la seña de identidad de La Marmota.
Las tartas, todas ellas a un precio de 3,90 la ración, son muy queridas entre los clientes más fieles, en especial la de oreo y la de manzana. Uno también puede probar la tarta de la abuela, el banoffe, el brownie cheesecake o la tarta de queso al horno con dulce de leche.
Elisa y su equipo elaboran prácticamente a diario tartas y otros dulces, como crooisant, palmeras de hojaldre, alfajores…. También elaboran bica, siguiendo una receta tradicional de la tía de Elisa y en navidad hornean galletas con dibujos navideños. La Marmota admite encargos, tanto de los dulces que estén carta como de cualquier otra propuesta que el cliente pida. El precio ronda entre los 30 euros de una tarta pequeña y los 36 de la grande.
Toda la carta se puede disfrutar en local o en casa, y es que también ofrece servicio de recogida en local y a domicilio. Ya seas más de dulce o de salado, en La Marmota encontrarás una delicia que llevarte a la boca.