La calle Galera de A Coruña cuenta desde hace seis años con un local en el que se puede comer y tomar algo bajo los árboles, algo poco habitual en esta zona pero que la taberna A Carballeira ha conseguido. El establecimiento de Alejandro Mosquera recrea una carballeira desde que se entra por la puerta, con vegetación en el techo y cinco árboles dispuestos estratégicamente por el establecimiento que generan un ambiente cálido y acogedor para los clientes, de manera que casi se pueden llegar a sentir en su propia casa (incluso cuenta con una chimenea).
Este es el primer negocio del oleirense y tiene tintes familiares, porque lo dirige junto a su pareja y su cuñada. Abrirlo fue un sueño cumplido, ya que desde pequeño siempre manifestó que quería tener su propio bar o restaurante y así lo ha conseguido tras formarse en dirección y gestión hotelera en Santiago de Compostela.
La ubicación es estratégica en una calle donde nunca falta la gente y por donde los coruñeses realizan las tradicionales rutas de vinos parando en cada establecimiento. Define su proyecto como un local con tintes tradicionales en la esencia pero cuya cocina sigue esta línea aunque con tintes modernos.
Una vitrina con pinchos preside la taberna y sirve como reclamo y a estas especialidades se unen otras orientadas a compartir entre varias personas que forman parte de su carta. En sus inicios la oferta gastronómica se limitaba a los pinchos, algo que ha variado desde la pandemia porque han observado que el modelo de consumo ha cambiado. El dueño apunta que "ahora la gente quiere tomar algo sentada tranquilamente, no beber algo de pie en la barra".
De acuerdo con esta transformación, cada vez potencian más su carta y uno de los proyectos de 2024 es volver a abrir los sábados al mediodía para formar parte de las opciones para comer en el centro de la ciudad.
Pincho donostiarra o tortilla de grelos con queso San Simón
El pincho donostiarra es el rey indiscutible de taberna A Carballeira y está elaborado a base de surimi con mayonesa y unos hilos de vinagre balsámico. Otros que gustan son la tortilla de grelos y queso San Simón tanto por tapa como ración o el pincho Ratatouille, con verduras al horno recién horneadas, además del pan bao de aguja de cerdo disponible los fines de semana.
En la carta triunfan opciones para compartir como croquetas de jamón o de txangurro y langostinos rebozados, a los que se une la croca con carne de un matadero de Betanzos que cortan ellos mismos o una de las últimas incorporaciones: una tabla de quesos (queso ahumado Idiazábal, queso trufado de oveja, un mahonés de vaca, queso de cabra Ubrique y un queso mezcla curado de cabra, oveja y vaca).
Para comenzar, el hummus y guacamole son opciones que dan cobijo a reuniones informales de amigos antes de tomar platos más contundentes. Los postres son limitados porque su oferta principal se basa en pinchos y demás especialidades de la carta, aunque cuentan con un delicioso brownie casero con chocolate belga que puede ser acompañado de varios sabores de helado.
Vinos y cerveza artesana
Las cervezas son un rasgo diferencial de este local dentro de la calle en la que se encuentra, con decenas de negocios hosteleros. Aunque comenzaron ofreciendo cervezas de importación, actualmente disponen de la Atlántica, un cerveza artesana elaborada en Galicia, y también en formato red de tipo Abadía, que les aleja de la oferta cervecera que se repite en la zona con marcas más comerciales. En cuanto a vinos, disponen de blancos como Godello, Albariño o Ribeiro y tintos como Mencía, Rioja o Ribera del Duero, entre otras opciones.
Otro de los detalles que benefician a la taberna es la apuesta, cuando el tiempo y las tareas lo permiten, de ofrecer aperitivos con la bebida. Sobre la calidad-precio, su responsable apunta que el ticket medio para dos personas se encuentra entre 25 y 30 euros y concreta que con cuatro o cinco pinchos es suficiente para irse con el estómago lleno (y ganas de repetir en próximas ocasiones).