Tomar vino natural de cualquier parte del mundo, maridado con quesos variados, gildas o brioches con exquisito embutido italiano como ciauscolo es posible desde hace dos meses en A Coruña. El lugar que aúna todos estos elementos es Gluglú, en la calle Capitán Troncoso, un bar diferente capitaneado por el vigués Mateo Hernández y su socio Moisés Enríquez de WACO Coffee.

La idea del local llevaba rondando por la cabeza del primero de ellos mucho tiempo y gracias a su espíritu curioso e inquieto por fin es una realidad que combina con su faceta de fotógrafo freelance desde hace más de una década, la pintura y sus conocimientos de comunicación y publicidad, ya que también ha trabajado en medios y como director creativo para marcas. 

Gluglú.

Gluglú nació porque este par de socios no encontraban en la ciudad un local en el que estuviera todo lo que les gusta y el establecimiento gira sobre los vinos naturales porque Mateo ha conocido mucho del sector del vino en sus múltiples viajes. Ha cogido recortes de negocios de este tipo de Madrid, Barcelona y de toda Europa, ayudado porque Marta, su pareja, es italiana y también ha visitado mucho regiones como Milán o Bolonia. "Cuando me vine a la ciudad no había realmente un sitio para tomar un vino natural que no fuera un restaurante, echaba de menos el aspecto social, un ambiente informal como de bar de pueblo", explica.

El Gluglú ofrece a la gente sentirse como en casa: "puedes venir solo o que vengas y te encuentres con gente que conoces, se trata de un espacio al que acudir en cualquier momento que sirve de lugar de encuentro para conocer vinos y los proyectos detrás de ellos", concreta el fundador.

Gluglú.

En esta línea, invitan a descubrir "vinos mucho menos serios, más sociales y divertidos". "El único vino bueno es el que te gusta y no siempre el vino caro es el vino bueno, queremos democratizar el vino como un elemento social más, que la gente venga y se sienta cómoda", resume el responsable del bar.

Pizarra por copa semanalmente y vinos naranjas

El nombre del local tiene su origen en el título de un libro ilustrado francés sobre catas y también Gluglú es un término usado en el mundo de los vinos naturales para indicar que "es fácil de beber". En cuanto a los vinos naturales, Mateo detalla que se trata de aquellos que sn exclusivamente zumo de uva fermentada "a los que no se les quita ni se les pone nada ni en las viñas, ni en bodega ni durante el proceso de fermentación". "Se respeta el terreno y la variedad autóctona de cada zona, son vinos tal cual salen del campo, de la bodega y la botella", aclara.

Disponen de más de 150 referencias de vino natural de todo el mundo y la pizarra por copa se cambia todas las semanas. Generalmente se ofrecen varias opciones de tintos, blancos, rosados, Orange y de burbujas que se acompañan con tablas de quesos franceses, japoneses  gorgonzola artesanos de Italia o también brioches de sobrasada, mortadela o jamón asado y hasta gildas, burrata o crostini de sardina.

Gluglú

En el Gluglú aseguran que entienden la gastronomía como "algo divertido, inspirador y estimulante" y son conscientes de que "la gente quiere probar cosas nuevas". Esta semana destacan opciones como un Moscato de San Rafael (Argentina) u otro argentino de tinaja de los cuales hay 400 y 1.000 botellas respectivamente en el mundo, lo que los convierten en especiales. De ellos, Mateo pone en valor "las etiquetas más artísticas y divertidas".

"Muchos son de gente que no venía del mundo del vino y que se interesó por el campo y este mundo y se transmite en las botellas, habitualmente de producciones muy pequeñas", concreta. Entre los blancos, apunta que disponen de uno de una bodega del Penedés u otro tipo que proviene de una bodega de Eslovaquia y que llama la atención por los mensajes escondidos en el corcho y que son visibles al abrir cada botella. 

Vino de la semana y eventos

Gluglú.

Periódicamente organizan eventos como el de este sábado con la tienda vintage Coupled Roof y anteriormente con el bar de vinos de Mallorca LA NOUVELLE FAMILY y los socios del Gluglú anuncian que "vendrán más cosas pronto". Además, se da la posibilidad a los clientes de probar los vinos antes de llenarles la copa y Mateo se muestra satisfecho de que la gente se deje aconsejar.

La animación en el Gluglú se desarrolla en un original espacio diseñado por los dueños del local junto a Pétreo, un estudio de arquitectura e interiorismo coruñés. Juntos han apostado por conservar los materiales del local original, que está ubicado en un edificio histórico que data de 1.900, y convertirlo en un establecimiento "alejado de la idea clásica de hostelería, honesto y auténtico".

Destacan los suelos de madera y baldosa hidráulica, grandes ventanas y buena luz natural y los ventanales se abren de manera que se entremezclan el espacio interior y exterior formando uno solo. La parte trasera cuenta con una única mesa donde "compartir vinos, hablar con otra gente, encontrar el amor o disfrutar de un ambiente íntimo", todo acompañado por luces bajas y de las velas ubicadas estratégicamente en botellas vacías.

Gluglú.

Mateo define el Gluglú como "un caos organizado divertido y que genera interacciones" con gente sentada, de pie o en la barra y sitúa el ticket medio entre los 10 y 12 euros por persona con copas de vino que se mueven por los 4,50 euros (los espumoso a 9,50). El horario de apertura es de miércoles a sábado de 18:00 a 23:00 horas y los responsables reconocen que "a la gente le gusta saber lo que está bebiendo, incluso muchas veces cosas raras y distintas que en algunas ocasiones no parecen vino".

Asimismo, el Gluglú nombra un vino de la semana cuatro veces al mes, un vino especial que nunca se abriría por su copa o su precio. Esta semana el elegido ha sido un vino argentino elaborado por un profesor que lo dejó todo para dedicarse a su bodega en una pequeña parcela desde 2005. El sabor es especial porque aúna dulzor con salinidad o flores. "Lo tiene todo", concluye Mateo, mientras invita a coruñeses y visitantes a vivir la experiencia Gluglú, que no dejará a nadie indiferente.