El restaurante Evita abrió hace medio año en la calle Orillamar de A Coruña y no pasa desapercibido ni por su cocina ni por su ambientación, en la que destaca un gran Adán en movimiento colgado del techo que sostiene su manzana.
La pareja perfecta de este personaje es Eva Lorena Cano, su propietaria, que lleva paralelamente la gerencia del establecimiento Jamón jamón de Mera en Oleiros (A Coruña).
La base de la cocina tipo fusión que se sirve es venezolana, dado que la dueña es hija de padres venezolanos, y apuesta por mostrar en A Coruña especialidades poco conocidas como la Polvorosa caraqueña, un plato de origen indígena de Venezuela "para que la cocina del Evita vaya más allá de los típicos tequeños, cachapas o arepas", explica. En el restaurante se sirve la comida con la que se crió, de sus orígenes, ya que ella es española de padres venezolanos que a su vez son hijos de españoles.
"Venezuela es un país con mucha afluencia gastronómica por la emigración y eso se refleja en la carta", asegura, aunque también hay especialidades de otro tipo como torreznos de Soria, tacos de cochinita pibil o ceviche. Una de las especialidades destacadas es la Causa, una especie de ensaladilla de origen peruano a base de patata y ají amarillo que se rellena con atún y langostinos. "Hacemos cocina fusión porque a todo le damos nuestro toque", detalla.
Sobre la cocina venezolana, Eva concreta que su origen se refleja en platos como las hallacas, que se elaboraban con los guisos que sobraban de las casas de los ricos y que a su vez se envolvían con una hoja de plátano y se cocía todo con una masa de harina-pan. Otro de los platos que incorporarán pronto a la carta, el asado negro, tiene raíces alemanas porque se elaboraba con cerveza negra.
Macerados y refrescos naturales y postres "a su manera"
En el Evita cuidan el emplatado y la presentación de las especialidades, como por ejemplo en el asado negro, donde el acompañamiento es plátano macho maduro que se hornea y se sirve.
De postre se puede elegir Banoffee, hecho "a su manera" con base de galleta Lotus, crema similar a la del tiramisú, plátano, dulce de leche y merengue quemado; o Strudel, que aunque es de origen austríaco se consume en Venezuela debido a la presencia de una numerosa población alemana, la conocida como Colonia Tovar en Caracas, "una ciudad muy masificada y con mucha afluencia cultural", cuenta la dueña.
Otra opción sería la torrija acompañada de helado de pistacho y sirope de amarena (una cereza italiana) y otros postres que tendrán próximamente serán mousse de maracuyá con tierra de Oreo y estamos pensando en hacer un Bienmesabe, un postre típico latino que lleva coco, Otros platos como el ceviche los adaptarán, elaborando con otros ingredientes lo que denominan leche de tigre para que tenga sabores más equilibrados y menos ácidos que lleguen a más paladares.
El Evita es petfriendly y para los dueños de los animales uno de los principales atractivos son los refrescos naturales, como la limonada con jengibre o macerados como su especialidad estrella, el Margarita, a base de jalapeño, cilantro y tequila macerado.
Otras posibilidades son vodka macerado con frutos rojos o ginebra con jengibre y limón. En cuanto a vinos, disponen de algunos diferentes como el Raca de Sudáfrica, con un peculiar sabor a aceituna negra, que se une a blancos y tintos y smeildulces que recomiendan combinar sobre todo con los postres.
La clientela habitual es gente del barrio de Monte Alto y de la calle Orillamar, en general personas de 45 años en adelante que pueden sentarse a degustar las especialidades del Evita o tomar algo en sus dos mesas de la terraza, en las mesas altas de su hall cubierto o en la sala presidida por el Adán con su manzana que observa a los comensales desde el techo y que tiene capacidad para unas 30 personas.
La calidad-precio del Evita su dueña la define como "para todos los bolsillos" y ejemplifica que una comida para dos personas consistente en entrante, un plato principal para compartir y postre puede resultar en un ticket medio de 50 euros. De cara al inicio del otoño e invierno, el Evita introducirá nuevas opciones gastronómicas como el strudel de cazón (típico de la costa venezolana) o chupe de camarones.
Todo se cocina en un horno de cocina mixta porque el edificio es protegido por Patrimonio, lo que resulta en que parte de la carta se elabore en Mera y algunos platos se terminen en mesa con soplete. Asimismo, la hostelería es algo que va implícito en la familia de la propietaria del Evita, ya que su madre abrió en los 90 el restaurante Tamarindo.