Una cápsula en el tiempo. Un viaje al pasado. Un soplo de tradición. La sencillez llevada a su máxima expresión. Hay muchas formas de definir a La Bombilla, pero quizás la más acertada sea como 'un clásico'. Es el local más famoso de A Coruña porque es complicado encontrar a algún vecino de la ciudad que no haya usado alguna vez sus llamativos servilleteros de ColaCao o tomado su famosa tapa de tortilla apoyado en el alfeizar de sus ventanas. Es, en definitiva, el rey de los pinchos.
Ubicada en el número 6 de la calle Torreiro, La Bombilla ha logrado mantener su esencia intacta desde su inauguración en 1937. La decisión es premeditada. "Tratamos de mantener la tapa casera con precios para todos los bolsillos", asegura Diana Bar, copropietaria. Y es que la cocina es el alma de este local.
Tortilla, milanesa, croquetones, choricitos, albóndicas, ensaladilla, caldo gallego, gazpacho y calamares son los pinchos que se pueden encontrar en La Bombilla por 1,70 euros. Nada de innovar, nada de sorprender, el truco está en mantenerse fieles a la sencillez y a los sabores de toda la vida: a los de la abuela. El sabor y la rapidez en el servicio es lo que les hace especiales.
La Bombilla es un oasis de tradición en la esquina de Torreiro con Galera, una zona en la que durante los últimos años ha habido un estallido de propuestas gastronómicas enfocadas a la cocina de fusión y de autor.
"Un bar de toda la vida" en pleno centro
La Bombilla es un bar de barrio en pleno centro de A Coruña. "No queremos tocar la decoración porque ya hay otro tipo de negocios con una estética más cuidada. Pretendemos ser lo que hemos sido siempre, y parece que funciona", dice Diana.
Son 50 metros cuadrados de local, pero cada noche su capacidad parece ampliarse al máximo cuando decenas de coruñeses acuden al local. La mayoría, dice Diana, son caras conocidas. "Estas vienen todos los días", dice en tono de broma al ver que una paloma se cuela en el local. "Hay gente que te cuenta que venía ya con sus abuelos en los 60. Ves generaciones pasar porque hay cliente que vienen todos los días", dice.
La decoración también ha permanecido congelada durante las últimas décadas. Los parches de la policía enmarcados siguen encima de la pequeña cocina, en la que las cocineras apuran el espacio para alimentar a cientos de personas cada la semana. Las mesas continúan coronadas por los botes de ColaCao hechos servilleteros, una de las grandes señas de identidad del local. Todo permanece intacto con un único objetivo: no olvidar quién son y tampoco de dónde vienen.
Diana y José llevan desde el 2013 siendo socios, pero antes ya lo fueron sus padres y, quién sabe, quizás en un futuro también lo sean sus hijos. Generoso y Esperanza, por un lado, y Ricardo y Fina, por el otro, fueron los creadores de La Bombilla. Fueron socios durante toda su vida y esa química y conexión la heredaron los actuales gerentes. "Somos un bar de toda la vida, con un trato familiar y cercano", zanja Diana.