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La historia de El Mirador del Madrileño tiene sus raíces en 1934, cuando el abuelo de Suso, un hombre visionario de la zona de Oleiros, adquirió un pequeño kiosko en la playa de Santa Cristina. Este kiosko, anteriormente propiedad de un par de madrileños, pasó a ser dirigido por él, quien, en un acto de cariño, mantuvo el nombre original: Kiosko El Madrileño.

"Eran unos madrileños que se dedicaban al carbón. En verano se quedaban sin trabajo y venían aquí a vender hielo. Ellos montaron el chiringuito 'Los Madrileños', pero cuando llegó de nuevo el invierno, se lo tuvieron que dejar a alguien, y ese fue mi abuelo", cuenta Suso, el nieto del fundador y la tercera generación

Con el paso de los años, aquel modesto chiringuito de playa dio paso a un restaurante que no solo seguía ofreciendo el sabor y la frescura del mar, sino que también se convertía en un lugar de referencia en la zona. "Estaba a pie de playa y tenía tres pisos. En aquel entonces teníamos a 12 personas trabajando. Era demasiado", confiesa Suso.

"Kiosko El Madrileño": Imagen tomada en 1934. Abajo a la izquierda están las tres generaciones del restaurante. Quincemil

Y aunque el Kiosko El Madrileño ya había dejado su huella, la historia no terminó ahí. En 2013, el restaurante dio un giro en su trayectoria y se mudó a Perillo, sin perder de vista la playa que fue testigo de su origen, y cambió su nombre a El Mirador del Madrileño. Desde el comedor se conservan las vistas a la playa que los vio nacer, tan solo a unos cuantos metros de distancia.

La cuarta generación

Hoy, Suso, la tercera generación de hosteleros en la familia, sigue al frente del negocio. Con él, su hija Ana, la cuarta generación, toma las riendas del restaurante, que sigue siendo un referente en la zona. Especializados en marisco, El Mirador del Madrileño ha logrado ganarse un lugar destacado en la guía Michelín, un reconocimiento que premia la trayectoria, dedicación y el uso de productos locales de máxima calidad.

Platos del restaurante. Quincemil

La carta del restaurante cambia a diario, adaptándose a lo que el mercado ofrece, lo que asegura a sus comensales una experiencia única y siempre fresca. "El precio puede variar según a cuánto esté en la lonja, por eso puede que un día vengas y esté más caro, y viceversa", indica Suso. 

Suelen tener lo mejor del marisco. Desde hace días cuentan con centollas, así como cigala o almejas. Pero también pueden tener variedades de pescado como rape, bacalao, rodaballo. A mayores, siempre tienen raciones fijas: croquetas de jamón o centollo, ensaladilla, calamares, pulpo o anchoas del Cantábrico. 

En la actualidad, el restaurante sigue ofreciendo vistas espectaculares a la playa de Santa Cristina, el mismo arenal que vio nacer aquel kiosko en 1934. Así, la historia de El Mirador del Madrileño continúa escribiéndose, uniendo tradición, manteniendo el legado de tres generaciones dedicadas a la hostelería.