La firma gallega Panadería Loira, asentada ya Vigo, Coruña y Madrid, le confió a ella y a dos socios más la puesta en marcha del primer local de la comarca, un bonito y acogedor establecimiento en el número 4 de la calle Villa Soledad, en el barrio de Ultramar, en Ferrol.
Abrieron el local en agosto y desde entonces sirve dulce y salado a quien se acerca a conocer el nuevo negocio, instalado en una esquina que llevaba más de un año sin actividad. "Nos planteamos muchas zonas, buscábamos un lugar residencial, que tuviera movimiento", recuerda la ferrolana Ana Lago, y encontraron lo que buscaban en Ultramar. "Es un barrio muy dinámico y fiel", reconoce esta emprendedora.
"Nos gusta conocer al cliente, el trato cercano", por eso poco a poco va conociendo los gustos de sus nuevos vecinos, para tener preparado lo que sabe que van a pedir. Se nota que le gusta estar de cara al público, estuvo años en el mundo del textil y ahora trabaja en una inmobiliaria. "Me surgió esta oportunidad, me pareció atractiva y me lancé".
Ahora, tras casi 4 meses de rodaje, está encantada. "Es muy bonito ver crecer un negocio, el camino que recorre", reconoce, "requiere esfuerzo y tiempo, pero merece la pena". Pertenecer a una franquicia le da tranquilidad, "recibimos mucho apoyo, son todo facilidades".
El desembarco de Loira en la ciudad "ha tenido muy buena acogida", el producto "está gustando y la gente repite". Es el primer local de esta firma en la comarca "pero no sabemos si será el último", adelanta.
En su local se puede encontrar una gran variedad de tipos de pan, todos de masa madre y artesanos: con semillas de chía, barra rizada, bolla de centeno, bolla, de fibra, de maíz y centeno, de maíz amarillo, integral, bolla gallega de Moña, rosca de Aldán, de centeno….
También hay dulces, como bizcochos, tartas o napolitanas, y empanadas tradicionales y otras más innovadoras, como la de merluza en salsa verde o lacón con grelos. Pero si algo está teniendo un inesperado éxito entre los vecinos son los platos preparados: albóndigas, callos, carrilleras, lacón con grelos, arroces y todo tipo de lasañas, entre otros, salen a diario hasta agotarse. Además, el local dispone de siete mesas para probar sus productos allí mismo.
Los inicios "no son fáciles y la exigencia es muy elevada", explica esta emprendedora, pero "con esfuerzo y ganas" ponen su grano de arena al dinamismo de un barrio cargado de actividad.