De ser maquilladora artística en París a regentar una sala de música en A Coruña. Así fue el cambio de vida que experimentó Cristina Toba cuando en junio de 2010, hace ahora nueve años, se "lanzó al vacío" con la idea hacer realidad su sueño. Así fue como tomó el relevo del desparecido Jazz Vide y se decidió a abrir el Baba Bar.
Este local, ubicado en la calle Jose Luis Perez Cepeda, 23, es un espacio único en el que uno puede degustar un buen vino acompañado de una gran variedad de tapas y ensaladas mientras disfruta del sonido de un concierto en directo.
Pero no solo de música vive el Babar Bar, también tiene espacio para el humor, el arte… Y, por supuesto, la gastronomía. Y es que, como bien lo define su dueña, este local exporta cultura. Una cultura que, para Cristina, no está lo suficientemente apoyada. "Hay que acabar con el estigma de que las salas de música son antros", señala. B
Quedamos con Cristina Toba para hablar sobre su propuesta en el mejor lugar posible, en el mismísimo Baba Bar. Es jueves y Cristina nos atiende minutos antes de recibir a los músicos que tocarán esa noche.
Un aprendizaje continuo
¿Cómo surgió el proyecto del Baba Bar?
El proyecto del Baba Bar fue surgiendo. Yo quería tener restaurante y este local estaba enfocado un poco hacia la música, y así se fueron consolidando ambas cosas. En un momento hicimos mucha gastronomía adaptada a los eventos. Por ejemplo, si hacíamos un concierto de Nueva Orleans ofrecíamos cocina de Nueva Orleans. Hemos hecho comida vietnamita, india… Hemos jugado mucho con la gastronomía y los eventos musicales. Ahora ya lo vamos haciendo menos, aunque hace unos meses organizamos una fiesta hindú e hicimos un menú degustación indio.
¿Veías que había una demanda en la ciudad para este tipo de locales?
Para nada, yo creo más bien que la ignorancia es atrevida. A uno le gusta soñar, pero los sueños no van con la realidad. Me metí porque me gustaba, pero no hice ningún estudio de mercado. Yo me lancé al vacío y me caí bastante porque es muy difícil que funcione si no tienes una experiencia detrás. Yo la fui cogiendo poco a poco porque yo era nueva en este sector. Fue un recorrido de aprendizaje. Ahora estoy encantada, me gusta mucho mi trabajo y, además, aquí (en el local) a veces pasan cosas mágicas.
Es mucho trabajo porque no es solo hostelería. Damos cenas, organizamos, programamos… Pero está la recompensa de ver que estás haciendo algo que te gusta y culturalmente estás haciendo algo por la ciudad. Aquí empezaron músicos que ahora ya tienen una gran trayectoria detrás.
Del arte a la música
Antes de abrir el Babar Bar, ¿a qué te dedicabas profesionalmente?
Si te cuento mi vida… (se ríe). Yo viví 20 años en París trabajando como maquilladora artística. Estaba dentro del mundo artístico, aunque más bien en el plástico (pintura…) Mi pareja era un pintor reconocido y siempre me gustó ese mundo. Y al final por un azar de la vida me quedé aquí – en A Coruña- , pero me vi un poco desprovista de amigos… Es como empezar de nuevo. Yo me fui con 20 años de Coruña y no mantuve las amistades.
El miércoles tuvisteis monólogo de Luis Zahera, ¿cómo fue?
Fue fantastico. Hubo aforo completo, me dio mucha pena porque quedó mucha gente fuera, así que nos estamos replanteando volver a traerlo. Él es muy simpático e hizo un monólogo muy divertido. No tocó para nada los tópicos del monólogo, que a veces tienen una tendencia un poco machista. Fue divertido, la gente no paraba de reírse.
Además de humor, ¿qué otro tipo de espectáculos se realizan en el Baba Bar?
Nosotros programamos todos los días que abrimos (de martes a sábado). Llevamos cinco o seis años haciendo todos los martes teatro impro. Es una risoterapia. El martes es como si fuese fiesta y hay un aforo de unas 50 personas, los días más bajos igual se quedan en 30. Hay gente que no falla los martes. En esta actividad participan actores reconocidos como Oswaldo Dignos, Pedro Brandariz, Víctor Grande, Marta Iglesias, Tito Rober…
Los miércoles, generalmente, tenemos monólogos. Los jueves, viernes y sábados nos dedicamos más a conciertos. ¿Música? No hacemos un heavy metal ni rock potente, sino más bien acústico; pero tocamos todos los estilos.
Algún espectáculo que haya próximamente…
Sí, va a venir el ganador de Got Talent de Magia en España y finalista en Estados Unidos. Entramos por otra rama más, la magia.
En el Baba Bar uno puede disfrutar del espectáculo mientras saborea una exquisita cena.
Sí. Las mesas están alrededor del escenario, apagamos las luces y quedan la luces del escenario y unas pequeñas luces en cada mesa. Se crea un espacio muy íntimo y agradable. Tenemos una carta bastante sencilla, pero los fines de semana siempre aportamos tres sugerencias. A la gente le gusta cenar a la luz de las velas mientras disfruta de un concierto. Aquí la gente viene a escuchar un buen concierto, con buena acústica.
¿Es difícil sobrevivir en el mundo de la noche?
Sí, es muy difícil. Nosotros tenemos un margen de trabajo físico muy pequeño. Hoy (jueves), por ejemplo, abrimos a partir de las 20.00 y a las 23.30 ya estamos cerrando. Es un margen muy pequeño de horas. Y sobre todo es difícil porque no tenemos ningún tipo de ayudas, más bien impedimentos. Aunque es verdad que ahora con el Gobierno de la Marea Atlántica hubo un acercamiento.
Pertenecemos a Clubcultura (la asociación de salas y locales de música en directo de Galicia). Juntos somos más. Hay que quitarse el estigma de que las salas de música son antros. Una de las cuestiones que más nos sorprende es que los menores no pueden acceder a un concierto cuando sí pueden acceder a festivales de música y a cualquier cafetería con los padres. ¿Por qué? Porque en los restaurantes también venden alcohol y pueden entrar. Yo creo que hay que cultivar a la gente, sobre todo a los jóvenes porque son el futuro. En el resto de Europa tienen mucho más apoyo por la cultura.
"Tocar" la música
¿Qué diferencia al Baba Bar del resto de bares que también dan conciertos?
Las cenas. Aquí uno puede cenar viendo un espectáculo. Es diferente a los que hace El Pantalán, que ofrece grandes comidas con conciertos. Nosotros empezamos haciendo sesiones vermú, pero era agotador.
Por el local habrán pasado infinidad de artistas, ¿alguna anécdota que recuerdes?
Una que no llega a ser anécdota. Habíamos terminado un concierto, yo estaba en la cocina y la puerta estaba medio cerrada; pero había un artista junto con dos músicos cubanos que vivían en Nueva York. Como ya había acabado el concierto empezaron a tocar ellos. Hicieron un concierto improvisado maravilloso. Era como estar en Nueva York escuchando el sonido de un saxo y un piano.
De cara al futuro, ¿cuáles son los planes del Baba bar?
Seguir mejorando. Siempre hay pequeños detalles. A mí me gustaría seguir en el mismo camino, pero estando un poco más considerados y que se nos reconozca como salas de cultura. Y es que lo que hacemos es cultura, y esto es la base de la sociedad. Tú no vienes a un bar a tomar algo, vienes también a disfrutar de algo inusual.
A diferencia de otras salas, el Baba Bar tiene un tamaño medio y permite que tengas al artista al lado, casi lo puedes tocar. Casi puedes tocar la música, eso es. Tú puedes escuchar la música, pero sentirla… solo puedes en estos lugares.
Y como buena empresaria de una sala de música…
¿Prefieres un espectáculo de humor o un buen concierto?
No puedo elegir. Yo tengo más debilidad por la música, pero reírse es muy importante.
¿Con qué estilo musical te quedas?
Me gusta mucho el blues.
¿Una de las mejores experiencias vividas en el Baba Bar?
Cuando el concierto es top: ves que el público conectó y que los músicos también conectan con el público.