En 1975, Manolo Santos y Mari Carmen Suárez regresaron de Basilea (Suiza). Él había trabajado en la construcción y en un hotel durante su etapa en el extranjero. Este matrimonio del concello de Zas, como tantas otras personas de la Costa da Morte, tuvo que buscar el sustento en el país suizo. "En casa casa había una persona emigrada". Se marcharon en cuanto cumplieron 18.
Pese a no haber trabajado en la hostelería, decidieron abrir un pequeño local de tapas en la calle Capitán Troncoso coruñesa. Lo llamaron A Roda. "Regresamos por nuestra hija, que estaba aquí con sus abuelos", recuerda Manolo. A base de trabajo y propuestas gastronómicas clásicas pero novedosas en la zona, Manolo y Mari Carmen consiguieron convertirse en el establecimiento de moda en la zona.
Hace 20 años se trasladaron al actual local, también en Capitán Troncoso, y hace 4 abrieron otro comedor en otro bajo. Junto al Malpica, es el restaurante más longevo de la zona. "Nadie sabe hacer la comida tradicional como nosotros", señala Manolo, que sigue, 44 años después, al pie del cañón junto a "la jefa" Mari Carmen. Esta es la historia de A Roda, un mesón de los de antes en A Coruña.
Comida tradicional a pocos metros de María Pita
¿Cómo surgió la idea de coger un local en Capitán Troncoso?
De algo había que vivir. Volvimos de Suiza y decidimos abrir un mesón aquí. Nuestro primer local, que cogimos en 1975, era un almacén de carbón. En aquella época, todas las cocinas de las casas funcionaban con carbón.
¿Cómo fue adaptar un local que era un almacén y convertirlo en un mesón de éxito?
Casi no hubo que adaptar nada. Cuando yo empecé, en A Coruña casi no había bares de tapas. Te ponían un pincho pequeño de tortilla con pan pinchado en un palillo. Nosotros con la taza de vino tinto poníamos cigalas y camarones con el Ribeiro. De hecho, cuando llegamos, en A Coruña se hacían las tortillas muy finas, parecían francesas. Nosotros las hacíamos como en mi pueblo, muy gordas.
Tendrían éxito por eso, imagino.
Sí que tuvimos mucho éxito, sobre todo entre la juventud. En esta calle había muchos bares, pero eran para gente mayor. Yo cogí a todos los jóvenes. Los chavales venían y pedían una tapita y un vino. Nada de cubalibres, ni cervezas, ni cosas de esas, que de aquella no había dinero.
¿Cuánto valía una tapa y un vino cuando abrieron?
50 céntimos de pesetas. ¿Recuerdas las pesetas? Pues con tan poco tomabas el vino y la tapa. Ahora se venden más raciones, pero durante muchos años estuvimos sirviendo tapas. Durante unos 20 años, hasta que nos trasladamos a este local. Fue, precisamente, porque no teníamos sitio para atender cenas. Para tomar algo rápido, valía el otro local, pero para comidas y cenas no.
¿Cómo era la calle Capitán Troncoso en aquella época?
Esta llegó a ser la mejor calle de vinos de la ciudad. Trabajábamos todo el año y estábamos siempre a tope y nunca vimos un borracho montándola o peleas. Trabajé toda la vida con juventud y nunca tuve problemas.
También es una calle que atrae a los turistas.
Por supuesto. Sobre todo desde que se hizo peatonal. Pasó a ser mucho más cómodo que antes. Ahora la gente no tiene que estar dentro del local y hay terrazas. Mejoró mucho.
¿Antes solo había locales de vino?
Sí. En esta calle solo se podía pedir vino o Bitter Kas. También había agua con gas. Era lo que se bebía.
¿Cuándo comenzaron a abrir estos locales más modernos, como japoneses o hamburgueserías?
Hace poco. Pero te digo que no van a funcionar. Aquí funciona lo que es de comida normal, de tapas y de raciones de toda la vida. Nosotros hacemos todo de la casa.
¿Qué es lo que mas pide la gente en A Roda?
Un plato que se vende mucho es el caldo. Incluso en verano. Toda la gente que viene de fuera lo pide. El caldo lo hacen muy malo en muchos sitios. El caldo gallego lleva muchas cosas, como carne de gallina, carne de ternera por la parte del pecho, carne de cerdo… Hay que dejar que las habas se hagan durante mucho tiempo.
¿Qué otras raciones les piden mucho?
Vendemos mucha tortilla, croqueta, raxo, calamares y pimientos de Padrón.
¿Vienen muchos grupos grandes?
Nosotros cogemos grupos de más de 20 personas. El fin de semana pasado, por ejemplo. Piden raciones, las comparten y se van pagando un precio económico. También viene mucha gente mayor. Tenemos dos grupos de 40 personas que reservan con seis meses de anticipo y ya tienen el menú escogido y todo.
¿Hay muchas reservas?
Sobre todo para el fin de semana. Jueves, viernes, sábado y domingo al mediodía son los días más fuertes. En verano, hasta septiembre, tenemos casi siempre, porque aquí viene mucha gente de fuera, que venían antes y cuando están de paso vuelven.
¿Cómo ve que haya tanto negocio exótico?
Yo creo que no tienen éxito en la zona. Los más antiguos somos nosotros y el Malpica. Mesones como el nuestro no queda ninguno en la ciudad. Que tengan nuestra comida. Aquí todos se pasaron a la cocina modernita de los cojones y eso no funciona.
¿Recuerdan gente famosa que pasase por aquí?
Aquí vino a comer hasta Bisbal. Pero se puso en la zona del comedor y mirando para dentro para que la gente no lo reconociese.
¿Cómo ven el futuro de A Roda?
Vamos a seguir trabajando. Yo te digo una cosa, aunque tuviese 20 años menos, seguiría trabajando en la hostelería. Una vez empiezas, no puedes parar.
¿De dónde viene el nombre de A Roda?
El antiguo local tenía en la fachada una rueda de un antiguo carro de caballos. De ahí el nombre.