Hace poco más de un año una llamada sobresaltaba a Carolo mientras hacía unos recados. Acababa de pasar por el local a coger algo de dinero para hacer la compra. Todo había quedado en orden. "El Taller está ardiendo, Carolo", le dijeron al otro lado de la línea.

Llegó minutos antes que los Bomberos, les abrió la puerta, y solo pudo llorar de la impotencia durante las cuatro horas que estuvieron apagando el incendio que se originó en el sistema eléctrico del aire acondicionado del local en el número 41 de la calle Cordelería.

Los trazos de la pintura del mural se derritieron con el calor (AN)

Aunque las llamas no tocaron el suelo, derritieron todo lo que había en el local. Incluidos los trazos de un mural de Jaime Cabanas, fallecido en 2013, y que ahora permanece oculto tras papel esperando a que pueda ser restaurado. "Estoy aburrido de ver las esquelas. A la gente le interesa pero a mí me empieza a parecer deprimente", dice en referencia a las noticias del incendio en la prensa que ahora cuelgan de forma provisional en las paredes.

El Taller antes de arder, con el mural de Jaime Cabanas ahora esperando a ser reparado (cedida)

Un golpe para Carolo, que se vio de repente sin trabajo tras más de 20 años El Taller. "Hasta pensé en irme a trabajar en otro sitio mientras no se arreglaba el desastre tras el incendio". Se remangó y fue reparando lo que se pudo. Le sacó el hollín a los muebles, limpió las placas metálicas que decoran las paredes procedentes de diferentes puntos del mundo, y fue poniendo fecha a la reapertura, gracias al apoyo de amigos y clientes que colaboraron.

Las lamparas sobre la barra también son un símbolo (AN)

Pocos saben que por temporadas Carolo se va al monte a trabajar bien temprano: "Soy como una especie de leñador". Otro dato no tan conocido es que estudió en un colegio privado de A Coruña y a los 16 años se fue a hacer la mili como voluntario. Después estuvo 18 meses en Cádiz al servicio de La Marina. Lo recuerda con cariño. "Con veintialgo estaba trabajando en el aeropuerto y me llamaron para que echase una mano en O’Patacon". Ahí empezó todo. Cuando fundaron El Taller tenía 25 años y sigue siendo a día de hoy su consagración en la noche coruñesa.

Una Vespa forma parte de la decoración (AN)

¿Cómo ves el incendio desde la perspectiva?

Lo tengo como tapado. A veces me doy cuenta de que faltan cosas y me da… me da un bajón. Como si el tema aún no estuviese cerrado. Aún está muy presente aunque haya pasado un año. Después del incendio mis socios salieron de la sociedad y todavía me quedan muchas cosas pendientes: restaurar el mural, cuentas que pagar…

El cartel de Taller de reparaciones que sobrevive desde tiempos de O’Patacón y lo que queda del cuadro de Cabanas (AN)

¿Cuál fue la mayor pérdida material?

Un dibujo de Cabanas que era muy poco típico suyo. Me llegaron a ofrecer mucho dinero por él, antes de que se quemase, lógicamente. Ahora solo queda un borrón. Era algo tan original que lo sigo guardando. También ardió una radio antigua preciosa que tenía en la pared.

La vela con un manto de cera era un símbolo antes del incendio, ahora una más pequeña intenta llegar al nivel de la que se derritió

¿Cómo nació El Taller?

Bueno, en realidad El Taller es como lo llaman, porque en realidad no le pusimos ningún nombre. Cuando declararon en ruinas el edificio donde estaba O’Patacón buscamos un local. Esto era un puticlub, lleno de camastros, con unos biombos y tabiques haciendo de separaciones entre ellos, había una cocina… tiramos todo completamente. Compramos las sillas y las mesas del Patacón y nos trajimos el cartel de "Taller de reparaciones", que es de lo poco que queda del Patacón aquí hoy. Había unos cuantos relojes en las paredes, por eso se empezó a llamar el taller, me imagino. Pero en la puerta pone "Al bar", simplemente.

"Estoy aburrido de ver las esquelas. A la gente le interesa, pero a mí me empieza a parecer deprimente"

¿Cómo lo defines?

Abrimos esto para hacer lo mismo que en O Patacón: rock, blues y un poco de arte. Hay gente que me dice: "Me gustaría que este garito estuviera en mi ciudad". Pero sé que no podría hacerlo en otra ciudad. Es un local sencillo, no tiene nada, pero solo podría estar aquí. Por más que he viajado no he encontrado un sitio igual y aunque lo hiciera en otra ciudad no podría ser igual porque allí no conocería a tanta gente.

Si pasas por la calle, igual pasas de largo, porque no hay cartel cuando se cierra el candado de la puerta (AN)

¿Visitas especiales?

Buf, por aquí ha pasado mucha gente, desde Antonio Gala a Les Joglars. De los últimos que han pasado por aquí, Emma Suárez que está grabando una serie y los que actuaron en el concierto de Yo fui a EGB pasaron el fin de semana, uno de los componentes de Danza Invisible es muy amigo desde hace tiempo.



"Esto antes de abrir el bar era un puticlub, con unos biombos y tabiques, tiramos todo completamente"

¿Y las fiestas especiales?

Aquí lo que se celebra es el Carnaval. Son fiestas memorables, ya desde el año 98.

Carolo en la puerta del local, donde se lee "Al bar" (AN)

¿Qué cosas han cambiado?

No muchas, quitamos la cafetera porque cada vez se toma menos café por las noches. Y en cuestión de música, le damos a todo, hubo un tiempo en el que más techno y últimamente estoy enganchado al rap, suena bastante junto con el indie y también de vez en cuando flamenquillo. Lo que sí cambió es que antes abríamos todos los días menos los domingos ¡y desde las 8 de la tarde! Ahora ya abro solo miércoles, jueves, viernes y sábado. Las cosas ahí fuera sí que van cambiando, hay nuevos locales, reducen horarios; vas viendo que … y a mi ya no me conoce tanta gente como antes… los tiempos van cambiando.

"Mis padres me siguen preguntando que cuándo voy a sentar la cabeza, que cuándo me voy a cortar el pelo…"

Es que eres todo un personaje…

Era un personaje (risas).

¿Te jubilas en el Taller?

(Silencio) Pues no falta tanto eh, que ya tengo 50 años. Pues no lo sé… no lo sé. Si no hay otro incendio o una inundación… probablemente (risas).

Fragmento del mural de Xavier Cabanas (AN)

¿Te imaginas que tus hijos quieran tomar el relevo?

No creo… mi hijo de 14 años tiene pinta de que va a ser ingeniero (risas). ¡Espero que no me pida el bar! Es que es duro. Llevas un horario al contrario que el de la gente.

Muchas de las tablillas de madera del techo ardieron el año pasado y las paredes continúan empapeladas (AN)

¿Ni un atisbo de cansancio del mundo de la noche?

Qué va. Mis padres me siguen preguntando que cuándo voy a sentar la cabeza. Mi madre me dijo el otro día: "Hijo, ¿no te vas a cortar el pelo? ¿No se te pasará?" Ya estoy mayorcito para que me digan eso (muchas risas). Pues no, no se me pasa (más risas). Intento disfrutarlo siempre, evidentemente es mi trabajo y como todo el mundo tengo mis días. Me sigue encantando tener este sitio donde reunirme con los amigos, tener largas tertulias donde arreglamos el mundo, risas aveces hasta el día siguiente como cuando se pinto el mural… No es por el bar, es porque me gusta.

Una de las sesiones vermú celebradas este mes (cedida)

Y como buen hostelero…

¿Qué tomas cuando te sirves una copa?

Tequila, que no me da resaca.

¿Un buen plan?

Un concierto.

¿Un local al que vas cuando no estás en El Taller?

Mardi Gras, Filomatic… Depende quien pinche, voy al Playa o a la Inn, y ahora que Ino se va de residente a la nueva sala La mala vida, también iré.

¿Una banda sonora para El Bar?

Pink Floyd.