En A Coruña, cada año, aparece un restaurante o local que ofrece una tortilla "única". Hay decenas que hacen las delicias de sus comensales, pero solo una pionera en el estilo Betanzos en la ciudad. Se trata de la de O’Bo, el clásico mesón de la calle Menéndez Pelayo.
En diciembre de 1982, el ourensano Carlos González se embarcó en esta aventura, que sucede a la taberna que su padre tenía en Betanzos, donde se crio. Al principio, el pulpo o la carne ó caldeiro eran sus especialidades, pero con el tiempo fueron ampliando la carta, y el local.
Susi González, hija de Carlos, nos cuenta cómo lleva O’Bo esta situación actual, la historia de este emblemático local, el recuerdo de haber ganado el campeonato de España de tortillas y muchas más curiosidades.
Un mesón con 37 años de historia
¿Cómo está la situación actual?
Nosotros llevamos 37 años abiertos y tenemos un público fiel. Muchas de esas personas ya no salen de casa, por el virus. No es lo mismo que antes. A muchos les preparamos para llevar a casa, pero es diferente.
¿Cómo se está notando eso en esta zona de la plaza de Vigo?
Nosotros ya notamos un bajón hace años, cuando cerraron muchos bancos. De aquella había muchos más clientes de diario, de los que vienen al menú del día. Ahora hay mucho menos de eso y la gente de oficinas se traen su táper. La gente de siempre, de toda la vida, es la que te mantiene. Tenemos la suerte de llevar muchos años y se nos conoce. Vienen los padres, los hijos o los nietos de nuestros fieles. Lo que está desapareciendo son las reuniones familiares, las celebraciones. Sin embargo, cada vez viene más gente joven a tomar una caña y una tapa.
¿Cómo fue el reencuentro con los clientes tras el confinamiento?
Muy especial. Nosotros compramos en la zona, hacemos vida de barrio. Siempre hemos vivido por esta zona, tanto yo como mi familia o algunos de los empleados. Yo venía durante el confinamiento a comprar el pescado a la plaza y me decían las señoras que nos echaban muchísimo de menos. Y nosotros a ellos, ni te lo imaginas.
Es lo que tiene ser un local mítico.
Pero te exige mantener la guardia siempre. Esos clientes te exigen, no puedes bajar el nivel. Por una parte, está bien, porque sabes que no te puedes dormir. Además, la competencia en A Coruña es brutal. Somos una ciudad a la que le gusta salir, estar fuera de casa con la familia y amigos. Y hay muchos negocios.
¿Cómo se le ocurrió a tu padre abrir O’Bo?
Primero esto fue una pulpeira. Mi padre es de Ourense, pero vivíamos en A Coruña. Mi abuelo ya había tenido un bar llamado O’Bo en Betanzos. Se fue para allí porque le gustó el pueblo y montó una taberna. Mi padre, cuando asentó la cabeza, quiso abrir algo similar en A Coruña. Comenzó con pulpo, empanada y carne ó caldeiro. Abrió en diciembre del 82. La cosa funcionó como un cañón porque en la zona no había nada parecido.
¿Cuál fue la clave del éxito?
Era un mesón donde te servían el vino en jarra y con tazas. Eso fuera de la calle de los vinos, no había nada en la ciudad. A los pocos años amplió el local y también la carta. Y desde aquella, hasta ahora. Sin movernos de lo tradicional, ha seguido funcionando.
¿Cuándo fue la gran explosión de O’Bo y su tortilla?
Creo que fue en el 2001 o 2003. Vino un crítico gastronómico que era cliente nuestro y trajo a amigos del gremio a probar la tortilla. Decía que era la mejor de Galicia. Les encantó y nos dijeron que nos apuntásemos al concurso nacional, que se celebraba en San Sebastián. Fuimos y ganamos. Salimos en la televisión, en la prensa… Fue un bum brutal.
Pero la tortilla ya tenía fama de antes.
Al venir nosotros de Betanzos y criarse mi padre allí, la tortilla la hicimos siempre del estilo de allí. Eso no se trabajaba aquí, en A Coruña. Solo en El Manjar, pero era un restaurante para otro tipo de público, no un mesón como nosotros. Entonces la gente empezó a venir a probarla.
¿Cómo fueron los meses posteriores a ganar el premio a la mejor tortilla?
Un no parar. Cada día hacíamos muchísimas tortillas. Y sigue siendo el plato estrella. Lo que decía antes de no bajar la guardia también está relacionado con esto. Usamos los mejores ingredientes y nos peleamos con los proveedores para tener lo mejor para nuestra tortilla.
¿Tu padre sigue pasando revista al local?
Sigue siendo el dueño, pese a tener 87 años. Viene, da una vuelta, prueba un poco de todo… Sigue mandando, y manda mucho. Es muy maniático con el tema de los proveedores y los ingredientes que usamos.
¿Por qué se llama O’Bo?
Mi abuelo, cuando se fue a vivir a Betanzos, se puso a investigar sobre la historia de la ciudad. Le gustaba mucho y descubrió que en la iglesia de San Francisco está enterrado el caballero Fernán Pérez de Andrade, conocido como O’Bo por su gran generosidad con Betanzos. Mi abuelo decidió poner ese nombre al mesón. De hecho, mi tía, que también vive en Betanzos, tiene una carnicería que también se llama O’Bo. Somos la familia O’Bo (bromea).
¿Cómo han sido estos últimos años?
Cambios pocos. Tenemos dos espacios diferentes, el mesón y el restaurante, para grupos más amplios. En el 2010 hubo un incendio en el que se quemó toda la parte de abajo y la cocina. Fue entonces cuando reformamos y pusimos la zona del restaurante algo menos formal, guardando la estética de siempre.
Poco ha cambiado el local entonces.
Incluso el encargado es el mismo desde que abrimos. Lleva trabajando aquí casi 38 años. En general, casi todos somos de toda la vida. También porque la clientela lo exige, necesita tener a alguien que sepa lo que quiere cuando entra por la puerta.
¿Alguna anécdota que te venga a la memoria?
Pues creo que de esta zona fuimos los primeros en poner un pincho con la consumición. Al principio los del resto de locales nos miraban mal y nos lo recriminaban. Qué nos costaba poner un trocito de tortilla con el vino.
¿Cómo ves el futuro?
Hay que ir día a día. De momento, podemos decir que tenemos a todos los empleados fuera del ERTE. Por responsabilidad. Hay días que no facturamos, pero se acaba recuperando otros días. Solo estamos centrados en el hoy, mañana será otro día.
Como buena hostelera
¿Una tortilla que no sea la de O’Bo?
Fuera de aquí nunca pido tortilla. Tampoco pulpo. Cuando salgo, quiero variar el menú.
¿Otro plato de la carta?
La carne asada. Un clásico.
¿Un bar o restaurante al que sueles ir?
Me encanta Artabria. Y he ido recientemente a Hünico y me ha encantado.